Creyendo que yo le amaba con idolatría,
ella hubo desnudado todo eso que la cubría:
como un sol en su puesta, el Pudor coloreaba
la nube lechosa de la que ella estaba inflada de orgullo.
Y mientras que su gesto enloquecido me imploraba,
y que sus ojos profundos mojaban su fantasía,
la Verdad ponía sobre su boca florida
la suspirante confesión de su deseo secreto.
Pero mi hipocresía ardientemente calculada
mentía por todo mi ser a esta Inmaculada:
ya que, evocando entonces un vértigo antiguo,
De la apariencia de un falso devoto que dice su padre nuestro,
yo refunfuñaba un nombre que no era el suyo
y dentro de su desnudez yo encarnaba a la otra.
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IL POSTINO
sábado, 31 de julio de 2010
LA APARIENCIA DE UN FALSO DEVOTO
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