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IL POSTINO

IL POSTINO

martes, 30 de noviembre de 2010

INAUGURACIÓN DE GIMNASIO "HARD CANDY"

¡ MADONNA EN LA CIUDAD DE MÉXICO !


La Ciudad de México, "una gran ciudad. Siempre he tenido interés en su folclor. He venido durante años, amo su cultura, la arquitectura, la comida, la música y el arte mexicano. He tenido una conexión muy especial con este país y tengo un gran número de seguidores aquí"

LUGAR MISTERIOSO E INCOGNOSCIBLE

"La relación entre coleccionistas europeos y antigüedades egipcias –especialmente momias- en la ficción inglesa era parte de un complicado espectáculo de posesión y control epistémico desde el principio. Como las reliquias y los representantes de un temprano poder imperial, las momias sostuvieron una fascinación particular en la cultura popular y en la ficción. En efecto, desde sus más tempranas representaciones en la cultura occidental, las momias son entendidas para ser “representantes de la sabiduría de los arcanos y la medicina semimágica” y el discurso de la egiptología representaba al antiguo Egipto como un ejemplo de poder imperial que complementaba ese de la Gran Bretaña. La excitación generada por la invasión de Napoleón de Egipto en 1798 creó una locura para todas las cosas egipcias que continuó en Europa todo el siglo diecinueve y resultó en una nueva iconografía y estética egipcia. Significantemente, este gesto temprano del control imperial moderno sobre el Oriente era casi en partes iguales militar y científico. En última instancia la invasión condenada al fracaso envolvió ambos la cantidad usual de soldados requeridos para una expedición y un ejército de 2,000 artistas, botánicos, lingüistas e historiadores, todos los cuales partieron con la intención de documentar, recopilar y conocer este lugar que había sido codificado como misterioso e incognoscible." (K.E.M.)

lunes, 29 de noviembre de 2010

DIME TU AMOR EN OTRO LUGAR

DIE ANOTHER DAY


SONETO 139


¡Oh! No me llames para justificar lo equivocado,
que tu maldad tiende sobre mi corazón,
me dejaste sin aliento no con el ojo tuyo pero sí con tu lengua,
usa el poder con el poder, y asesíname no por arte,
dime tu amor en otro lugar; pero en mi vista,
querido corazón abstente para mirar con el ojo tuyo a un lado,
¿Qué necesidad tú dejaste con astucia cuando tu poder
es más que lo que mi defensa abrumada puede esperar?
Déjame disculparte, ah mi amor bien lo sabe,
sus miradas bonitas han sido enemigas mías,
y luego desde mi cara ella gira a mis adversarios,
que ellos en otro sitio lanzan sus heridas:
Aún no hagas así, pero desde que estoy cerca de ser muerto,
mátame categóricamente con miradas, y líbrame de mi pena.

EL MEJOR HÁBITO DEL AMOR

SONETO 138



Cuando mi amor jura que ella está hecha de verdad,
yo creo en ella aunque yo se que ella miente,
que ella me pensaría alguno de la juventud no educada,
no aprendida en las sutilezas falsas del mundo.
Así vanamente pensando que ella me piensa un joven,
aunque ella sabe que lo mejor de mis días han pasado,
simplemente doy crédito a su lengua de falso hablar,
en ambos lados así la verdad simple es suprimida:
pero ¿por qué ella no dice que ella es injusta?
¿Y por qué yo no digo que yo estoy viejo?
¡ Oh ! El mejor hábito del amor está en pareciendo verdad,
y la edad en el amor, ama no haber dicho los años.
Luego yo miento con ella, y ella conmigo,
y en nuestras culpas por las mentiras nosotros halagados seamos.

OJOS ANCLADOS EN LA BAHÍA

SONETO 137



Tu ciego Amor necio, ¿qué tú haces a mis ojos,
que ellos contemplan y no ven qué ellos ven?
Mis ojos saben qué la belleza es, ven dónde miente,
Hasta ahora que lo mejor es, toman lo peor para ser.
Si los ojos se corrompen por miradas exageradamente parciales,
sean anclados en la bahía cuando todos los hombres se dejan llevar,
¿Por qué de la mentira de los ojos tienes tú ganchos forjados,
a los cuales el juicio de mi corazón es atado?
¿Por qué debe mi corazón pensar que más de una trama,
a la cual mi corazón conoce el lugar común del mundo?
¿O mis ojos viendo esto, dicen que esto no es
poner la verdad justa por encima de una cara tan vil?
En cosas bien verdaderas mi corazón y mis ojos han errado,
y a este falso asedio son ellos transferidos ahora.

domingo, 28 de noviembre de 2010

ES LA HISTORIA DE UN TOBILLO

Bolero: "Historia de un amor"

Ya no estás más a mi lado, corazón
En el alma solo tengo soledad
Y si ya no puedo verte
Porque Dios me hizo quererte
Para hacerme sufrir más
Siempre fuiste la razón de mi existir
Adorarte para mí fue religión
Y en tus besos yo encontraba
El calor que me brindaba
El amor, y la pasión
Es la historia de un amor
Como no hay otro igual
Que me hizo comprender
Todo el bien, todo el mal
Que le dio luz a mi vida
Apagándola después
Ay que vida tan oscura
Sin tu amor no viviré...
.

You're not by my side now my love
in my soul I only have darkness
and if I can't see you now
why did God make me love you
to make me suffer more.
you were always the reason for my existence
adoring you, for me, was a religion
and in your kisses I found
the sun that gave me
the love and the passion
it's a love story
like none that will ever again be
that made me understand
all the good and all the bad
that gave light to my life
turning it off again
oh what a life so dark
without your love I cannot live...
.
.
Gitana robaste mi alma
Gitana me vuelves loco
Mientras tu cuerpo danza
Al ritmo del sol rabioso
Tengo el corazon en llamas
Los dioses estan furiosos
Por vos venderia el alma
Al mismisimo demonio

Ay Gitana por que te vas, mi cruel demonio
Sos una daga dorada atravezando mi corazon roto
Ay Gitana por que te vas, mi cruel demonio
Sos una daga afilada atravezando mi corazon roto

Al ritmo de la banda, baila
Al compas del son , baila
Toda la noche , baila
Siguiendo la luna...

Gitana mia, cruel demonio
Gitana me vuelves tan loco
Gitana mia cruel demonio

(fabulosos cadillacs)
.

sábado, 27 de noviembre de 2010

DAMAS DE INVIERNO







CONVERSACIÓN CON UNA MOMIA, Poe

El symposium de la noche anterior había sido un tanto excesivo para mis nervios. Me dolía horriblemente la cabeza y me dominaba una invencible modorra. Por ello; en vez de pasar la velada fuera de casa como me lo había propuesto, se me ocurrió que lo más sensato era comer un bocado e irme inmediatamente a la gama.

Hablo, claro está, de una cena liviana.

Nada me guste tanto como las tostadas con queso y cerveza. Más de una libra por vez, sin embargo, no es muy aconsejable en ciertos casos. En cambio, no hay ninguna oposición que hacer a dos libras. Y, para ser franco, entre dos y tres no hay más que una unidad de diferencia. Puede ser que esa noche haya llegado a cuatro. Mi mujer sostiene que comí cinco, aunque con seguridad confundió dos cosas muy diferentes. Estoy dispuesto a admitir la cantidad abstracta de cincos pero, en concreto, se refiere a las botellas de cerveza que las tostadas de queso requieren imprescindiblemente a modo de condimento.

Habiendo así dado fin a una cena frugal, me puse m gorro de dormir con intención de no quitármelo hasta las doce del día siguiente, apoyé la cabeza en la almohada y, ayudado por una conciencia sin reproches, me sumí en profundo sueño.

Mas, ¿cuándo se vieron cumplidas las esperanzas humanas? Apenas había completado mi tercer ronquido, cuando la campanilla de la puerta se puso a sonar furiosamente, seguida de unos golpes de llamador que me despertaron al instante. Un minuto después, mientras estaba frotándome los ojos, entró mi mujer con una carta qué me arrojó a la cara y que procedía de mi viejo amigo el doctor Ponnonner. Decía así: «Deje usted cualquier cosa, querido amigo, apenas reciba esta carta. Venga y agréguese a nuestro regocijo. Por fin, después de perseverantes gestiones, he obtenido el consentimiento de los directores del Museo para proceder al examen de la momia.

Ya sabe a cuál me refiero. Tengo permiso para quitarle las vendas y abrirla si así me parece. Sólo unos pocos amigos estarán presentes... y usted, naturalmente. La momia se halla en mi casa y empezaremos a desatarla a las once de la noche.

Su amigo, Ponnonner».

Cuando llegué a la firma, me pareció que ya estaba todo lo despierto que puede estarlo un hombre. Salté de la cama como en éxtasis, derribando cuanto encontraba a mi paso; me vestí con maravillosa rapidez y corrí a todo lo que daba a casa del doctor.

Encontré allí a un grupo de personas llenas de ansiedad. Me habían estado esperando con impaciencia. La momia hallábase instalada sobre la mesa del comedor, y apenas hube entrado comenzó el examen.

Aquella momia era una de las dos traídas pocos años antes por el capitán Arthur Sabretash, primo de Ponnonner, de una tumba cerca de Eleithias, en las montañas líbicas, a considerable distancia de Tebas, sobre el Nilo. En aquella región, aunque las grutas son menos magníficas que las tebanas, presentan mayor interés pues proporcionan muchísimos datos sobre la vida privada de los egipcios. La cámara de donde había sido extraída nuestra momia era riquísima en esta clase de datos; sus paredes aparecían íntegramente cubiertas de frescos y bajorrelieves, mientras que las estatuas, vasos y mosaicos de finísimo diseño indicaban la fortuna del difunto.

El tesoro había sido depositado en el museo en la misma condición en que lo encontrara el capitán Sabretash, vale decir que nadie había tocado el ataúd. Durante ocho años había quedado allí sometido tan sólo a las miradas exteriores del público. Teníamos ahora, pues, la momia intacta a nuestra disposición; y aquellos que saben cuán raramente llegan a nuestras playas antigüedades no robadas, comprenderán que no nos faltaban razones para congratularnos de nuestra buena fortuna.

