Eso que luce en los ojos de las vírgenes
es un sueño vago y tembloroso,
un sueño vegetal y blanco
como el nenúfar de las riberas.
Tanto que el Amor, dentro de sus albergues,
no les sirve más que vino inquietante,
eso que luce en los ojos de las vírgenes
es un sueño vago y tembloroso.
Pero de día donde tú las hospedes,
¡Oh Placer!, hotelero ardiente de amor,
tu soplo húmedo, acre y doliente
apaga, como se apaga los cirios,
¡eso que luce en los ojos de las vírgenes!
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