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IL POSTINO

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jueves, 11 de marzo de 2010

EL ESPÍRITU GUERRERO DEL LEOPARDO

Año de la celebración del Mundial de Fútbol en Sudáfrica, se procede a quitar el velo a los diálogos traídos con la miniserie Shaka Zulu, que fue realizada cuando el apartheid seguía formando parte de la política del gobierno de Sudáfrica.

Capítulo 6

Shaka pide se le elabore el arma perfecta para un guerrero, y le es forjada el arma mortal con la que someterá pueblos.

En la miniserie se trata de mostrar un sentimiento de venganza del Shaka en cuanto a su deseo de aplastar pueblos porque lo rechazaron cuando no encontraba donde tener alojamiento, debido al exilio que le impuso su propio padre.

El gordo general de los Mtetwa es un ejemplo de la obesidad por la falta de guerras en las cuales se realice ejercicio físico. Este general se burla del Shaka porque no entiende que no existen las guerras donde se derrame sangre. El concepto de la guerra del general es mostrar el ejército, las armas, y el ritual, pero nunca dañar al adversario, mostrar quién lleva la batuta por el buen entendimiento de quien posee los misiles. Es tal, una "guerra fría", los africanos habían evolucionado en su mentalidad pacífica mucho más que los belicosos blancos de su época. Pero es evidente que se quiere mostrar a Shaka como un alborotador, un rebelde sin causa, alguien que quiere meter desorden a la vida en calma de África. El general acusa al Shaka ante el Rey Mtetwa de querer transformar a sus hombres en asesinos. Es visto en América Latina, el estigma de que si usan los gobernantes un traje militar, su país carece de libertades genuinas, porque se vive en Estado de Guerra o en un Estado de Entrenamiento de Guerra permanente, lo que trastoca la vida cotidiana, ya que el lenguaje en una guerra es seguir la línea o la orden, o volverse candidato a ser fusilado, a ser puesto en capilla. Pero en el Reino Mtetwa donde hay paz, se permite que el Shaka muestre su forma de ver la guerra como detener los latidos del corazón del oponente, dejar fluir su sangre vital, cortar el aliento que le fue dado para continuar en este sueño. Shaka quiere los corazones, la sangre, la última exhalación de vida de sus contrincantes. Para los europeos y para las tribus opuestas al Shaka, se ha vuelto loco, es un Atila, su objetivo es destruir sin piedad. No se manifiesta en la miniserie todavía si el ejército del Shaka captura prisioneros con fines de ritual o sacrificio. No se pone en evidencia un temor a una divinidad que les imponga ser guerreros y conseguir hazañas heroicas. Pero el Huitzilopochtli azteca era sangriento, y no lo deja de ser el Ares griego, Marte romano, aunque tenga maquillaje de "civilización". Para el general Mtetwa la guerra es un acto circense en que se da un espectáculo sin sangre, se pone entretenida porque los participantes ponen su mejor esfuerzo, y ponen todo su corazón, su sangre hierve, y la respiración agitada muestra como el alma quiere escapar y mostrarse, es decir, se despliegan a la vista de todos las capacidades humanas, pero el vencedor no pide la muerte del rival, no da el tiro de gracia, no humilla más al derrotado, y lo deja vivir sabiendo que ha perdido la contienda. Para el Shaka esto no satisface su voluntad, si un derrotado queda vivo puede ser quien alce el puñal y se lo entierre al César, Shaka elimina a los derrotados para además inspirar miedo, crearse un halo de divinidad de la vida y la muerte, de ser quien decide si alguien permanece con vida o no. El pavor del poderoso Shaka a no dejar cabos sueltos, lo vuelve obsesivo en dañar a quien lo desobedece, a quien no le muestra reverencia o miedo, a quien se ha cruzado cuando él se encuentra de mal humor. Para el general, el Shaka está loco, porque quiere instaurar costumbres bárbaras, es decir, quiere volver los ordenados rituales de guerra en unas farsas desordenadas. Contradicción del humano, regresar al instinto animal reprimido, y volver su paz en guerra, su disfrute del juego y sus hobbies por la sanguinaria máquina de quitar la vida a otro. Pero, así los civilizados arrojan a un lado sus rituales consolidados, así los africanos se lanzan a la novedad de seguir a Shaka quien retador y seguro de su potencial les inculca el nuevo dogma, matar a otro es la redención, ser guerrero sanguinario es la moda. El Shaka se ufana al instaurar el belicismo, verán si la guerra es el juego que querían que fuese. Por lo pronto, Shaka ya no pudo observar los Juegos Olímpicos o el Mundial de Fútbol que se llevará este 2010 en Sudáfrica, pero los más fuertes, los más rápidos, los más astutos, se dan cita en mostrar sus capacidades, no buscando inspirar un miedo o un sometimiento, pero mostrando su capacidad de guerreros en batallas por mostrar los límites de la raza humana.