Acercándome a la mesa, vi una gran caja de casi siete pies de largo, unos tres de ancho y dos y medio de profundidad. Era oblonga, pero no en forma de ataúd. Supusimos al comienzo -que había sido construída con madera (platanus), pero al cortar un trozo vimos que se trataba de cartón o, mejor dicho, de papier maché compuesto de papiro.

Aparecía densamente ornada de pinturas que representaban escenas funerarias y otros temas de duelo; entre ellos, y ocupando todas las posiciones, veíanse grupos de caracteres jeroglíficos que sin duda contenían el nombre del difunto. Por fortuna, Mr. Gliddon era de la partida, y no tuvo dificultad en traducir los signos -simplemente fonéticos- y decirnos que componían la palabra Allamislakeo (All a mistake, un puro engaño).
.
Nos costó algún trabajo abrir la caja sin estropearla, pero luego de hacerlo dimos con una segunda, en forma de ataúd, mucho menor que la primera, aunque en todo sentido parecida. El hueco entre las dos había sido rellenado con resina, por lo cual los colores de la caja interna estaban algo borrados.

Al abrirla --cosa que no nos dio ningún trabajo-- llegamos a una tercera caja, también en forma de ataúd, idéntica a la segunda, salvo que era de cedro y emitía aún el peculiar aroma de esa madera. No había intervalo entre la segunda y la tercera caja, que estaban sumamente ajustadas.

Abierta esta última, hallamos y extrajimos el cuerpo. Habíamos supuesto que, como de costumbre, estaría envuelto en vendas o fajas de lino; pero, en su lugar, hallamos una especie de estuche de papiro cubierto de una capa de yeso toscamente dorada y pintada.

Las pinturas representaban temas correspondientes a los varios deberes del alma y su presentación ante diferentes deidades, todo ello acompañado de numerosas figuras humanas idénticas, que probablemente pretendían ser retratos de la persona difunta.

Extendida de la cabeza a los pies aparecía una inscripción en forma de columna, trazada en jeroglíficos fonéticos, la cual repetía el nombre y títulos del muerto, y los nombres y títulos de sus parientes.

En el cuello de la momia, que emergía de aquel estuche, había un collar de cuentas cilíndricas de vidrio y de diversos colores, dispuestas de modo que formaban imágenes de dioses, el escarabajo sagrado y el globo alado. La cintura estaba ceñida por un cinturón o collar parecido.

Arrancando el papiro, descubrimos que la carne se hallaba perfectamente conservada y que no despedía el menor olor. Era de coloración rojiza. La piel aparecía muy seca, lisa y brillante. Dientes y cabello se hallaban en buen estado. Los ojos (según nos pareció) habían sido extraídos y reemplazados por otros de vidrio, muy hermosos y de extraordinario parecido a los naturales, salvo que miraban de una manera demasiado fija. Los dedos y las uñas habían sido brillantemente dorados.

Mr. Gliddon era de opinión que, dada la rojez de la epidermis, el embalsamamiento debía haberse efectuado con betún; pero, al raspar la superficie con un instrumento de acero y arrojar al fuego el polvo así obtenido, percibimos el perfume del alcanfor y de otras gomas aromáticas.

Revisamos cuidadosamente el cadáver, buscando las habituales aberturas por las cuales se extraían las entrañas, pero, con gran sorpresa, no las descubrimos. Ninguno de nosotros sabía en aquel momento que con frecuencia suelen encontrarse momias que no han sido vaciadas. Por lo regular se acostumbraba extraer el cerebro por las fosas nasales y los intestinos por una incisión del costado; el cuerpo era luego afeitado, lavado y puesto en salmuera, donde permanecía varias semanas, hasta el momento del embalsamamiento propiamente dicho.

Como no encontrábamos la menor señal de una abertura, el doctor Ponnonner preparaba ya sus instrumentos de disección, cuando hice notar que eran más de las dos de la mañana. Se decidió entonces postergar el examen interno hasta la noche siguiente, y estábamos a punto de separarnos, cuando alguien sugirió hacer una o dos experiencias con la pila voltaica.

Si la aplicación de electricidad a una momia cuya antigüedad se remontaba por lo menos a tres o cuatro mil años no era demasiado sensata, resultaba en cambio lo bastante original como para que todos aprobáramos la idea. Un décimo en serio y nueve décimos en broma, preparamos una batería en el consultorio del doctor y trasladamos allí a nuestro egipcio.

Nos costó muchísimo trabajo poner en descubierto una porción del músculo temporal, que parecía menos rígidamente pétrea que otras partes del cuerpo; pero, tal como habíamos anticipado, el músculo no dio la menor muestra de sensibilidad galvánica cuando establecimos el contacto. Esta primera prueba nos pareció decisiva y, riéndonos de nuestra insensatez nos despedíamos hasta la siguiente sesión, cuando mis ojos cayeron casualmente sobre los de la momia y quedaron clavados por la estupefacción.

Me había bastado una mirada para darme cuenta de que aquellos ojos, que suponíamos de vidrio y que nos habían llamado la atención por cierta extraña fijeza, se hallaban ahora tan cubiertos por los párpados que sólo una pequeña porción de la tunica albuginea era visible.

Lanzando un grito, llamé la atención de todos sobre el fenómeno, que no podía ser puesto en discusión.

No diré que me sentí alarmado, pues en mi caso la palabra no resultaría exacta. Es probable sin embargo que, de no mediar la cerveza, me hubiera sentido algo nervioso.

En cuanto al resto de los asistentes, no trataron de disimular el espanto que .se apoderó de ellos. Daba lástima contemplar al doctor Ponnonner. Mr. Gliddon, gracias a un procedimiento inexplicable, había conseguido hacerse invisible. En, cuanto a Mr. Silk Buckingham, no creo que tendrá la audacia de negar que se había metido a gatas debajo de la mesa.

Pasado el primer momento de estupefacción, resolvimos de común acuerdo proseguir la experiencia. Dirigimos nuestros esfuerzos hacia el dedo gordo del pie derecho. Practicamos una incisión en la zona exterior del os sesamoideum pollicis pedís, llegando hasta la raíz del músculo abductor. Luego de reajustar la batería, aplicamos la corriente a los nervios al descubierto. Entonces, con un movimiento extraordinariamente lleno de vida, la momia levantó la rodilla derecha hasta ponerla casi en contacto con él abdomen y, estirando la pierna con inconcebible fuerza, descargó contra el doctor Ponnonner un golpe que tuvo por efecto hacer salir a dicho caballero como una flecha disparada por una catapulta, proyectándolo por una ventana a la calle.

Corrimos en masa a recoger los destrozados restos de la víctima, pero tuvimos la alegría de encontrarla en la escalera, subiendo a toda velocidad, abrasado de fervor científico, y más que nunca convencido de que debíamos proseguir el experimento sin desfallecer.

Siguiendo su consejo, decidimos practicar una profunda incisión en la punta de la nariz, que el doctor sujetó en persona con gran vigor, estableciendo un fortísimo contacto con los alambres de la pila.

Moral y físicamente, figurativa y literalmente, el efecto producido fue eléctrico. En primer lugar, el cadáver abrió los ojos y los guiñó repetidamente largo rato, como hace Mr. Barnes en su pantomima; en segundo, estornudó; en tercero, se sentó; en cuarto, agitó violentamente el puño en la cara del doctor Ponnonner; en quinto, volviéndose a los señores Gliddon y Buckingham, les dirigió en perfecto egipcio el siguiente discurso: -Debo decir, caballeros, que estoy tan sorprendido como mortificado por la conducta de ustedes. Nada mejor podía esperarse del doctor Ponnonner. Es un pobre estúpido que no sabe nada de nada. Lo compadezco y lo perdono. Pero usted, Mr. Gliddon... y usted, Silk... que han viajado y trabajado en Egipto, al punto que podría decirse que ambos han nacido en nuestra madre tierra...

Ustedes, que han residido entre nosotros hasta hablar el egipcio con la misma perfección que su lengua propia... Ustedes, a quienes había considerado siempre como los leales amigos de las momias... ¡ah, en verdad esperaba una conducta más caballeresca de parte de los dos! ¿Qué debo pensar al verlos contemplar impasibles la forma en que se me trata? ¿Qué debo pensar al descubrir que permiten que tres o cuatro fulanos me arranquen de mi ataúd y me desnuden en este maldito clima helado? ¿Y cómo debo interpretar, para decirlo de una vez, que hayan permitido y ayudado a ese miserable canalla, el doctor Ponnonner, a que me tirara de la nariz?

Nadie dudará, presumo, de que, dadas las circunstancias y el antedicho discurso, corrimos todos hacia la puerta, nos pusimos histéricos, o nos desmayamos cuan largos éramos. Cabía esperar una de las tres cosas.

Cada una de esas líneas de conducta hubiera podido ser muy plausiblemente adoptada. Y doy mi palabra de que no alcanzo a explicarme cómo y por qué no seguimos ninguna de ellas. Quizá haya que buscar la verdadera razón en el espíritu de nuestro tiempo, que se guía por la ley de los contrarios y la acepta habitualmente como solución de cualquier cosa por vía de paradoja e imposibilidad.

Puede ser, asimismo, que el aire tan natural y corriente de la momia privara a sus palabras de todo efecto aterrador. De todos modos, los hechos son como los he contado, y ninguno de nosotros demostró espanto especial, ni pareció considerar que lo que sucedía fuese algo fuera de lo normal.

Por mí parte me sentía convencido de que todo estaba en orden, y me limité a correrme a un costado, lejos del alcance de los puños del egipcio. El doctor Ponnonner se metió las manos en los bolsillos del pantalón, miró con fijeza a la momia y se puso extraordinariamente rojo. Mr. Gliddon se acarició las patillas y se ajustó el cuello,. Mr. Buckingham bajó la cabeza y se metió el dedo pulgar derecho en el ángulo izquierdo de la boca.

