Duraznos rosas, todos en coro
embalsaman las viñas desiertas;
la batea hace su ruido aplaudidor
al borde de las charcas descubiertas,
y la noche pierde su duración.
El viento que no tiene más de rigor
dispersa en soplidos alertas
la contagiosa languidez
de los duraznos rosas.
El Amor sonríe, tierno y burlón,
ya que pronto, dentro de las hierbas verdes,
ojo medio cerrado, labios entreabiertos,
más de una en los brazos de su vencedor
va a incurrir en una culpa de todo su corazón
de los duraznos rosas.
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IL POSTINO
miércoles, 4 de agosto de 2010
LOS DURAZNOS ROSAS
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