Puesto que un irresistible llamado
atrae a ti toda mi alma,
y que toda mi carne proclama
el magnetismo de tu piel:
Irrita, pero sin proscribirlo,
el deseo que me corroe, y además
viene a poner en un estado de delicias mis noches,
hechicera en la fría sonrisa.
En los ruidos mojados, tiernos y locos
de nuestros besos demoniacos,
¡como dos serpientes maníacas
dentro del misterio enlazándonos!
Querida ondulante, mal ángel,
abeja de la voluptuosidad,
¡dame tu cuerpo encantado
y recibe mi alma en intercambio!
Mi deseo se enrolla como serpiente y se retuerce
alrededor de tu bello cuerpo de mármol,
-Así la hiedra alrededor del árbol-
horrible y dulce, repta y muerde.
Tus grandes ojos hundidos y fúnebres
son tan libertinos cuando tú quieres,
y yo aspiro sobre tus cabellos
tantos perfumes y tantas tinieblas.
Moderna Circe, tus venenos
habían perdido el corazón de Ulises;
¡acósame de tu malicia,
mánchame de tus traiciones!
¡Insúltame! pero, mi ama,
déjame alimentar mi hambre,
¡debería yo morir al fin,
envenenado por tu caricia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario