Estas pupilas azul violeta,
dentro del matorral lleno de murmullos,
no tienen más que un apagado y lechoso reflejo
al lado del negro reluciente de las moras;
ninguna avispa en el largo corpiño.
Pero aquí está que muchos pajaritos
se despiertan y descienden los ramajes
para picotear, tanto que a él le gustan,
estas pupilas.
Como las cuentas del rosario,
las pupilas salen redondas y puras
de un revoltillo de verdes encajes;
los prados sienten la serpol,
y el alba abre dentro del aire alocado
sus pupilas.
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IL POSTINO
sábado, 7 de agosto de 2010
Y EL ALBA ABRE SUS PUPILAS
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