GAVIOTAS LIMPIAN LA MAR

En montón, dando largos gritos ladradores
tan quejumbrosos como los gritos de lechuzas,
alrededor de los puertos, sobre los abismos ahogadores,
dentro del aire sucio se están alborozadas las gaviotas,
prontas al vuelo como las alondras.
Como un pájaro plumón malva y salpicado de rojo,
sobre el agua babosa donde el viento hace huecos,
se les puede ver burlarse de los trabajos
y aventurarse bajo el cielo con furia,
para limpiar la mar de sus carroñas.

Presintiendo los oleajes, siniestros guías de la embarcación,
y los escollos negros de los que las siluetas
hacen a los marinos tan grandes espantos,
ellas abandonan con piruetas
de aquí, de allá, como las veletas.
Dentro de los vapores vidriosos de los tiempos bochornosos
donde nuestro ojo sigue las sombras suaves
de los mástiles inclinándose con los aires borrachos,
estos grandes pájaros merodean sobre los remolinos
para limpiar la mar de sus carroñas.

Y cuando los oleajes llegados a ser resplandecientes
duermen acunados por las brisas débiles,
se les vuelve a ver, ávidas merodeadoras,
dispersando sus bandas inquietas
a los alrededores de los acantilados mudos.
En vano todo ríe, la niebla se disolvió;
estos carnívoros que nunca están saciados
abren otra vez sus alas de cigüeñas
sobre las piedras pulidas como en los bajos fondos,
para limpiar la mar de sus carroñas.



ENVÍO
Buitre pálido, fisgón de los peligros,
tú del que el pico da tan grandes picotazos
dentro de las trizas podridas donde tú te sacudes,
¡Ve para allá! tus hermanas ya te dan lugar de encuentro,
para limpiar la mar de sus carroñas.