Ellas salen radiantes y dulces
de los limbos de la crisálida
y rozan dentro de los caminos rojizos
las zarzas, los bojs y los acebos.
Para ver los viejos muros llenos de agujeros
y que el musgo consolida,
ellas salen radiantes y dulces
de los limbos de la crisálida.
Para ellas, las bebedoras de perfumes,
todas las flores son respiradas;
ellos van de los avellanos difuntos
a los nenúfares de los estanques oscuros;
y para ellas, las queridas inoportunas
de las soledades desconsoladas,
para ellas, las bebedoras de perfumes,
todas las flores son respiradas.
Rojas, grises, negras, amarillas y blancas,
laminadas de azur, teñidas de rosa,
ellas pasan rozando, alegres e indolentes,
la mata de hierba en las puntas temblorosas;
y por los mediodías agobiantes
ellas viajan dentro del aire sombrío,
rojas, grises, negras, amarillas y blancas,
laminadas de azur, teñidas de rosa.
Ellas son llevadas por el viento pesado
así como la hoja por la ola;
encima del arroyo que corre
su vuelo es somnolente y corto.
Solas, dentro de la crepitación sorda
del campo verde y rubio,
ellas son llevadas por el viento pesado
así como la hoja por la ola.
Sobre los helechos de los grandes prados
y las retamas en las vainas negras,
sobre las amapolas púrpuras,
ellas se estremecen muy asustadas.
Y se les ve sus tonos matizados,
deslumbrantes como los muarés,
sobre los helechos de los grandes prados
y las retamas en las vainas negras.
Las mariposas pierden un poco
del polvo de sus alas
en el buenos días y en el adiós
que ellas susurran al cardo azul;
y, muchas veces, en más de un juego
con sus hermanas, las señoritas,
las mariposas pierden un poco
del polvo de sus alas.
Sobre la costa donde el lagarto verde
desliza con un estremecimiento de estrella,
ellas se detienen bajo el cielo claro
en medio de un cáliz abierto:
Sus alas bien juntas tienen la apariencia
de una pequeñita vela,
sobre la costa donde el lagarto verde
desliza con un estremecimiento de estrella.
La margarita o el azulejo
las toman por flores voladoras
y el pájaro, de un ojo inquieto,
las sigue sobre su rama débil.
Bonitas merodeadoras en vuelo mudo,
cuando ellas pasan dentro de los valles,
la margarita o el azulejo
las toman por flores voladoras.
La Pavón-de-día sobre el céfiro
siembra piedras preciosas;
azabache, coral, topacio y zafiro;
sobre la rosa ella viene a dormirse;
su vista ataja al suspiro
y vuelve a las pupilas alegres:
La Pavón-de-día sobre el céfiro
siembra piedras preciosas.
De repente, la Esfinge-Cabeza-de-Muerte
pasa y dice: "Tú serás cadáver".
Se doma al aburrimiento que muerde,
es el refugio del remordimiento.
Y libre, indolente y fuerte,
se van sin nada que nos aflija.
De repente, la Esfinge-Cabeza-de-Muerte
pasa y dice: "Tú serás cadáver".
MARIPOSAS - MUSICAL
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IL POSTINO
domingo, 8 de agosto de 2010
INUNDARON UN SEGUNDO DEBAJO DEL CIELO
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