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IL POSTINO

IL POSTINO

lunes, 9 de agosto de 2010

ELLA, SERPIENTE

Al lado de un río donde las malezas remojaban,
dentro de los caminos perdidos, con montículos y rojizo,
se les ve arrastrarse a los accesos de sus agujeros,
ondulantes rosarios de vértebras que reptan.
.
¡Oh la serpiente! El tan fantástico animal
que surge bruscamente de las hojas o de las piedras
y que deja verter de sus ojos sin párpados
¡el brillo magnético y feroz del mal!
.
Ya que Ella tiene miradas tan frías como las navajas,
que mantienen paralizados a los menos aterrorizados;
ya que Ella chupa al pájaro desde sus ojos imantados
y hace morir de miedo a los sapos y a las mujeres.
.
Repugnante como la muerte y bella como Satán
de la que Ella es el místico y tenebroso emblema,
su aparición vuelve siempre al hombre pálido:
Es el fantasma el cual nunca se espera.
.
Y mientras que rezumando el crimen y el misterio,
todo un pérfido enjambre del mundo vegetal
esconde inactivamente más de un veneno fatal,
Ella es la arrastradora de los venenos de la tierra.
.
El talud, la fosa, la encrucijada, el matorral
brillan de su color relumbrante y sordo;
y la culebra ágil y la víbora pesada
encienden dentro del brezal un tortuoso estremecimiento.
.
Ella es de las que la piel, como dentro de los espectáculos mágicos,
sorprende al ojo deslumbrado por tales tornasoles
que se diría, al verlas alargadas y dormidas,
de las cintas de acero azul laminadas de piedras preciosas.
.
Cómplices de la zarza y de las piedras cortantes,
Ellas viven en las praderas, los montecitos y en las riberas;
y se le ve dentro del horror de los grandes bosques vírgenes;
muchos troncos de árboles rugosos con corbata de serpientes.
.
Allá, no lejos de la pitón que hace su gimnasia,
la boa, con un cielo rutilante y azufrado,
digiere casi muerto algún búfalo engullido
dentro del abismo viscoso de su cuerpo elástico.
.
En invierno la serpiente se embodega dentro de las rocas;
Ella va a sepultarse en el hueco podrido del árbol,
o enrolla en brazalete su pobre cuerpo de mármol
bajo un montón de estiércol que pisotean los gallos.
.
Pero después de las escarchas, la nieve y las lloviznas,´
Ella gana los barrancos y el borde de los torrentes;
Ella vuelve a subir la espalda espumosa de las corrientes
y trepa, así como una hiedra, a los viejos muros en ruinas.
.
Como un convalesciente por los mediodías benignos,
a veces Ella se arriesga y merodea en la aventura,
impaciente de ver incendiarse a la naturaleza
para mejor inocular sus terribles venenos.
.
Entonces de los revoltillos de hierba en el montón de piedras,
agitadora sobria y muda, socarrona y cautelosa,
Ella repta con lentitud y se detiene prudente
bajo el sol cociendo que da lustre a sus escamas.
.
Solitaria aletargada que adormece el aire asfixiante,
Ella escucha pasar la brisa imperceptible;
y las crepitaciones de insectos sobre la arena
mecen su sueño largo como un sueño de niño.
.
Despierta, ahí está como una sombra furtiva
que se alza lanzando sus ganchos a media,
y que, delante de la presa o delante del enemigo,
silba como el invierno y la locomotora.
.
Pero Ella ama el sol y la luz; Ella es
la empalagosa enternecida de las mentas y de las rosas;
su cólera se funde dentro de la dulzura de las cosas,
y esta envenenadora es una bebedora de leche.
.
También el infortunado reptil melómano
que se retuerce bajo el peso de su condenación
me inspira menos pavor que compasión:
Amo a esta marginada de donde el vértigo emana.
.
Y cuando equivoco escudriñando el misterio del agua
que estremece y que brilla dentro de la penumbra monótona,
yo imagino a menudo al fondo de una caverna
los entorpecidos amores de la Cobra-Capelo.
.

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