Mi cráneo es un horno de donde la llama se desborda:
¡ Martirio pesado y lento como un remordimiento !
y yo siento sobre mis huesos la espantosa horda
de las neurosis de fuego que galopan desbocadas.
Como un navío vencido, sin esperanza que a él aborde,
mi corazón va hundiéndose dentro del abismo de los muertos,
lejos del pasado que se burla y que el remordimiento bordea;
¡y chillo apretando mis dos puños que yo muerdo!
Tomo una pistola. ¡Horror! mi mano le suelta,
y el miedo de la nada devuelve mi alma tan cobarde,
que para sentirme vivo, -¡Oh! ¡La inmortalidad!
¡Me abandono en el pastizal a las ventosas de las chicas!
pero refinando entonces su tortuosidad
la Fiebre gira en mí sus más ahondantes barrenas.
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IL POSTINO
jueves, 29 de julio de 2010
MARTIRIO PESADO Y LENTO
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