El egipcio lo miró severamente durante largo rato, tras lo cual hizo un gesto despectivo y le dijo: -¿Por qué no me contesta, Mr. Buckingham?

¿Ha oído o no lo que acabo de preguntarle?

¡Sáquese ese dedo dé la boca!

Mr. Buckingham se sobresaltó ligeramente, quitóse el pulgar derecho del lado izquierdo de la boca y, por vía de compensación, insertó el pulgar izquierdo en el ángulo derecho de la abertura antes mencionada.

Al no recibir respuesta de Mr. Buckingham, la momia se volvió malhumorada a Mr. Gliddon y, con tono perentorio, le preguntó qué diablos pretendíamos todos.

Mr. Gliddon le contestó detalladamente en idioma fonético; y sí no fuera por la carencia de caracteres jeroglíficos en las imprentas norteamericanas, me hubiese encantado reproducir aquí su excelentísimo discurso en la forma original.

Aprovecharé la ocasión para hacer notar que la conversación con la momia se desarrolló en egipcio antiguo; tanto yo como los otros miembros no eruditos del grupo contamos con los señores Gliddon y Buckingham como intérpretes. Estos caballeros hablaban la lengua materna de la momia con inimitable fluidez y gracia; - pero no pude dejar de observar que (a causa, sin duda, de la introducción de imágenes modernas, vale decir absolutamente novedosas para el egipcio) ambos eruditos se veían obligados en ocasiones a emplear formas concretas para explicar determinadas cosas. Mr. Gliddon, por ejemplo, no pudo hacer comprender en cierto momento al egipcio la palabra "política" hasta que no hubo dibujado en la pared, con un carbón, un diminuto caballero de nariz llena de verrugas, con los codos rotos, subido a una tribuna, la pierna izquierda echada hacia atrás, el brazo derecho tendido hacia adelante, cerrado el puño y los ojos vueltos hacia el cielo, mientras la boca se abría en un ángulo de noventa grados. Del mismo modo, Mr. Buckingham no consiguió hacerle entender la noción absolutamente moderna de whig hasta que el doctor Ponnonner le sugirió el medio adecuado; nuestro amigo se puso sumamente pálido, pero consintió en quitarse la peluca.

Se comprenderá fácilmente que el discurso de Mr. Gliddon versó principalmente sobre los grandes beneficios que el desempaquetamiento y destripamiento de las momias había proporcionado a la ciencia, aprovechando esto para excusarnos de todos los inconvenientes que pudiéramos haber causado en especial a la momia llamada Allamistakeo; concluyó sugiriendo finamente (pues apenas era una insinuación) que, una vez explicadas estas cosas, muy bien podíamos continuar con el examen proyectado.

Al oír esto, el doctor Ponnonner se puso a preparar sus instrumentos.

Pero parece ser que Allamistakeo tenía ciertos escrúpulos de conciencia -cuya naturaleza no pude llegar a comprender- con respecto a la sugestión del orador. Mostróse, sin embargo, satisfecho de las excusas ofrecidas y, bajándose de la mesa, estrechó las manos de todos los presentes.

Terminada esta ceremonia, nos ocupamos inmediatamente de reparar los daños que el bisturí había ocasionado en nuestro sujeto. Le cosimos la herida de la frente, le vendamos el pie y le aplicamos una pulgada cuadrada de esparadrapo negro en la punta de la nariz.

Notóse entonces que el conde (tal parecía ser el título de Allamistakeo) temblaba ligeramente, sin duda a causa del frío. El doctor se trasladó al punto a su guardarropa, volviendo con una magnífica chaqueta negra, admirablemente cortada por Jennings; un par de pantalones de tartán celeste con trabillas, una camisa de guinga color rosa, un chaleco de brocado, un abrigo corto blanco, un bastón con puño, un sombrero sin alas, botas de charol, guantes de cabritilla de color paja, un monóculo, un par de patillas y una corbata del modelo en cascada. Dada la disparidad de tamaño entre el conde y el doctor (que sé hallaban en proporción de dos a uno), tuvimos alguna dificultad para disponer aquellas prendas en la persona del egipcio; pero, una vez vestido, hubiera podido decirse que lo estaba de verdad. Mr. Gliddon le dio entonces el brazo y lo llevó hasta un confortable sillón junto al fuego, mientras el doctor llamaba y pedía cigarros y vino.

La conversación no tardó en animarse.

Como es natural, nos sentíamos muy curiosos ante el hecho bastante notable de que Allamistakeo siguiera todavía vivo.

-Hubiera pensado --expresó Mr. Buckingham- que estaba usted muerto desde hacía mucho.

-¡Cómo! -replicó el conde, profundamente sorprendido-. ¡Si apenas he pasado los setecientos años! Mi padre vivió mil y no estaba en absoluto chocho cuando murió.

Siguieron a esto una serie de preguntas y cálculos, tras de los cuales fue evidente que la antigüedad de la momia había sido muy groseramente estimada. Hacía cinco mil cincuenta años, con algunos meses, que le habían depositado en las catacumbas de Eleithias.

-Mi observación, empero -continuó Mr. Buckingham-, no se refería a la edad de usted en el momento de su entierro (ya que no tengo inconveniente en reconocer que es usted un hombre joven), sino a la inmensidad de tiempo que llevaba, según su propio testimonio, envuelto en betún.

-¿En qué? -dijo el conde.

-En betún -persistió Mr. Buckingham.

- ¡Ah, sí, creo entender! El betún podía servir, en efecto; pero en mi tiempo se empleaba casi exclusivamente el bicloruro de mercurio.

-Lo que nos resulta particularmente difícil de comprender -dijo el doctor Ponnonner- es cómo, después de morir y ser enterrado en Egipto hace cinco mil años, se encuentra usted hoy lleno de vida y con aire tan saludable.

-Si hubiese estado muerto, como dice usted -repli có el conde-, lo más probable es que continuara están dolo; pero veo que se hallan ustedes en la infancia del galvanismo y no son capaces de llevar a cabo la que en nuestros antiguos tiempos era práctica corriente. Por mí parte, caí en estado de catalepsia y mis mejores amigos consideraron qué estaba muerta o que debía estarlo; me embalsamaran, pues, inmediatamente, pero... supongo que están ustedes al tanto del principio fundamental del embalsamamiento.

- ¡De ninguna manera!

-¡Ah, ya veo! ¡Triste ignorancia, en verdad!

Pues bien, no entraré en detalles, pero deba decir que en Egipto el embalsamamiento propiamente dicho consistía en la suspensión indefinida de todas las funciones animales sometidas al proceso. Empleo el término "animal" en su sentido más amplio, incluyendo no sólo el ser físico, sino el moral y el vital.

Repito que el principio básico consistía entre nosotros en suspender y mantener latentes todas las funciones animales sometidas al proceso de embalsamamiento. O sea, que, en resumen, cualquiera fuese la condición en que se encontraba el sujeto en el momento de ser embalsamado, así continuaba por siempre. Pues bien, como afortunadamente soy de la sangre del Escarabajo, fui embalsamado vivo, tal como me ven ustedes ahora.

-¡La sangre del Escarabajo! -exclamó el doctor Ponnonner.

-Sí. El Escarabajo era el emblema, las «armas» de una distinguidísima familia patricia muy poco numerosa. Ser «de la sangre del Escarabajo» significa sencillamente pertenecer a dicha, familia cuyo emblema era el Escarabajo. Hablo figurativamente.

-Pero, ¿qué tiene eso que ver con que esté usted vivo?

-Pues bien, la costumbre general en Egipto consiste en extraer el cerebro y las entrañas del cadáver antes de embalsamarlo; tan sólo la raza de los Escarabajos se eximía de esa práctica. De no haber sido yo un Escarabajo, me hubiera quedado sin cerebro y sin entrañas; y no resulta cómodo vivir sin ellos.

-Ya veo -dijo Mr. Buckingham-, y presumo que todas las momias que nos han llegado enteras son de la raza del Escarabajo.

-Sin la menor duda.

-Yo había pensado -dijo tímidamente Mr. Gliddon- que el Escarabajo era uno de los dioses egipcios.

-¿Uno de los qué egipcios? -gritó la momia, poniéndose de pie.

-Uno de los dioses -repitió el erudito.

-Mr. Gliddon, estoy estupefacto al oírle hablar de esa manera -dijo el conde, volviendo a sentarse-. Ninguna nación de este mundo ha reconocido nunca más de un dios. El Escarabajo, el Ibis, etc., eran para nosotros los símbolos (como seres semejantes lo fueron para otros), los intermediarios a través de los cuales adorábamos a un Creador demasiado augusto para dirigirnos a él directamente.

Hubo una pausa. La conversación fue reanudada por el doctor Ponnonner.

-A juzgar por lo que nos ha explicado usted -dijo-, no sería improbable que en las catacumbas próximas al Nilo haya otras momias de la raza de los Escarabajos e igualmente vivas.

-Sin la menor duda -replicó el conde-. Todos los Escarabajos embalsamados vivos por accidente siguen estando vivos. Incluso algunos de aquéllos, embalsamados expresamente, pueden haber sido olvidados por sus ejecutores testamentarios y, sin duda, continúan en sus tumbas.

-¿Sería usted tan amable de explicarnos -pregunté- qué entiende por embalsamar «expresamente»?

-Con mucho gusto -repuso la momia, luego de mirarme atentamente a través del monóculo, pues era la primera vez que me atrevía a hacerle una pregunta directa.

-Con mucho gusto -repitió-. La duración usual de la vida humana en mi tiempo era de unos ochocientos años. Pocos hombres morían, a menos de sobrevenirles algún accidente extraordinario, antes de los seiscientos; pero la cifra anterior era considerada como el término natural. Luego de descubierta el principio del embalsamamiento, tal como lo he explicado antes, nuestros filósofos pensaron que sería posible satisfacer una muy laudable curiosidad, y a la vez contribuir grandemente a los intereses de la ciencia, si ese término natural era vivido en varias etapas. En el caso de la historia, sobre todo, la experiencia había demostrado que algo así resultaba indispensable.

