Yo hice estos versos sutiles, pulidos como las sortijas,
para inmortalizar la gloria de tus senos
que mi agitado deseo golpea siempre sus ondas.
Que ellos florezcan luego eternamente sanos,
y que sobre la rigidez orgullosa de los picos de hielo
¡ellos se burlen para siempre de los siglos asesinos!
Sobre tu camisón, niña, mi ojo besa el lugar
que usa el frotamiento de sus botones rosas,
y ahí está que ya el vértigo me enlaza.
¡Si yo me atrevía! Tu sonrisa parecía decirme: "¡Atrévete!
Mis senos voluptuosos están ávidos de vuestros labios
y las lágrimas de amor quieren ser regadas".
Y para indemnizarme las noches donde tú me destetas,
tú no los ocultas más que debajo de tus negros cabellos
tupidos como los matorrales que mordisquean las cabras.
¡Embriaguez! Ellos son entonces tanto para mí que yo quiero:
ya que mis dedos cosquilleadores tengan caricias lentas
entrecortándose interrupciones y estremecimientos nerviosos.
Y cuando vibren sobre vosotros mis labios hostigadores,
libélulas de amor de las que ustedes son las flores,
vuestro encarnado enrojecido, ¡puntas hechizantes!
Rubí de los senos, ustedes realzan las palideces
y ustedes se afilan, hasta picar mi mejilla
como el pico diablillo de los pajaritos silbadores.
Y tú estremeces con un adorable mohín de disgusto
mientras que en el choque de tus brazaletes de oro
¡tu mano sobre mi melena indomable se pasea!
En vano el cierzo aulla al fondo del corredor,
tú sonríes de languidez sobre el sofá de ébano
delante de la chimenea apacible donde la llama se adormece.
Yo abraso enloquecido, yo me contengo apenado;
y sin embargo mi deseo que repta a tus rodillas
sabe que su paciencia tiene siempre buena ganancia inesperada.
Pero tu dejas caer tu provocador albornoz,
y moderna mujer promesa de los paraísos árabes,
tú brincas toda desnuda gritando: "¡Amémonos!"
¡Oh! como refunfuñamos estas mágicas sílabas,
dentro del querido instante donde, para mejor enlazarse,
nuestras piernas y nuestros brazos son pinzas de cangrejo.
¡Mi codicia al fin puede luego agotarse!
Ni un rincón de tu cuerpo donde mis labios no pacen
¡Tú me bebes, yo te aspiro! y, para relajarme,
yo admiro tus bellos senos que se inflan y se abaten.
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IL POSTINO
viernes, 30 de julio de 2010
RUBÍ DE LOS SENOS
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