Su tos que resuena como un lamento humano
agita obstinadamente su gran cuerpo agobiado;
hocico abajo, jarretes fofos, sobre su paja de trigo,
él no comió ni bebió desde hace una semana.
En vano, a pequeños pasos, un niño le pasea
y caza los tábanos pesados de los que él está acosado,
su tos que resuena como un lamento humano
agita obstinadamente su gran cuerpo agobiado.
Él entristece el establo y el patio de la hacienda
y la prolongación del eco desolado
repercute en el máximo vacío del aislamiento de la casa solariega
llena de vagos pavores que la Medianoche vuelve a traer,
su tos que resuena como un lamento humano.
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IL POSTINO
sábado, 7 de agosto de 2010
EL CABALLO TÍSICO
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