El nicaragüense Ruben Darío llegó a leer a este soberbio poeta europeo, inclusive llegó a realizar un ensayo sobre el autor y sus poemas, posteriormente se espera informar más sobre estas ideas tan trastornadoras en las últimas décadas del siglo XIX hace ya más de lo que contabilizamos como un siglo. Las palabras atrapan al lector, al ser un poema sobre el miedo, se recomienda no sugestionarse. Es el mismo autor del poema que inicia con verso "La tarántula del caos"...
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En seguida que el cielo se vele,
y que el anochecer, moreno tejedor,
se ponga a maquinar su telaraña
sobre el misterio que reemprende,
.Someto al hombre a mi capricho,
y reina de la ubicuidad,
yo le convulsiono y le indigno
por mi invisibilidad.
.Si el sueño cierra su párpado,
yo ordeno a la pesadilla malsana
de ir a ocupar ilegalmente sobre su seno
como un reptil sobre una piedra.
.Voy por su corredor frío,
a su escalón yo me transporto,
y de repente, como con un dedo,
yo hago toc toc toc en su puerta.
.Sobre su mesa, así como un búho,
se posa una cabeza cortada
teniendo la sonrisa del loco
y la mirada penetrante de la muñeca.
.Él ve venir a paso rastrero
una dama con vestimenta mortuoria,
donde los cabellos son de serpientes
y de la que el vestido es un sudario.
.Y además apago su lámpara, y me siento
en el borde de su cama para que se profundice
una forma cadaverosa
que cosquillee los dos pies.
.Sobre el pantano lleno de rencor
que deja pegajosa y atraviesa su base,
él se escucha llamar muy bajo
por varias voces que no hacen más que una.
.Él encuentra un muerto en guardia
que gira su pupila sin brillo
y mueve su putrefacción
con un resorte de autómata.
.Muestro a sus ojos consternados
los fuegos sobre las casas desiertas,
y sobre los parques abandonados,
los grandes jardines de rosas verdes.
.Él distingue tembloroso,
entre los duendes que flotan,
las lavanderas que sollozan
en el borde de un charco color de sangre,
.Y la vieja cruz de los calvarios
de lejos le llama y le maldice,
replegando sus brazos severos
que ella alza y que ella agita.
.En medio de una llanura árida,
sobre una ruta en el abandono,
él ve un gran caballo sin brida
que dice "¡Monta pues! ¡Monta pues!"
.Y sólo sobre los castaños,
él escucha la risa leñosa
que los champiñones venenosos
mezclan en el estertor de los buitres rompehuesos.
.Por las noches de tormenta en la Montaña Negra
tuerce su voz que silba y que chirría,
voy a pedir prestado a Satán
las Tinieblas de las que es príncipe.
.Y el hombre en esta oscuridad
remolina como un átomo
y llega a ser una ceguera
que se sacude contra un fantasma.
.Dentro de un vértigo donde nada brilla
él se precipita y se zampa
y nunca él se regresa,
ya que él me sabe detrás de él.
.Porque, en su oreja indiscreta
doy, pisando sus talones
la sensación murmuradora
de la boca que no tengo.
.Para mí la Norma es abolida,
y yo aplico en toda época
sobre la cara de la Razón
el dominio de la Locura.
.Lo imposible siendo mi sujeto,
moldeo el espacio y el nombre
yo se vaporizar el objeto,
y yo se corporizar la sombra.
.Yo invertí el alba y el anochecer
la pared, el suelo y el techo;
y el Pecado mantiene la custodia
para la devota que yo hechizo.
.Hago un viejo del niño de pecho;
y pongo la mirada penetrante que mata
la voz, el gesto, el estremecimiento
sobre el retrato y la estatua.
.Desnaturalizo todos los ruidos,
pervierto todas las formas
y metamorfoseo en pozos
las montañas más enormes.
.Enemisto el tiempo y el lugar;
bajo mi voluntad fantástica
la cumbre llega a ser lo medio
y la mesura es elástica.
.Inmovilizo los torrentes
endurezco el agua, derrito el mármol
y arranco los grandes árboles
para hacer los Judíos-errantes;
.Pongo sobre el vuelo de lechuzas
las alas de malos Espíritus,
el horror sobre las siluetas
y el sarcasmo sobre los gritos;
.Contengo eso que coge impulso,
extravío la hora y el camino,
condeno al ruido humano
la boca cerrada del Silencio;
.Con los zigzag del relámpago
yo escribo sobre la casa que caen
los horóscopos de la Tumba,
del Purgatorio y del Infierno.
.Siento a horcajadas el catafalco;
sobre los cementerios movedizos
devuelvo a nombre de los vivos
todo lo que la muerte vaya descontando.
.Y para los encuentros tristes,
sobre los brezales y las turberas
hago marchar tarros de cerveza
como una multitud de peregrinos.
.Pero, en el día, estoy entumecido:
me descanso y me adormezco,
entre mi tía la Enfermedad
y mi camarada el Remordimiento.
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