LA PEQUEÑA ROSA Y EL PEQUEÑO AZULEJO

Nómada confidente de las hierbas y de las plantas,
impalpable abanico del suelo áspero y chamuscado,
caricia de lagos muertos y de ríos lentos,
vendedor ambulante del aroma y del murmullo también,
el céfiro me contó la historia que aquí pongo:
"Dentro de un melancólico y lánguido viaje
que yo hice hasta el fondo de un jardín sin cercado
donde de los cuatro horizontes el misterio afluía,
yo escuché de repente el encantador parloteo
de la pequeña rosa y el pequeño azulejo.

"Sin duda alguna hada de las manos hechizantes
les donó el poder de caminar así,
ya que ellas se esfumaban, estas florecitas parlantes,
de la mañana hasta la noche, vagabundeando por aquí,
por allá, charlando de amor y no habiendo preocupación alguna.
Su ternura no era más que de niñería;
pero sin embargo dentro de las rincones cubiertos por el follaje
la pareja tan juguetona era a veces muda,
y yo no escuchaba más que la bonita palabrería
de la pequeña rosa y el pequeño azulejo.

"Una mañana en el perfume de las corolas temblorosas,
todo el jardín cantó bajo el cielo aclarado;
el estanque despertó sus ondas somnolentes,
el abeto fue menos triste y la serpiente helada
pareció deleitarse sobre la roca suavizada;
La mariposa, el pájaro que vieron la recolección
y la abeja que despide a tantas flores en el pillaje,
dentro de una brizna de sol bailaban un minueto:
y yo aprendí que esto era el día de matrimonio.
de la pequeña rosa y el pequeño azulejo"


ENVÍO
Tú que haces sobre mi boca un tan dulce despilfarro
de besos que son frescos, pulposos como el ostión,
princesa enfermiza en el cuerpo ligero y endeble,
digna tu recuerdo hasta dentro de la vieja edad
de la pequeña rosa y el pequeño azulejo.