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IL POSTINO

IL POSTINO

domingo, 22 de agosto de 2010

FUGITIVOS COMO UN OLEAJE SOBRE EL MAR

El hombre es un duende que cae en la muerte,
gran pozo siempre muy abierto sin cuerda ni brocal
y del que el agua taciturna eternamente duerme
bajo el horror que la emploma y el olvido que la hiela.
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Este ángel femenino que caminaba sin pavor,
al borde de los lagos cantadores donde los céfiros se mojan,
¡Vea como es blanco! ¡Toque como está frío!
Ahí está ya que apesta y que los gusanos ya reptan.
.
¿La esperanza? ¡El deseo! ¿El Amor? ¡La locura!
¿La gloria? ¡Triste flor muerta reventando en la tierra!
La ilusión se enfrenta a la realidad
y nuestra certeza equivale al misterio.
.
La voluptuosidad nos usa y rasca nuestros cabellos;
nosotros no sobresalimos tan bien que con el propósito de mejor desaparecer,
y cuando el hombre insensato vocifera: "¡Yo quiero!"
la enfermedad llega y le responde: "¡Quizá!"
.
¡Oh! Es la grande piedad de ver el ápice orgulloso
¡mostrar el puño al cielo babeando de rencor!
son muertos hoy aquellos que reinaban ayer:
¡nada de indultos! La muerte no puede obsequiarlos en nadie.
.
Y mientras que su falsificación reluce en el horizonte,
la vida es una cloaca donde todo ser chapotea;
la mujer con su corazón, el hombre con su razón,
se revuelcan en el mal como un puerco dentro de su chiquero.
.
El filósofo dice: "¡La Vida es un combate!"
Sufrir, es merecer; disfrutar, ¡es ser cobarde!"
Pero ahí está que gime, se estremece y se debate
bajo la invisible mano que nunca nos suelta.
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El poeta, olvidando que él es de carne y de hueso,
deprava su espíritu dentro de un sueño imposible;
y el éxtasis dentro del ojo, y la quimera en la espalda
vuela al abismo final como una bala hacia el blanco.
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Cuando nuestra hora es marcada en el reloj clandestino,
¡Adiós parientes, amigos! ¡Hundámonos dentro de las tinieblas!
Es el último tributo que se le debe al Destino
que apisona nuestra ceniza con sus pies fúnebres.
.
Nosotros pasamos fugitivos como un oleaje sobre el mar;
nosotros salimos de la nada para caer allí otra vez,
y el infinito nos mira de reojo con una risa amarga
fantaseando en lo finito que sin cesar devora.

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