¿ Puedo celebrarte tanto más que lo que te deba,
querido interlocutor en el lenguaje místico ?
Ayer una vez más, la pena, mojando mis dedos,
te arrancaba un sollozo fúnebre y simpático.
¡ Sea orgulloso de ser incomprendido por la vulgaridad !
Beethoven sobre tí desencadenó su locura.
Y Chopin, este Arcángel ebrio de extrañeza,
te derramó el exceso de su melancolía.
El sueño tiernamente pone a flotar sobre tus sonidos;
la voluptuosidad se desfallece con todos sus estremecimientos
sobre tus suspiros de amor y de tristeza vaga;
íntimo confidente del verdadero músico,
tú consuelas su corazón y su espíritu que vaga
por tu gemido, incondicional eco de sí.
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