No me lo explicó, de pronto, pareces sentir la felicidad, realizas cada uno de tus sueños, estás en plan triunfador, y sin avisarte viene la tormenta y te caes inexplicablemente. ¿Por qué tener esa suerte? Estabas probando el néctar de la vida, lo gozaste por varios meses, hasta que el derrumbe de tu suerte echa abajo todas las proezas que podrías haber realizado. Castigo divino es acercarse al árbol del fruto prohibido, pero acaso no hay muchos que concretan una y otra vez una vida fuera de la norma de Dios y no les suceden crisis existenciales. ¿Será acaso que la factura se cobra por ese titubeo de tener cierta reserva hacia la vida? ¿Cómo tener una vida holgada de placer cuando tienes dudas? ¿Y más grave aún cuando depositas el éxito de ser si eres correspondido por un fantasmal recuerdo? Desastre es que por más que luches lo que no es tuyo, no será tuyo, aunque quizá ya es tuyo sin que lo hubieras calculado o buscado asiduamente. Me asombra sentirme rey por un instante, aunque no tenga mansión, todo lo que imaginaba iba saliendo para cumplir mis deseos, claro, aún hoy sigo recibiendo sorpresas agradables, pero lo magnífico de Gatsby es el poder de convocar ante sí a lo que más deseaba, llevar la corte donde escuchar cuentos de Scherezada a los ojos terrenales de la amante que no desea que desaparezcas. Infidelidad, tema clásico de la novela, ¿quién puede valorar lo que puede provocar la infidelidad? Al leer "El Gran Gatsby" recordé un película inglesa titulada "Separate Lies", solo triunfa la pérdida de confianza, después del tormento de los celos, los sucesos son una disputa por ya no querer permanecer unidos, porque ocultar lo pasado es el peor error, y el desenlace suele ser trágico...
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