Cuando la uniformidad me repugna,
en la calle o dentro de la casa,
¡qué ocasión para ennubecer el momento
en que yo saboreo tu querido veneno!
¡Oh! mi parte de nicotina,
mi mirada se entusiasma siguiendo
tu humo errante y burlón
¡como la ola y como el viento!
¡Qué dulce poción en estas bocanadas
que yo aspiro por tu cuello negro!
Sólo contigo, yo veo a las hadas
bailando en la cumbre de una casa solariega.
Aspirando tu olor tabaquero
más sutil que los perfumes,
en medio de un sueño mágico,
evoco a mis amigos difuntos;
Y mi espectral bien amada,
con su mirada alarmante,
sobre tus espirales de humo
flota misteriosamente.
Tu niebla es el columpio
que mece mis días y mis noches;
tú guías como un amuleto
mis pesadillas y mis aburrimientos.
Y yo cuezo mi hastío del mundo
dentro de tu horno amplio y profundo:
encuentro al hombre menos inmundo
fumándote, la mirada en el techo.
Tú muestras a mi fantasía
que se envuelve de una mortaja,
los horizontes de la poesía
donde el verso se esboza todo sólo;
Y para mí tu sabor bendito,
delicioso de acritud,
conserva en su monotonía
¡una eterna novedad!
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IL POSTINO
jueves, 12 de agosto de 2010
LA PASIÓN DEL FUMADOR
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