Un historiador, por ejemplo, llegado a la edad de quinientos años, escribía un libro con muchísimo celo, y luego se hacía embalsamar cuidadosamente, dejando instrucciones a sus albaceas pro tempore, para que lo resucitaran transcurrido un cierto período -digamos quinientos o seiscientos años-. A1 reanudar su vida, el sabio descubría invariablemente que su gran obra se había convertido en una especie de libreta de notas reunidas al azar, algo así como una palestra literaria de todas las conjeturas antagónicas, los enigmas y las pendencias personales de un ejército de exasperados comentadores.

Aquellas conjeturas, etc., que recibían el nombre de notas o enmiendas, habían tapado, deformado y agobiado de tal manera el texto, que el autor se veía precisado a encender una linterna para buscar su propio libro. Una vez descubierto, no compensaba nunca el trabajo de haberlo buscado.

Luego de escribirlo íntegramente de nuevo, el historiador consideraba su deber ponerse a corregir de inmediato, con su conocimiento y experiencias personales, las tradiciones corrientes sobre la época en que había vivido anteriormente. Y así, ese proceso de nueva redacción y de rectificación personal, cumplido de tiempo en tiempo por diversos sabios, impedía que nuestra historia se convirtiera en una pura fábula.

-Perdóneme usted -dijo en este punto el doctor Ponnonner, apoyando suavemente la mano sobre el brazo del egipcio-. Perdóneme usted, señor, pero... ¿puedo interrumpirlo un instante?

-Ciertamente, señor -replicó el conde.

-Tan sólo una pregunta -continuó el doctor-.

Mencionó usted las correcciones personales del historiador a las tradiciones referentes a su propio tiempo. Dígame usted: ¿qué proporción de dichas tradiciones eran verdaderas?

-Pues bien, señor mío, los historiadores descubrían que las tales tradiciones se encontraban absolutamente a la par de las historias mismas antes de ser reescritas; vale decir que en ellas no había jamás, y bajo ninguna circunstancia, la menor palabra que no fuera total y radicalmente falsa.

-De todas maneras -insistió el doctor-, puesto que sabemos que han pasado por lo menos cinco mil años desde su entierro, doy por descontado que las historias de aquel período, si no las tradiciones, eran suficientemente explícitas sobre el tema de mayor interés universal, o sea la Creación, que, como bien sabe usted, se produjo hace tan sólo diez siglos.

-¡Caballero! -exclamó el conde Allamistakeo.

El doctor repitió sus palabras, pero sólo logró que el egipcio las comprendiera después de muchas explicaciones adicionales.

Entonces, no sin vacilar, dijo este último: -Confieso que las ideas que acaba de sugerirme me resultan completamente nuevas.

En mis tiempos jamás supe que alguien abrigara la singular fantasía de que el universo (o este mundo, si lo prefiere hubiera tenido jamás un principio. Sólo recuerdo que una vez -una vez tan sólo- escuché de un hombre de grandes conocimientos cierta remota insinuación acerca del origen de la raza humana, y esa misma persona empleó la palabra Adán (o sea tierra roja) que acaba de emplear usted.

Pero él lo hizo en un sentido muy amplio, refiriéndose a la generación espontánea de cinco vastas hordas humanas salidas del limo (como nacen miles de otros organismos inferiores ), y que surgieron simultáneamente en cinco partes distintas y casi iguales del globo.

Al oír esto nos miramos, encogiéndonos de hombros, y uno o dos se llevaron un dedo a la sien con aire significativo. Entonces- Mr. Silk Buckingham, luego de echar una ojeada al occipucio y a la coronilla de Allamistakeo, habló como sigue: -La larga duración de la vida en sus tiempos, así como la costumbre ocasional de pasarla en distintas etapas, según nos ha explicado usted, debe haber contribuido profundamente al desarrollo y a la acumulación general del saber. Presumo, pues, ,que la marcada inferioridad de los egipcios antiguos en materias científicas, si se los compara con los modernos, y más especialmente con los yanquis, nace dé la mayor dureza del cráneo egipcio.

-Debo confesar nuevamente -repuso el conde con mucha gentileza que me cuesta un tanto comprenderle. ¿A qué materias científicas se refiere, por favor?

Uniendo nuestras voces, le dimos entonces toda clase de detalles sobre las teorías frenológicas y las maravillas del magnetismo animal.

Luego de escucharnos hasta el fin, el conde se puso a narrarnos algunas anécdotas que demostraron claramente cómo los prototipos de Gall y de Spurzheim habían florecido en Egipto en tiempos tan remotos como para que su recuerdo se hubiese perdido; así como que -los procedimientos de Mesmer eran despreciables triquiñuelas comparados con los verdaderos milagros de los sabios de Tebas, capaces de crear piojos y muchos otros seres similares.

Pregunté al conde si su pueblo sabía calcular los eclipses. Sonrió un tanto desdeñosamente y me contestó que sí.

Esto me desconcertó algo, pero seguí haciéndole preguntas sobre sus conocimientos astronómicos hasta que uno de los presentes, que hasta entonces no había abierto la boca, me susurró al oído que para esa clase de informaciones haría mejor en consultar a Ptolomeo (sin explicarme quién era), así como a un tal Plutarco, en su De facie lunae.

Interrogué entonces a la momia acerca de espejos ustorios y lentes, y de manera general sobre la fabricación del vidrio; pero, apenas había formulado mis preguntas, cuando el contertulio silencioso me apretó suavemente el codo, pidiéndome en nombre de Dios que echara un vistazo a Diodoro de Sicilia. En cuanto al conde, se limitó a preguntarme, a modo de respuesta, si los modernos poseíamos microscopios que nos permitieran tallar camafeos en el estilo de los egipcios.

Mientras pensaba cómo responder a esta pregunta, el pequeño doctor Ponnonner se puso en descubierto de la manera más extraordinaria.

- ¡Vaya usted a ver nuestra arquitectura!

-exclamó, con enorme indignación por parte de los dos egiptólogos, quienes lo pellizcaban fuertemente sin conseguir que se callara.

-¡Vaya a ver la fuente del Bowling Green, de Nueva York! -gritaba entusiasmado-. ¡O, si le resulta demasiado difícil de contemplar, eche una ojeada al Capitolio de Washington!

Y nuestro excelente y diminuto médico siguió detallando minuciosamente las proporciones del edificio del Capitolio. Explicó que tan sólo el pórtico se hallaba adornado con no menos de veinticuatro columnas, las cuales tenían cinco pies de diámetro y estaban situadas a diez pies una de otra.

El conde dijo que lamentaba no recordar en ese momento las dimensiones exactas de cualquiera de los principales edificios de la ciudad de Aznac, cuyos cimientos habían sido puestos en la noche de los tiempos, pero cuyas ruinas seguían aún en pie en -la época de su entierro, en un desierto al oeste de Tebas.

Recordaba empero (ya que de pórtico se trataba) que uno de ellos, perteneciente a un palacio secundario en un suburbio llamado Karnak, tenía ciento cuarenta y cuatro columnas de treinta y siete pies de circunferencia, colocadas a veinticinco pies una de otra.

A este pórtico se llegaba desde el Nilo por una avenida de dos millas de largo, compuesta por esfinges, estatuas y obeliscos, de veinte, sesenta y cien pies de altura. El palacio, hasta donde alcanzaba a recordar, tenía dos millas de largo, y su circuito total debía alcanzar las siete millas. Las paredes estaban ricamente pintadas con jeroglíficos en el interior y exterior: El conde no pretendía afirmar que dentro del área del palacio hubieran podido construirse unos cincuenta o sesenta Capitolios como el del doctor, pero, aun sin estar completamente seguro, pensaba que, con algún esfuerzo, se hubieran podido meter doscientos o trescientos. Claro que, después de todo, el palacio de Karnak era bastante insignificante. De todas maneras el conde no podía negarse conscientemente a admitir el ingenio, la magnificencia y la superioridad de la fuente del Bowling Green, tal como la había descrito el doctor. Se veía forzado a reconocer que en Egipto jamás se había visto una cosa semejante.

Pregunté entonces al conde qué opinaba de nuestros ferrocarriles.

Contestó que no opinaba nada en especial.

Los ferrocarriles eran un tanto débiles, mal concebidos y torpemente realizados. Por supuesto que no se los podía comparar con las enormes calzadas, perfectamente lisas, directas y con vías de hierro, sobre las cuales los egipcios transportaban templos enteros y sólidos obeliscos de ciento cincuenta pies de altura.

Aludía nuestras gigantescas fuerzas mecánicas.

Convino en que algo sabíamos de esas cosas, pero me preguntó cómo me las habría arreglado para colocar las impostas de los dinteles, aun en un templo tan pequeño como el de Karnak.

Decidí no escuchar esta pregunta, y quise saber si tenía alguna idea sobre los pozos artesianos. El conde se limitó a levantar las cejas, mientras Mr. Gliddon me guiñaba con violencia el ojo y me decía en voz baja que los ingenieros encargados de las perforaciones en el Gran Oasis acababan de descubrir uno hacía muy poco.

Mencioné entonces nuestro acero, pero el egipcio levantó desdeñosamente la nariz y me preguntó si nuestro acero habría podido ejecutar los profundos relieves que se ven en los obeliscos y que se ejecutaban con la sola ayuda de instrumentos de cobre.

Esto nos desconcertó tanto que juzgamos prudente trasladar la ofensiva al campo metafísico.

Mandamos buscar un ejemplar de un libro llamado The Dial, y le leímos en alta voz uno o dos capítulos acerca de algo no muy claro, pero que los bostonianos denominaban el Gran Movimiento del Progreso.

El conde se limitó a decir que los Grandes Movimientos eran cosas tristemente vulgares en sus días; en cuanto al Progreso, en cierta época había sido una verdadera calamidad, pero nunca llegó a progresar.

