El Horror y el Hastío le gotean su veneno
cuando la Vieja lleva a su Manon toda pálida,
ya que, un instante pasado, detrás de la barrera,
él escuchaba dos voces sofocar dentro de un estertor.
"¡Así pues! chirriaba él, ahí llega tu destino:
Hasta que la muerte te arrastre al dispensario,
¡ tú pudrirás tu corazón dentro del aburrimiento libertino
y tú venderás tu cuerpo en vista de la úlcera !
"Y yo, iré siempre, sin tregua a mis tormentos,
¡sacude mis celos a tu pueblo de amantes!
¡No! ¡yo odio tu juventud y yo maldigo tus encantos!"
- Pero él sentía lástima por sus pobres amores
cuando él veía entrar por la puerta de terciopelo
una aparición inundada de lágrimas.
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