NO HABÍA AQUÍ NADA DEL "JUSTIFÍCATE",
NADA DE RESPONSABILIDAD
DE TRIBUNAL ECLESIÁSTICO O MILITAR,
LLAMADO A JUZGAR A UN HOMBRE
QUE HABÍA OLVIDADO EL HONOR
Y SE HABÍA PERDIDO.
REINABA EL OLVIDO,
LA BIENAVENTURADA INMOVILIDAD,
EL ESTADO INOCENTE
DE LA AUSENCIA DEL TIEMPO.
ERA LA NEGACIÓN.
EN UN SUEÑO DE APOTEOSIS,
DE TODO IMPERATIVO OCCIDENTAL
DE LA ACCIÓN.
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