Dentro del aire como abrasado por un calor de chimenea
ellas tienen un aroma tan pesado como aburrido,
y por un crepúsculo tempestuoso y mojado
la blanca llega a ser amarilla, y la amarilla, verdosa.
.
Pero en el alba naciente, a esta hora donde la noche
abandona llorando las estrellas apagadas,
cada una se alisa y enciende sus colores,
y su perfume se escapa con el viento que huye.
.
A menudo se distingue dentro de la atmósfera caliente,
sobre sus pétalos blancos, purpurinos o rosas,
un bonito insecto en los reflejos irisados
que resplandece al sol así como una esmeralda.
.
Muchas moscas que son extractoras de miel
vampirizan alegremente estos reinos vegetales,
y más de un viento del norte con los alientos brutales
asola su jardín adormecido debajo del cielo.
.
Ellas tienen por bello picar el dedo que las rapta
Se enfrenta riendo a su pérfida belleza,
para coger estos botones tan plenos de voluptuosidad,
que se diría de la carne hinchada de orgullo con el sueño.
.
Adornando la modestia tan bien como al orgullo,
floreciendo todo, cabellos, ojales, blusas,
ellas son las joyas de los locos como de los prudentes
y se deshojan otra vez sobre la virgen en el ataúd.
.
Y lo mismo, entre el tejo taciturno y el ciprés austero,
dentro de los dormitorios pedregosos donde yacen los difuntos,
ellas hacen olvidar a fuerza de perfumes
la putrefacción que se fermenta debajo de la tierra.
.
También, más que carcomido de sufrimiento y de aburrimiento,
a mí me gusta verlas, corola grande abierta,
pavonearse en la punta de su tallo cruel y verde
dentro de la cesta oval en los linderos del boj.
.
Mi espíritu cubierto de bruma sufre su influencia;
ellas me hacen soñar de inefables Edenes,
y yo adoro estas flores donde el ángel de los jardines
refina el perfume, la forma y el matiz.
.
Amo la rosa púrpura en los botones de carmín,
corto donde se le bebe la sangre filtrada de la naturaleza,
sirena de la que el soplo errante a la aventura
es un susurro de amores sin mañana.
.
Pero yo prefiero otra vez la rosa que padece tisis
de la que el encarnado quejumbroso aviva la palidez:
¡Oh! ¡como tus suspiros embalsamados, triste flor,
me llegan dulces y puros dentro de la claridad lunar!
.
De la villa moderna a la antigua casa solariega,
tú deleitas en todas partes mi ojo y mi nariz:
Donde más que yo vaya, es a ti que mi humor triste
roza amorosamente como una mariposa negra.
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IL POSTINO
miércoles, 4 de agosto de 2010
ROSAS HACIA INEFABLES EDENES, SUSURRO DE AMORES Y AMOR DE MARIPOSA NEGRA
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