En el vacío de mi abismo donde se pierde toda sonda,
ahora mismo, día y noche, yo veo brillar dos ojos,
amorosos elixires de la flama y de la onda,
reflejos cambiantes del spleen y del azur de los cielos.
Ellos son demasiado singulares para ser de este mundo,
y sin embargo estos ojos orgullosos, tristes y nebulosos,
sin cesar clavándome su luz profunda
exhalan las miradas penetrantes que son los besos azules.
Nada valen para mi corazón estos ojos llenos de ternura
únicamente encargados de abrevar mis aburrimientos:
lámparas de mi dolor, faros de mi desamparo.
Los ojos que son para mí la estrella en el fondo de un pozo,
adorables faroles místicos y fúnebres
surcando de relámpagos divinos el pez de las tinieblas.
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por la falta de luz algunos seres abisales carecen por completo de ojos
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IL POSTINO
viernes, 23 de julio de 2010
DONDE SE PIERDE TODA SONDA
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