Hablaos entonces de la belleza e importancia de la democracia, y tuvimos gran trabajo para hacer entender debidamente al conde las ventajas de que gozábamos viviendo allí donde existía el sufragio ad libitum, y no había ningún rey.

Nos escuchó muy interesado y, en realidad, me dio la impresión de que se divertía muchísimo. Cuando hubimos terminado, nos hizo saber que, mucho tiempo atrás, había ocurrido entre ellos algo parecido. Trece provincias egipcias decidieron ser libres y dar un magnífico ejemplo al resto de la humanidad.

Sus sabios se reunieron y confeccionaron la más ingeniosa constitución que pueda concebirse.

Durante un tiempo se las arreglaron notablemente bien, sólo que su tendencia a la fanfarronería era prodigiosa. La cosa terminó, empero, el día en que los quince Estados, a quienes se agregaron otros quince o veinte, se consolidaron creando el más odioso e insoportable despotismo que jamás se haya visto en la superficie de la tierra.

Pregunté el nombre del tirano usurpador.

El conde creía recordar que se llamaba Populacho.

No sabiendo qué decir a esto, alcé mi voz para deplorar la ignorancia de los egipcios sobre el vapor.

El conde me miró lleno de asombro, pero no dijo nada. En cambio el contertulio silencioso me dio fuertemente en las costillas ron el codo, diciéndome que bastante había hecho ya el ridículo, y preguntándome si realmente era tan tonto como para no saber que la moderna máquina de vapor deriva de la invención de Hero, pasando por Salomón de Caus.

Nos hallábamos en grave peligro de ser derrotados. Pero, entonces, para nuestra buena suerte, el doctor Ponnonner acudió a socorrernos e inquirió si el pueblo egipcio pretendía rivalizar seriamente con los modernos en la importantísima cuestión del vestido.

El conde, al oír esto, miró las trabillas de sus pantalones y, tomando luego uno de los faldones de su chaqueta, se lo acercó a los ojos durante largo rato. Por fin lo dejó caer, mientras su boca se iba extendiendo gradualmente dé oreja a oreja; pero no recuerdo que dijese nada a manera de contestación.

Recobramos así nuestro ánimo, y el doctor, acercándose con gran dignidad a la momia, le pidió que declarara francamente, por su honor de caballero, si alguna vez los egipcios habían sido capaces de comprender la fabricación de las pastillas de Ponnonner o de las píldoras de Brandeth.

Esperamos ansiosamente una respuesta, pero en vano. La respuesta no llegaba. El egipcio se sonrojó y bajó la cabeza. Jamás se vio triunfo más completo; jamás una derrota fue sobrellevada con tan poca gracia. Realmente me resultaba insoportable el espectáculo de la mortificación de la pobre momia.

Busqué mi sombrero, me incliné secamente y salí.

Al llegar a casa vi que eran las cuatro pasadas, y me metí inmediatamente en cama. Son ahora las diez de la mañana.

Desde las siete estoy levantado, redactando esta crónica para beneficio de mi familia y de la humanidad. A la primera no volveré a verla. Mi mujer es una arpía.

Diré la verdad: estoy amargamente cansado de esta vida y del siglo XIX en general.

Me siento convencido de que todo va mal.

Además tengo gran ansiedad por saber quién será Presidente en 2045. Por eso, tan pronto me haya afeitado y bebido una taza de café, volveré a casa de Ponnonner y me haré embalsamar por un par de cientos de años.

EL ENCANTO DE LA SERPIENTE

(Ella)... "Estaba sentada, cual un justo a la derecha de Dios, a la derecha del conde", "dios de aquella fiesta, que no hacía entonces a sus enemigos postrarse a sus pies";

(Ella) ... "aparecía sentada, menuda e ideal como
un arabesco o como un hada en su vestido de terciopelo verde con reflejos plateados, cuya larga cola se enrollaba en torno a su silla, representando bastante bien la cola de serpiente en la que terminaba la grupa encantadora de Melusina"

LA OTRA NOCHE

¡QUÉ BONITO ES VOLAR!

La Bruja
(Canción popular de Veracruz, México)
Género: Son y Huapango


Ay! que bonito es volar a las dos de la mañana
a las dos de la mañana ¡ay! que bonito es volar, ¡ay mamá!
subir y dejarse caer en los brazos de una dama,
en los brazos de una dama y hasta quisiera llorar ¡ay mamá!

Me agarra la bruja y me lleva a su casa
me vuelve maceta y una calabaza,
me agarra la bruja y me lleva al cerrito
me vuelve maceta y un calabacito,
que diga y que diga y que dígame usted
cuantas criaturitas se ha chupado ayer,
ninguna, ninguna, ninguna lo se
yo ando en pretensiones de chuparme a usted.

¡Ay! me espanto una mujer en medio del mar salado
en medio del mar salado ¡ay me espantó una mujer, ay mamá!
porque no quería creer lo que me habían contado
lo de arriba era mujer y lo de abajo pescado ¡ay mamá!

Me agarra la bruja y me lleva a su casa
me vuelve maceta y una calabaza,
me agarra la bruja y me lleva al cerrito
me vuelve maceta y un calabacito,
que diga y que diga y que dígame usted
cuantas criaturitas se ha chupado ayer,
ninguna, ninguna, ninguna lo se
yo ando en pretensiones de chuparme a usted.


La versión larga:

Ay que bonito es volar
A las doce de la noche
A las doce de la noche
Ay que bonito es volar
ay mamá
Para venir a quedar
en los asientos del
coche
en los asientos de un
coche
hasta quisiera llorar
ay mamá

Me agarra la bruja
me lleva al cuartel
me vuelve maceta
me da de comer

Me agarra la bruja
me lleva a su casa
me vuelve maceta
me da calabaza

Y dígame dígame
Y dígame usted
cuantas criaturitas
se ha chupado usted.

Ninguna ninguna
ninguna no sé
ando en pretensiones
de chuparme a usted
Ay que bonito es volar
A las dos de la mañana
A las dos de la mañana
Ay que bonito es volar
ay mamá

Para venir a quedar
En los bracitos de Juana
En los bracitos de Juana

Hasta quisiera llorar
Ay mama
Me agarra la bruja
Me lleva al cuartel
me vuelve maceta
me da de comer

Me agarra la bruja
me lleva a su casa
me vuelve maceta
me da calabaza.

Y dígame dígame
y dígame usted
cuantas criaturitas
se ha chupado usted.

Ninguna ninguna
ninguna no sé
ando en pretensiones
de chuparme a usted

A la bruja me encontré
Que en el aire iba volando
Que en el aire iba volando
A la bruja me encontré
Ay mamá

Entonces le pregunté
a quién andaba
buscando
me dijo quién es usted
soy cantador de huapango
ay mamá

Entonces es cierto
entonces no es broma
que hallan a la bruja
volando en su escoba

Entonces es cierto
entonces no es guaza
que hallan a la bruja
debajo de la cama
y dígame dígame………

Ahora si maldita bruja
ya te chupaste a mi hijo
ya te chupaste a mi hijo
ahora si maldita bruja
ay mamá

Ahora le vas a morder
a tu marido el ombligo
y cuando acabes con él
luego te sigues conmigo
ay mamá

Me agarra la bruja…

viernes, 26 de noviembre de 2010

PERMÍTEME PASAR LO INDECIBLE

SONETO 136


Si tu alma te checa que yo vengo tan cerca,
jura a tu alma ciega que yo era tu "Voluntad",
y deseo que tu alma sepa que es admitida allá,
así lejos para el amor, mi cortejo dulce satisface.
"Voluntad", llevará a cabo los tesoros del amor,
sí, llénalo por completo con voluntades, y mi única voluntad,
en cosas de gran recepción con número de caso nosotros verificamos,
entre un número uno es considerado ninguno.
Entonces dentro del número permíteme pasar lo indecible,
aunque en la cuenta de tu almacén yo uno debo ser,
por ninguna cosa me sostengo, así esto te complace mantener,
esa ninguna cosa yo, una alguna cosa dulce para ti.
Hace más que mi nombre tu amor y eso amo todavía,
y entonces tú me amas porque mi nombre es Voluntad.

jueves, 25 de noviembre de 2010

RUEGO DE VOLUNTAD DIFUMINADA

SONETO 135



Quienquiera que tenga el deseo de ella, tiene tu voluntad,
y "Voluntad" para dar un puntapié, y "Voluntad" en exceso,
más que lo suficiente soy yo eso que te irrita todavía,
a tu dulce voluntad haciendo adición de este modo.
Tú deseas de quien la voluntad es grande y amplia,
¿nunca has concedido en ocultar mi voluntad en ti?
¿Deseas en otros parecer justo gentil,
y en mi voluntad ninguna aprobación justa brilla?
El mar todo agua, aún recibe lluvia todavía,
y en abundancia añade a su almacén,
así tú siendo rica en voluntad añades a tu voluntad
una voluntad mía para hacer tu gran voluntad más.
No permitas lo malo, a ningunos justos suplicantes mates,
piensa todo más que en uno, y a mí en ese uno "Voluntad".

ATRAPADOS POR LA USURA

SONETO 134



De modo que ahora yo he confesado que él es tuyo,
y yo a mí mismo estoy hipotecado a tu voluntad,
por mí mismo perderé, como resultado esa otra mina,
que tú restaurarás para ser mi consuelo todavía:
Pero tú no lo harás o tampoco él no estará libre,
para tu arte codicioso, y él es bondadoso,
él aprendió más que como garantía para escribir por mí,
debajo de ese vínculo que él como puño aprieta.
El estatuto de tu belleza tú llevarás,
tú usurera que haces una propuesta para aprovecharte,
y demandas a un amigo, que llegó a ser deudor por mi bien,
así a él yo pierdo a través de mi abuso poco amable.
A él yo he perdido, tú tienes a ambos a él y a mí,
él paga la deuda entera, y todavía yo no estoy libre.

