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IL POSTINO

IL POSTINO

miércoles, 16 de diciembre de 2009

EN EL SEPULCRO DE LA AMADA

Antaño,

cuando yo derramaba amargas lágrimas;

cuando, disuelto en dolor, se desvanecía mi esperanza;

cuando estaba en la estéril colina,

que, en angosto y obscuro lugar albergaba la imagen de mí

-solo, como jamás estuvo nunca un solitario,

hostigado por un miedo indecible-

sin fuerzas, pensamiento de la miseria sólo.

Cuando entonces buscaba auxilio por un lado y por otro

-avanzar no podía, retroceder tampoco-

y un anhelo infinito me ataba a la vida apagada que huía:

entonces, de horizontes lejanos azules

-de las cimas de mi antigua beatitud-,

llegó un escalofrío de crepúsculo,

y, de repente, se rompió el vínculo del nacimiento,

se rompieron las cadenas de la Luz.

Huyó la maravilla de la Tierra, y huyó con ella mi tristeza

-la melancolía se fundió en un mundo nuevo, insondable

ebriedad de la Noche, Sueño del Cielo-,

tú viniste sobre mí

el paisaje se fue levantando dulcemente;

sobre el paisaje, suspendido en el aire, flotaba mi espíritu,

libre de ataduras, nacido de nuevo.

En nube de polvo se convirtió la colina,

a través de la nube vi los rasgos glorificados de la Amada

-en sus ojos descansaba la eternidad-.

Cogí sus manos, y las lágrimas se hicieron un vínculo

centelleante, indestructible.

Pasaron milenios huyendo a la lejanía, como huracanes.

Apoyado en su hombro lloré;

lloré lágrimas de encanto para la nueva vida.

-Fue el primero, el único Sueño.-

Y desde entonces,

desde entonces sólo,

siento una fe eterna, una inmutable confianza
.
en el Cielo de la Noche,

y en la Luz de este Cielo: la Amada.

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