El ciego, un verdadero Goya retocado por la Morgue,
arrodillado dentro del frío cortante como una falsificación,
automáticamente sacaba de un pequeño órgano
un sonido inolvidable a fuerza de ser falso.
.
Sudando por todos los extremos la miseria que aflige,
él ostentaba dos ojos pálidos donde nada brilla;
y tal era el aspecto de este vivo cadáver,
que rendía al transeúnte generoso a pesar de él.
.
A dos pasos, un paseante de figura enfermiza,
acodado sobre el puente, miraba el Sena
silbando con un aire canalla y vicioso;
.
de repente, hacia el platillo él tendió su mano amarilla,
era el gesto que se tiene cuando se hace la limosna,
y robó fríamente al viejo hombre sin ojos.
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IL POSTINO
sábado, 14 de agosto de 2010
LADRONES EN LA POBREZA
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