CORAZÓN ENCARCELADO

SONETO 133



Embruja ese corazón que hace mi corazón gemir
por esa profunda herida que da a mi amiga y a mí;
no es suficiente torturarme solo,
¿pero esclavo a la amiga de mi más dulce esclavitud debo ser?
Yo desde mí mismo el cruel ojo he tomado,
y mi otro yo tú más insensible has fascinado,
de él, mi yo, y le estoy abandonado,
un tormento tres veces tres multiplicado así a ser crucificado:
aprisiona mi corazón dentro de la custodia del regazo de acero,
pero entonces al corazón de mi amiga deja mi pobre corazón de fianza,
quienquiera que me guarde, permita a mi corazón ser su protector,
tú no puedes entonces usar rigor en mi cárcel.
Y aunque tú te marchites, por yo estando estrechamente confinado
ineludiblemente soy tuyo y todo eso está dentro de mí.

TELEKINESIS

T E L E K I N E S I S

miércoles, 24 de noviembre de 2010

ESOS DOS OJOS EN LUTO

SONETO 132



Los ojos tuyos yo amo, y a ellos compadeciéndome,
conociendo el corazón me atormentan con desdén,
se han puesto negros, y amantes dolientes son,
mirando con bonita piedad encima de mi dolor.
Y no es verdad que el sol matutino del cielo
llega a ser mejor que las grises mejillas del oriente,
ni a esa estrella que plena los acomodadores en la noche
hacen mitad de esa gloria al sobrio poniente
como esos dos ojos en luto llegan a ser la cara:
¡oh déjalo entonces también acomodado al corazón!
para llorar por mí desde que el luto hace la gracia,
y la piedad le conviene como en todas partes.
Entonces yo juraré que la belleza a ella misma es negra,
y todas ellas estropean que por la falta de cutis.

TU ARTE NEGRO

SONETO 131



Tu arte tan tirano, así como tu arte,
como esas bellezas de quienes orgullosamente hace a ellas crueles;
para bien tú conoces a mi querido corazón que adora
tu arte la más limpia y más preciosa joya.
Aún en buena fe algunos dicen que te contemplo,
la cara no tiene el poder para hacer el amor gemir;
para decir que ellos se equivocan, me atrevo a no ser tan audaz,
aunque yo juro eso a mí mismo solo.
Y para estar seguro que eso no es falso yo juro
miles de gemidos pero pensando en la cara,
uno sobre el cuello del otro hace que como testigo soporte
que lo negro es lo más justo dentro del lugar de mi juicio.
En nada tu arte negro salva en los hechos,
y desde ahí esta calumnia como yo piensa seguir adelante.

ALGÚN AMOR DISFRAZADO

SONETO 130



Los ojos de mi ama son ninguna cosa semejante al sol,
el coral es de lejos más rojo, que sus labios rojos,
si la nieve es blanca, porque entonces sus pechos son pardos:
si los cabellos son dorados, cabellos negros crecen sobre su cabeza:
yo he visto rosas adamascadas, rojas y blancas,
pero no tales rosas veo yo en sus mejillas,
y en algunos perfumes hay más deleite,
que en el aliento que de mi ama hiede.
Yo amo oír su charla, aún bien yo sepa,
que la música tiene de lejos un sonido más agradable:
Yo concedo que nunca vi que una diosa sea,
mi ama cuando ella camina pasos sobre el suelo.
Y aún caramba pienso mi amor tan raro,
como alguno que ella disfraza con falsa comparación.

martes, 23 de noviembre de 2010

REHUIR EL CIELO

SONETO 129



El gasto del espíritu dentro de un derroche de vergüenza
es lujuria en acción, y todavía acción, la lujuria
es perjurada, asesina, sanguinaria llena de culpa,
salvaje, extrema, ruda, cruel, no para confiar,
disfrutada no más pronto pero despreciada francamente,
la razón pasada perseguida, y no más pronto tuvo
a la razón pasada odiada como un cebo devorado,
a propósito colocado para hacer al interesado loco.
Loco en la persecución y en la posesión así,
tuvo, teniendo, y en búsqueda, para tener extremo,
un éxtasis en prueba y probado, muy trágico,
antes una alegría propuesta atrás de un sueño,
todo esto el mundo bien sabe todavía nadie lo sabe bien,
rehuir el cielo que conduce a los hombres a este infierno.

SOBRE ESA MADERA BENDECIDA

SONETO 128



Con qué frecuencia tú, mi música, mi música ejecutas,
sobre esa madera bendecida en la cual el movimiento suena
con los dulces dedos cuando tú con delicadeza balanceas
la áspera armonía que a mi oído confunde.
Envidio a esas teclas que diestras saltan,
para besar el tierno interior de la mano,
mientras mis pobres labios de los cuales debería esa cosecha recoger,
en la audacia de la madera por la postura que ruboriza.
Para ser tan acariciados ellos cambiarían su estado
y situación con esas astillas danzantes.
Allá con quién los dedos caminan con dulce manera de andar,
haciendo a la madera muerta más bendecida que labios vivientes,
desde que insolentes teclas tan felices están en esto,
dales los dedos, y a mí los labios para besarte.

BELLEZA PROFANADA, SI NO VIVE EN DESGRACIA

SONETO 127


Dentro de la vieja era lo negro no era considerado justo,
o si lo era esto no resistía el nombre de belleza:
Pero ahora que es heredero sucesivo de la belleza negra,
y la belleza calumniaba con una vergüenza bastarda,
desde que cada mano tiene puesta el poder de la naturaleza,
volver limpio lo repugnante con el falso rostro prestado del arte,
la belleza dulce no tiene nombre ni sagrado cenador,
pero es profanada, si no vive en desgracia.
Luego, los ojos de mi ama son cuervo negro,
sus ojos tan idóneos, y ellos dolientes parecen,
en tal no nacido justo ni falto de belleza,
difamando a la creación con un falso aprecio,
de modo que todavía ellos lloran volviendo de su congoja,
que toda lengua dice que la belleza debería mirar así.

