Lleno de viejos venenos afectados de ceguera,
el estanque, bajo un cielo bajo resonando sordos truenos,
ostenta entre sus juncos varias veces centenarios
el chapoteante horror de su opacidad.
.
Allí, los duendes sirven de luminarias
en más de un pantano negro, siniestro y temido;
pero él no se da a conocer en este lugar abandonado
más que por sus ruidos horribles de sapos infectos.
.
Ahora bien, la Luna que aparece muy justo en este momento,
parece ya observarse tan fantásticamente,
que se diría de ella, al ver su espectral figura,
.
su nariz chata, y el vago extraño de sus dientes,
una cabeza de muerte iluminada por dentro
que vendría a mirarse en un espejo oscuro.
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IL POSTINO
viernes, 20 de agosto de 2010
EL ESTANQUE REFLEJADO
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