Leí una vez la historia de un hombre (era militar) que se enamora de una encantadora gitana, encantadora, con una flor en la oreja, una mujer fatal y salvaje, y la ama hasta tal punto que reniega de todo, se lo sacrifica todo, deserta, se hace contrabandista y se deshonra desde todos los puntos de vista. Cuando ha realizado todo esto, ella se cansa de él y se escapa con un torero, una personalidad de marca con una espléndida voz de barítono.
La cosa termina de esta manera:
El soldadito, pálido como la muerte, con la camisa abierta, la apuñala junto a la plaza, crimen que ella había provocado.
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IL POSTINO
jueves, 3 de septiembre de 2009
LECTURAS PELIGROSAS
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