Cuando la lluvia, así como una inmensa madeja
mezclando en el infinito sus largos hilos de agua helada,
cae de un cielo fúnebre y negro como una cueva
sobre París, la Babel escandalosa y excitada.
.
Abandono mi albergue, y sobre los puentes de hierro,
sobre el macadán, sobre los pavimentos, sobre el asfalto,
dejando mojar mi cráneo donde crepita un infierno,
yo camino a paso frenético sin nunca hacer alto.
.
La lluvia infiltra en mí sueños obsesivos
que me hacen chapotear lentamente dentro de los lodos,
y yo me voy, merodeador taciturno, la pipa en los dientes,
sin cese salpicado por millares de ruedas.
.
Esta lluvia es para mí el spleen de lo desconocido:
ahí está porque tengo sed de estas lágrimas débiles
que sobre París, el monstruo en el sollozo continuo,
caen oblicuamente lúgubres, y mudas.
.
El eterno trato de los peatones pasmados
no me subleva más, mis pensares tanto fermentan:
Apenas si yo percibo a los amigos reencontrados
murmurando con un aire verdadero sus palabras que mienten.
.
Mis ojos están perdidos, tan muertos y tan frios,
que dentro de el va y viene de las sombras libertinas,
yo no miro bajo las faldas arremangadas
el alegre brinco de los fogosos botines.
.
Rumiando muy alto los poemas de hiel,
afronto sin verlos el charco y el arroyo;
y mezclando mi tristeza al dolor del cielo,
yo camino dentro de París como en un cementerio.
.
Y entre el barullo impuro de los demonios,
dentro del gran laberinto, al azar y sin guía,
me adentro, y aspiro entonces a pulmones llenos
la horrible humedad de esta niebla líquida.
.
¡Yo soy todo en la lluvia! A su encantado asesino,
los versos dentro de mi cerebro chorrean como una ola:
Ya que para mí, el explorador de lo triste y de lo malsano,
esta es la poesía atroz que me inunda.
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IL POSTINO
miércoles, 18 de agosto de 2010
SED DE ESTAS LÁGRIMAS
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