Era como si el Cielo
a la Tierra suavemente besara,
para que en una lluvia de pimpollos
con él solo deba soñar.
La brisa atravesaba los campos,
las espigas ondeaban suavemente,
susurraban levemente los bosques,
tan estrellada era la noche.
Y mi alma desplegaba
afuera sus alas,
voló por las silenciosas tierras,
como volando a casa.
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