lunes, 22 de noviembre de 2010

LEVANA Y NUESTRAS DAMAS DEL PESAR, de Quincey

Con frecuencia en Oxford yo vi a Levana en mis sueños. La conocí por sus símbolos romanos. ¿Quién es Levana? Lector, no pretenda tener mucho ocio para mucha erudición, no estarás enojado conmigo por contarte. Levana era la diosa romana que desarrolló para el infante recién nacido la más prematura oficina para ennoblecer la bondad, -típica, por su modo, de esa grandeza la cual pertenece al hombre en algún lugar, de esa benignidad en poderes invisible la cual aún en mundos paganos algunas veces desciende para preservarlo. En el momento de su nacimiento, tanto como el infante prueba por vez primera la atmósfera de nuestro planeta aquejado de problemas, era puesto sobre la tierra. Pero inmediatamente, no sea que por grande una criatura debería humillarse allá por más que un instante, cualquiera sea la mano paterna, como representante para la diosa Levana, o algún familiar cercano, como representante del padre, levantado el bebé en vertical, ofrecido él mira erecto como el rey de todo este mundo, y presentada su frente a las estrellas, diciendo, quizá, en su corazón, “¡Contemplen que es más grandioso que ustedes mismos!”. El acto simbólico representaba la función de Levana. Y esa dama misteriosa, quien nunca reveló su cara (excepto a mí en sueños), pero siempre actuaba por delegación, tuvo su nombre del verbo latino (como todavía es el verbo italiano) levare, levantar en el aire.
.
Esta es la explicación de Levana, y de ahí ha surgido que mucha gente ha entendido por Levana el poder tutelar que controla la educación de la guardería. Ella, que no sufriría en su nacimiento aún una degradación prefigurativa o mímica por su terrible pupilo, mucho menos podría esperarse para sufrir la real degradación que acompaña el no desarrollo de sus poderes. Ella ahí cuida la educación humana. Ahora la palabra educo, con la penúltima corta, era derivada (por un proceso frecuentemente ejemplificado en la cristalización de los lenguajes) de la palabra educo, con la penúltima larga. Cualquiera educes, o desarrolla, educates. Con la educación de Levana, por consiguiente, es significado, -no la pobre maquinaria que se mueve por la ortografía-, libros y gramáticas, pero por ese poderoso sistema de fuerzas centrales ocultas en el profundo seno de la vida humana, el cual por pasión, por disputa, por tentación, por las energías de resistencia, trabajos para siempre encima de los niños, -no descansando noche o día, algo más que la rueda poderosa del día y la noche a ellos mismos, como inquietos rayos, está vislumbrando por siempre como ellos giran.
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Si, entonces, estos son los ministerios por los cuales Levana trabaja, como profundamente debe ella reverenciar las agencias de profunda pena. Pero tú, ¡lector! piensa, -esos niños no son responsables a tan profunda pena como la mía. Hay dos sentidos en el mundo generalmente -el sentido de Euclides, donde esto significa universalmente (o dentro de la extensión completa del genus), y dentro de un estúpido sentido de este mundo, donde esto significa usualmente. Ahora, estoy lejos de decir que los niños universalmente son capaces de profunda pena como la mía. Pero hay más de lo que tú alguna vez oíste de quien muere de profunda pena en esta isla de nosotros. Te contaré un caso común. El reglamento de Eton requiere que un muchacho para la fundación debería estar allá a los doce años; él está declarado obsoleto a los dieciocho, consecuentemente él debe venir en seis. Los niños arrancados en esa edad de madres y hermanas no infrecuentemente mueren. Hablo de lo que se. El reclamo no es inscrito por el secretario de admisiones pero ese es. Profunda pena de esta clase, y en esa era, ha matado más que los que han sido alguna vez contados entre sus mártires.
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Así es que Levana frecuentemente comulga con los poderes que agitan un corazón humano: por lo tanto es eso lo que ella adora en profunda pena. “Estas damas,” decía yo suavemente a mí mismo, viendo a los ministros con los cuales Levana estaba conversando, “estas son los Pesares; y ellas son tres en número, como las Gracias son tres, que visten la vida del hombre con belleza; las Parcas son tres, quienes tejen el tapete oscuro de la vida del hombre en su misterioso telar, siempre con colores tristes en parte, algunas veces enojadas con trágico carmesí y negro; las Furias son tres, que visitan con retribución llamada del otro lado de la tumba delitos que caminan en esto; y una vez incluso las Musas eran tres, quienes ajustan el arpa, la trompeta o el laúd, a las grandes cargas de las creaciones apasionadas del hombre. Estas son los Pesares, las tres de las cuales yo se”.
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Las últimas palabras que yo digo ahora; pero en Oxford yo dije, “Uno de quien yo se, y los otros también seguramente yo debo saber”. Para ya, en mi ferviente juventud, yo vi (sutilmente tranquilizado en el oscuro antecedente de mis sueños) los imperfectos rasgos de las hermanas terribles. Estas hermanas -¿por qué nombre nosotros las debemos llamar? Si yo digo simplemente “Los Pesares”, habrá una oportunidad de equivocarse en el término; esto sería entendido de pesar individual, -separar casos de pesar,- mientras que quiero un término expresando las abstracciones poderosas que encarnan ellas mismas en todos los sufrimientos individuales del corazón humano; y deseo tener estas abstracciones presentadas como suplantaciones, que es, como arropada con atributos humanos de vida, y con funciones señalando a la carne. Llamémoslas, así, Nuestras Damas del Pesar. Las conozco a fondo, y he caminado en todos sus reinos. Tres hermanas ellas son, de una misteriosa casa; y sus rutas son con bastante espacio entre ellas, pero de su dominio no hay fin. A ellas yo vi frecuentemente conversando con Levana, y algunas veces acerca de mí mismo. ¿Ellas hablan, entonces? ¡Oh, no! Fantasmas poderosos como estos desdeñan las debilidades del lenguaje. Ellas pueden lanzar voces a través de los órganos humanos cuando ellas moran en los corazones humanos, pero entre mismas no hay voz ni sonido; el silencio eterno reina en sus reinos. Ellas no hablaban, como ellas hablaban con Levana; ellas no cuchicheaban; ellas no cantaban; aunque algunas veces me parece a mí que ellas han cantado, para mí sobre la tierra hube oído sus misterios algunas veces descifrados por el arpa y la pandereta, por la cítara y el órgano. Como Dios, de quien sirvientes ellas son, pronuncian su placer, no por sonidos que perecen, o por palabras que se pierden, sino por señales en el cielo, cambios en la tierra, pulsaciones en ríos secretos, heráldicas pintadas en la oscuridad, y jeroglíficos escritos sobre las placas del cerebro. Ellas dan vueltas en laberintos; yo anunciaba los pasos. Ellas telegrafiaban de lejos; yo leí las señales. Ellas conspiraban juntas; y sobre los espejos de la oscuridad mi ojo trazaba las conspiraciones. Suyas eran los símbolos; mías eran las palabras.
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¿Qué es eso que las hermanas son? ¿Qué es eso que ellas hacen? Déjame describir su forma, y su presencia; si la forma era eso que todavía fluctuaba en su contorno, o la presencia era eso que para siempre avanzaba al frente, o siempre se retiraba entre sombras.
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La más vieja de las tres era llamada Mater Lacrimarum, Nuestra Dama de las Lágrimas. Ella es esa noche y día que delira y gime, llamando por rostros desaparecidos. Ella se levantó en Rama, donde una voz era oída de lamentación, -Raquel llorando por sus niños, y rechazando ser consolada. Ella era eso que se paró en Belén en la noche cuando la espada de Herodes acabó con la vida de los niños Inocentes, y los pequeños pies eran almidonados por siempre, la cual, oía a veces como ellos se tambaleaban a lo largo de los pisos por encima de la cabeza, despertó pulsaciones de amor en los corazones de hogares que no estaban sin nombre en el cielo.
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Sus ojos eran dulces y sutiles, salvajes y somnolientos, por turnos; frecuentemente subiendo a las nubes, algunas veces retando a los cielos. Ella llevaba una diadema rodeando su cabeza. Y supe por memorias infantiles que ella podía ir al exterior por encima de los vientos, cuando ella oía los sollozos de las letanías o el retumbar de los órganos, y cuando ella contemplaba la reunión de las nubes de verano. Esta hermana, la más vieja, es la que carga las llaves más que pontificias en su faja, las cuales abren todas las casitas y todos los palacios. Ella, a mi saber, se sentó todo el pasado verano por la cabecera del ciego mendigo, a él con quien tan frecuente y tan contento yo platicaba, de quien la hija piadosa, de ocho años de edad, con el rostro soleado, resistía las tentaciones de jugar y el júbilo del pueblo para viajar a lo largo del día sobre los caminos polvorientos hasta con su desgraciado padre. Por esto Dios quiso enviar a ella una gran recompensa. En el tiempo de la primavera de ese año, y mientras todavía su propia Primavera estaba echando brotes, él la volvió a llamar para él mismo. Pero su padre ciego se lamentaba para siempre con ella; todavía él sueña a la medianoche que la pequeña mano guía está fundida dentro de su propia mano; y todavía él despierta a una oscuridad que está ahora dentro de una segunda y una más profunda oscuridad. Esta Mater Lacrimarum ha estado algo sentándose todo este invierno de 1844-5 dentro de la cama del alcoba del Zar, trayendo ante sus ojos una hija (no menos piadosa) que desapareció a Dios no menos repentinamente, y dejó atrás de ella una oscuridad no menos profunda. Por el poder de las llaves es que Nuestra Dama de las lágrimas desliza un intruso fantasmalmente hacia los cuartos de hombres insomnes, mujeres insomnes, niños insomnes, del Ganges al Nilo, del Nilo al Mississippi. Y ella, porque es la primera en nacer de su casa, y tiene el más amplio imperio, démosle el honor con el título de “¡Madonna!”.
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La segunda hermana es llamada Mater Suspiriorum – Nuestra Dama de los Suspiros. Ella nunca escala a las nubes, ni camina al exterior por encima de las nubes. Ella no lleva diadema. Y sus ojos, si ellos fueron alguna vez vistos, tampoco serían dulces ni sutiles; ningún hombre podía leer su relato; ellos serían encontrados llenos con sueños malditos, y con restos de delirium olvidado. Pero ella no alza sus ojos; su cabeza, sobre la cual sienta un turbante deteriorado, se marchita por siempre, por siempre se sujeta sobre el polvo. Ella no llora. Ella no gime. Pero ella suspira inaudiblemente por intervalos. Su hermana, Madonna, es frecuentemente tempestuosa y frenética, rugiendo en lo más alto en contra del cielo, y demandando de regreso a sus queridos. Pero Nuestra Dama de los Suspiros nunca clama, nunca desafía, no sueña con aspiraciones de rebeldía. Ella es humilde hasta la abyección. A ella es la docilidad que pertenece al desesperado. Susurra que ella puede, pero está en su sueño. Susurra que ella puede, pero está a sí misma en la penumbra; hablar entre dientes ella lo hace a veces, pero es en los lugares solitarios que son sombríos como ella está desolada, en ciudades en ruinas, y cuando el sol ha ido abajo a su descanso. Esta hermana es la visitante de los Paria, de los Judíos, del fiador al remo en las galeras mediterráneas; y del criminal inglés en la isla Norfolk, tachado de los libros de remembranza en la dulce Inglaterra remota; del desconcertado penitente volviendo sus ojos para siempre por encima de una tumba solitaria, la cual parece a él el altar derrocado de algún pasado y sangriento sacrificio, sobre cual altar ninguna de las oblaciones puede ahora estar aprovechándose, si hacia el perdón que él imploraría, o hacia la reparación que él intentaría. Todos los esclavos que al mediodía alzan la vista al sol tropical con tímido reproche, como él señala con una mano a la tierra, nuestra madre general, pero para él una madrastra, -como él señala con la otra mano a la Biblia, nuestro maestro general, pero en contra de él sellada y aislada-; -todas las mujeres sentándose en la oscuridad, sin amor para refugiar su cabeza, o esperanza para iluminar su soledad, porque los instintos de origen celestial encendiendo en sus principios de afectos sagrados los cuales Dios implantó en su seno femenino, habiendo sido contenidos por necesidades sociales, ahora quemados hoscamente hasta echarse a perder, como lámparas sepulcrales entre los antiguos; todas las monjas defraudaron de ella no regresando en el mes de Mayo por el pariente malvado, a quien Dios juzgará; todos los cautivos en todos los calabozos; todos esos son traicionados y todos esos que son rechazados como parias por la ley tradicional y los niños de desgracia hereditaria, - todos esos caminan con Nuestra Dama de los Suspiros. Ella algo carga una llave, pero ella la necesita poco. Por su reino está principalmente entre las tiendas de Set, y los vagabundos sin casa de todo clima. Todavía en los más altos caminos humanos ella encuentra templos dedicados a ella; y aún en la gloriosa Inglaterra hay algo de eso, al mundo, que carga sus cabezas tan orgullosamente como el reno, quienes todavía secretamente han recibido su marca por encima de sus frentes. Pero la tercera hermana, ¡quien es algo la más joven!- ¡Silencio, susurro mientras nosotros hablamos de ella! Su reino no es grande sino ninguna carne debería vivir; pero dentro de ese reino todo poder es suyo. Su cabeza, coronada por un torreón como la de Cibeles, crece casi más allá de la altura de la vista. Ella no se marchita; y sus ojos alzando tan altos estarían ocultos por la distancia; pero, siendo que ellos están ocultos, que ellos no pueden estar ocultos; a través del velo triple de banda negra el cual ella lleva, la luz violenta de una abrasadora miseria, que descansa no para los amaneceres o para los anocheceres, para el mediodía o para la medianoche, para marea bajando o marea creciendo, puede ser leído de lo más profundo. Ella es la que desafía a Dios. Ella es algo la madre de las locuras, y la mujer que sugiere los suicidios. Profunda mentira las raíces de su poder; pero limitada es la nación que ella rige. Para ella pueden acercarse solo esos en los cuales una profunda naturaleza ha sido levantada por convulsiones centrales; en los cuales el corazón tiembla, y el cerebro se balancea bajo conspiraciones de tempestad proveniente sin y de tempestad proveniente con. Madonna mueve con pasos inciertos, veloces o lentos, pero todavía con gracia trágica. Nuestra Dama de los Suspiros se arrastra tímida y furtivamente. Pero la más joven hermana se mueve con incalculables movimientos, enlazando y con saltos de tigre. Ella no carga llave; para, sin embargo, venir raramente entre los humanos, ella irrumpe todas las puertas en las cuales ella es permitida entrar. Y su nombre es Mater Tenebrarum – Nuestra Dama de la Oscuridad.
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Estas eran las Semnai Theai o Diosas Sublimes, estas eran las Euménides, o las Diosas Graciosas, (tan llamadas por la antigüedad en la propiciación estremecedora), de mis sueños de Oxford. Madonna habló. Ella habló por su misteriosa mano. Tocando mi cabeza, ella dijó a Nuestra Dama de los Suspiros; y qué ella habló, traducido fuera de las signos los cuales (excepto en sueños) ningún hombre lee, era esto: -
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“¡Lo! Aquí está él, de quien en la niñez yo dedicaba a mis altares. Esto es él que una vez yo hice mi querido. A él yo llevé por mal camino, a él yo seduje, y del cielo yo robé fuera su corazón joven al mío. A través de mí él llegó a ser idólatra; y a través de mí esto era, por deseos languidecientes, eso que él adoraba al gusano, y rezaba a la tierra engusanada. Lo sagrado era la tierra para él; lo adorable era su oscuridad; santamente su corrupción. A él, este joven idólatra, yo he sazonado para ti, ¡querida dulce Hermana de los Suspiros! Tú lo tomas ahora para tu corazón y lo preparas para nuestra terrible hermana. Y a ti, “-girando a la Mater Tenebrarum, ella dijo, - malvada hermana, eso que es más tentador y lo que más odias, tú tomas a él de ella. Ve que tu cetro caiga pesado sobre su cabeza. Que no sufra mujer y su ternura para sentarlo en la oscuridad de él. Destierra las debilidades de la esperanza, marchita la pérdida de fuerza del amor, abrasa la fuente de las lágrimas, embrújalo como solo tú puedes embrujarlo. De modo que, él será llevado a cabo en la caldera, de modo que él verá las cosas que no deben ser vistas, visiones que son abominables y secretos que son indecibles, impronunciables. De modo que él leerá las más viejas verdades, verdades tristes, verdades magníficas, verdades temibles. De modo que él crecerá otra vez antes que él muera, y de modo que nuestra comisión será consumada la cual de Dios nosotros tuvimos, - asediar su corazón hasta que nosotros hubiéramos abierto las capacidades de su espíritu.”

