Demasiado mayor para haber podido seguir a la manada,
él permanecía allí, perdido como una ruina:
y dentro de un abismo, al lado de un torrente lleno de baba,
él cargaba con el cáncer que le comía la piel.
El hecho es que el Diablo hizo un partidario,
tanto la brujería habitaba su ojo hundido
y tanto él tenía prendida, sobre el borde de este torrente,
la desnudez del gusano y el paso del sapo.
.
¡Yo me fugo! Ya que la bestia acogía mi proximidad
con un balido de odio y de reproche
estridente como una voz que grita: "¡Al asesino!"
.
Y la noche tenebrosa instalaba su reino,
que yo escuchaba siempre sollozar en mi seno
la maldición del viejo carnero fantasma.
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IL POSTINO
viernes, 20 de agosto de 2010
EL VIEJO CARNERO
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