Esta navaja donde la herrumbre dejó su vestigio
por el solo recuerdo llega a trastornarme,
y sobre ella, yo nunca puedo ver sin temblar
la atmósfera de sangre que ronda y flota.
¡Sí! ¡su vista tiene para mí yo no se qué prestigio!
Ella me atrae, ella me sujeta con clavos, ella me hace retroceder,
y va, cuando yo me valgo en ella, hasta inocularme
un peligroso estremecimiento de horror y de vértigo.
Estando hastiado del presente como del mañana,
tengo gran miedo que a la larga ella no tiente mi mano
por una clase de muerte donde mi espíritu se detenga.
Esto es porque yo me voy a tirarla dentro de un agujero,
ya que con ella yo siento que me volvería loco
¡y que terminaría por cortarme la cabeza!
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IL POSTINO
jueves, 19 de agosto de 2010
LA NAVAJA DE RASURAR
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