domingo, 21 de noviembre de 2010

ENTREGADOS HACIA UNA REVOLUCIÓN

John Reed fue periodista en las dos revoluciones sociales de inicios del siglo XX, en México acompaña a Francisco Villa en su campaña revolucionaria, en Rusia está presente en la toma del poder de los bolcheviques, como relata en "Diez días que conmovieron al mundo"
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Louise Bryant, compañera de John Reed en Rusia cuando la intensidad de un transformación social tenía que ser reflejada a todo el mundo, y el testimonio tenía que ser transmitido como constancia de una historia que sucedió en 1917.
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Louise Bryant deja entre sus libros publicados: "Seis Meses Rojos en Rusia" y "Espejos de Moscú".
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Y por ello de abrir un país a la democracia, tienen gran eco las palabras del maestro ajedrecista Gari Kasparov en su visita a México:

"a diferencia del ajedrez, ahí no jugamos para ganar o perder, sino para que haya democracia en Rusia"
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"Nosotros no peleamos para ganar elecciones, luchamos porque las elecciones realmente sucedan"
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Ayer día en que se cumple temporalmente 100 años de haberse iniciado la Revolución Mexicana el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas llama a movilizarse, organizarse para recuperar un país donde se hagan efectivos los principios de la Revolución:
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"a un siglo de distancia de la hora fijada por Madero, debemos convocarnos en un gran llamado colectivo a recuperar el país para los mexicanos, e imprimir para su desarrollo condiciones de progreso y bienestar, esta es la hora precisa de empezar. "
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El Jefe de Gobierno de la Ciudad de México Marcelo Ebrard acompañado de alcaldes de muchas partes del mundo por la realización de la III Cumbre Mundial de Líderes Locales y Regionales sostuvo que:
"ha llegado el momento de que la equidad, la justicia, el patriotismo, presidan la acción pública en México, que le demos la espalda a la resignación y al conformismo y que vayamos hacia delante".
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Marcelo Ebrard, que fue nombrado vocero del mensaje sobre cambio climático de las Ciudades y Gobiernos Locales Unidos para la próxima Cumbre sobre Cambio Climático a realizarse en Cancún se dirigió a los asistentes ante el Monumento a la Revolución, en la Plaza de la República:
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"Hagamos este compromiso en esta gran plaza, la Plaza de la República, que nos reúna pronto para festejar el triunfo de la izquierda y de los valores de avanzada en México"
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Aunque no emitieron discurso, estuvieron junto a Ebrard y Cárdenas el rector de la UNAM José Narro, la presidenta de la Asamblea capitalina Alejandra Barrales, el escritor de pluma revolucionaria con "La muerte de Artemio Cruz" o "Gringo viejo" Carlos Fuentes, y el dirigente del poder judicial Azar.
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Por parte de la aventura obradorista para lograr nuevamente la nominación de Andrés Manuel como candidato de la Izquierda tras habérsele robado la elección donde asegura haber ganado, se postula para el Estado de México a Yeidckol Polevnsky quien perdió hace 6 años con Peña Nieto, para intentar en revancha ganarle al sucesor que designe el gobernador bendecido por el Vaticano. Pero no hay consenso ni acuerdos para establecer que la Izquierda unida apoyará a Yeidckol, el problema es el método de designación de la candidata, parece una imposición, "un dedazo" aunque sea de Izquierda, y si hay voluntad democrática debería estar Yeidckol en la disposición de debatir con otras propuestas ciudadanas o de la amplia gama de Izquierdas para que en un ejercicio democrático se elija a la mejor carta para hacer frente a las intenciones de que el gobernador se perpetúe con un sucesor a modo, y dejar muy claro que no es invencible el precandidato presidencial que sólo ha sido inflado por la mercadotecnia como en su caso lo fue Fox.
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López Obrador se pronuncia en el Hemiciclo a Juárez con la siguiente apertura:
"No dejaremos de luchar, que la ignominia será transitoria porque está en marcha la Revolución de las conciencias, y pronto, muy pronto, estaremos celebrando el advenimiento de una nueva República, como la hemos soñado libre, soberana, progresista, justa, democrática, igualitaria y fraterna".
López Obrador, uno más de los líderes de la Izquierda, fue acompañado por Pablo Gómez, Ricardo Monreal, Rosario Ibarra, y la propuesta del ala obradorista para el Estado de México Yeidckol Polevnsky.
Para documentar que precisamente el movimiento político social que alguna vez impulsó Muñoz Ledo se llamó "Nueva República", y que exembajador ante la Unión Europea ha apoyado a López Obrador en su intención de volver a ser él, aunque el desgaste ya no proyecta a un ganador en él.

jueves, 18 de noviembre de 2010

REINA DEL AJEDREZ RUSO

Se encuentran en México
grandes figuras históricas del ajedrez en Rusia.

Jugará la campeona mundial femenil del ajedrez
el cuadrangular de Grandes Maestros.
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Los grandes maestros rusos
participan en los festejos
por la celebración de los 100 años de la UNAM
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¡ Los grandes maestros rusos en México !
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1. Alexandra Kosteniuk
2. Anatoli Karpov
3. Viktor Korchnoi
4. Gari Kasparov

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Kasparov ha incursionado en la política, ha escrito un libro llamado: "Como la vida imita al ajedrez", jugó partidas célebres contra la supercomputadora Deep Blue, fue campeón mundial.
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Karpov, al ser el segundo lugar mundial en el escalafón, se vuelve campeón mundial ante el abandono de Bobby Fischer, defendería su título y siguió en el ajedrez sosteniendo una rivalidad histórica de más de una década con el entonces campeón Gari Kasparov.
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Viktor Korchnoi, ajedrecista ruso de gran nivel que ha confrontado a Kasparov y a Karpov, desertó de Rusia por diferencias políticas con el régimen de su país en la cuestión vital de la libertad.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

POR UNA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA

El cisma en las filas del Partido Revolucionario Institucional ante la elección del candidato presidencial para 1988, para oponerse a la imposición de un candidato que estaba alejado de los principios de la Revolución Mexicana lo encabezaron el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, la Lic. Ifigenia Martínez y el Lic. Porfirio Muñoz Ledo.
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El tres veces candidato presidencial para la Izquierda Ing. Cuauhtémoc Cárdenas caminando al lado de la lideresa actual del PRI, Beatriz Paredes.
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La economista Ifigenia Martínez, primera mexicana con maestría y doctorado en economía por la Universidad de Harvard, al lado de la senadora María de los Ángeles Moreno que fue la primera mujer en ser presidenta del PRI a nivel nacional.
.Francisco Rojas, coordinador del PRI en la cámara de diputados, Director General de PEMEX vinculado al sexenio de Salinas; Porfirio Muñoz Ledo, primer presidente de la Cámara de Diputados por la oposición al PRI, exembajador de México ante la Unión Europea, embajador ante la ONU que presidió el Consejo de Seguridad, actual diputado que preside la Comisión de Relaciones Exteriores; Carlos Ramírez Marín, presidente de la actual Cámara de Diputados.
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¡ Por una Revolución Democrática !