La fuente del valle profundo
brilla en la parte de abajo de las viejas torrecillas
de las que las techumbres se deshacen
y cuyas veletas dañadas
van y vienen, vienen y van.
Nunca la espuma de jabón
enturbió sus plegamientos endebles;
Ella es límpida hasta el fondo,
la fuente.
Sobre sus bordes los sauces me hacen
de abanicos y de sombrillas;
y allí, entre las langostas,
yo detengo mi paso vagabundo
para leer Virgilio y al buen
La Fontaine.
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IL POSTINO
miércoles, 4 de agosto de 2010
DETENGO MI PASO VAGABUNDO
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