El leopardo es una divinidad para los zulúes, y por supuesto que Shaka quisiera que sus guerreros utilicen la táctica del leopardo. Ahora la figura del leopardo es usada como mascota del Mundial de Fútbol.

El Rey zulú quiere dar una lección al Shaka, lo quiere matar por desobedecerle, lo quiere eliminar por desconocerle, pero es su padre, y tiene las manos atadas, aunque quiera dañar a su hijo, no llegará a la atrocidad de Agamenón, y ni siquiera a alzar el brazo como Abraham, simplemente no podrá capturar a su hijo, nunca deseó matarlo, se ha vuelto más fuerte que él, debe ser su heredero, pero la enfermedad atrapa al Rey zulú, quien decide poner en el trono al más débil para que su hijo tenga piedad con su tribu, para que a su hijo no lo ciegue la venganza tratando de cobrar factura con todos.

En la miniserie, irónicamente manifiestan que Shaka alteró la estrategia militar africana, puesto que no había guerra, quiere decir que Shaka llevó la barbarie a muchos pueblos, pero quizá para disminuir los pecados de Inglaterra a la violencia de la guerra le denominan "estrategia militar".

Shaka se lanza contra su padre, quien le exige sumisión, y eso marcó el inicio de una lucha constante para el Shaka, no peleaba contra el mundo, peleaba contra los gustos de hacerlo sufrir de su propio padre, peleaba contra "las etapas", barreras, obstáculos que oponía su padre para su sano desarrollo, peleaba por liberarse y forjarse como una persona, su propio yo, sin la atadura del padre. Shaka quizá vivió con resentimiento por todo lo que sufrió, fue marcado por el dolor de la orfandad, pero la miniserie quiere mostrar que la máquina de matar del Shaka se produce debido a una mala formación, a vivir como si todos fueran enemigos a muerte, y de eso a volverse el sanguinario ídolo un sólo paso. Es de notar que la miniserie se nutre de la idea de El Corazón de las Tinieblas, en cuanto que una persona viviendo en África cambia sus costumbres civilizadas y puede llegar a enloquecer como Kurtz. Lo que parecen llevar a cabo, es que el Shaka por su ambiente o su formación, por su padre autoritario, tuvo que degenerar en un tirano. Pero, parece que Shaka disfruta la guerra, él desea celebrar su vida con victorias de guerra, y que mientras no encuentre freno su apetito bélico no disminuirá.

El Shaka que pinta la miniserie, retrata a un Shaka que llega a decir si llorase sería por mí, no por su padre. No es megalomanía, quizá es cierto que Shaka se ha forjado en el sufrimiento, se ha vuelto un hombre que no exterioriza sus sentimientos, y que está condenado a no ver la vida de otra manera que la guerra.

Shaka se apodera del trono zulú haciendo que se humillen los débiles.

Y pareciera que el destino del Reino Zulú bajo el comando del Shaka será que sólo habrá una realidad: La Guerra.

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