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IL POSTINO

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domingo, 15 de agosto de 2010

SOBRE EL SOLILOQUIO DE HAMLET

Se reconoce al arte aunque retrate escenas incómodas para la sociedad no acostumbrada a los excesos, que sin embargo reproducen en señales con audiencia considerable, la sangre, el crimen, la corrupción, la perversión, se transmiten con lo que se busca comunicarnos, quizá el efecto de crear miedo, ya que si no lo hay desaparecerían las instituciones de consuelo o cobijo por medio de la supuesta intervención de un ser extramundano.

Se debe orientar que así como existe un director de cine como Quentin Tarantino, como maestro de la violencia, también está un maestro exquisito del suspenso como es Hitchcock, y desde luego la directora de Frida hace una representación maravillosa de una obra de Shakespeare que trata la venganza de una mujer cautiva por los romanos que sufre el ultraje y daño que después repartirá a diestra y siniestra siendo emperatriz. El Hamlet está plagado de escenas de revancha y el crimen va hasta al fondo, porque como dice en el soliloquio:
¿Quién querría sufrir del tiempo el implacable azote, del fuerte la injusticia, del soberbio el áspero desdén, las amarguras del amor despreciado, las demoras de la ley, del empleado la insolencia, la hostilidad que los mezquinos juran al mérito pacífico, pudiendo de tanto mal librarse él mismo, alzando una punta de acero? ¿quién querría seguir cargando en la cansada vida su fardo abrumador?...

Se tiene que ver que han existido hechos deleznables y que no pretenderlos ver es quedar expuestos a sufrir un derrumbe de la fantasía que acoraza cada quién, y por ello si se puede leer sobre la violencia de la Roma antigua o sobre la familia Borgia o dialogar sobre los sucesos de impacto como es la anarquía en algunos poblados donde no se puede garantizar la seguridad, y desde luego se puede condenar los actos criminales de quienes supuestamente con el auxilio de su fe salvarían a los pecadores, pero que terminaron siendo más pecadores al atentar contra su grey.

No se presentará el corrido de alguién fuera de sí, con el frenesí, buscando quién se la paga por su impotencia, por lo que se decide dejar fuera de lo que se publica en este blog el llamado "Soliloquio de Troppmann" por considerarlo repulsivo en cuanto a que narra la carnicería de un desquiciado.

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