LA ANSIEDAD DE LA ESPERA
(...) la tarde no fue de ningún modo más placentera para ella que para Elinor, ya que la pasó sumida en la ansiedad de la espera y en el dolor de la desilusión. A veces intentaba leer durante unos minutos, pero en seguida dejaba el libro y volvía a la actividad más interesante de andar de un lado a otro de la habitación , parándose un momento cada vez que pasaba ante la ventana, esperando oír la tan esperada llamada a la puerta.
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