-Por favor, susurró Ignatius al señor Levy-. Venga a mi cuarto. Tengo que enseñarle una cosa.
-No crea una palabra de lo que le diga -dijo la señora Reilly mientras su hijo arrastraba al señor Levy al interior del mohoso aposento.
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Recuerdo, no es mentira, que yo escribí en el pizarrón "LIER",
pero mi linda profesora borró, corrigió y escribió "LIAR".
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