“Hace muchos años, cuando yo estuve buscando sobre las Antigüedades de Roma de Piranesi, el Sr. Coleridge, quien estaba manteniéndose al margen, describió para mí un juego de ilustraciones de ese artista, llamadas sus Sueños, y las cuales grababan el escenario de nuestras visiones durante el delirio de una fiebre. Algunos de ellos (yo describo solo a partir de la memoria la explicación del Sr. Coleridge) representaban vastos salones góticos: en el piso del cual pusieron toda clase de motores y maquinaria, ruedas, cables, poleas, palancas, catapultas, y c. expresivo del poder enorme propuesto y la resistencia superada. Arrastrando su camino hacia arriba, era Piranesi a sí mismo: seguir las escaleras un poco más y tú percibes eso venir a una repentina terminación abrupta, sin ninguna barandilla, y no permitiendo ningún paso hacia adelante a él que hubo alcanzado el extremo, excepto hacia las profundidades abajo. Qué es lo que llega a ser del pobre Piranesi, supones, al menos, que sus labores deben en alguna manera terminar aquí. Pero alza tus ojos, y contempla un segundo piso de escaleras todavía más altas: en las cuales otra vez Piranesi es percibido poniéndose de pie sobre el mero borde del abismo. Otra vez eleva tu ojo y todavía un piso aéreo más de escaleras es contemplado y otra vez es el pobre Piranesi ocupado en sus labores aspirantes: y así, hasta las escaleras no finalizadas y Piranesi ambos están perdidos en la superior penumbra del salón. Con el mismo poder de crecimiento sin fin y autoreproducción hizo a mi arquitectura ir adelante en sueños. En la temprana etapa de mi enfermedad, los esplendores de mis sueños eran de hecho principalmente arquitectónicos: y yo contemplé tanta fastuosidad de ciudades y palacios como nunca aún fue contemplado por el ojo despierto, al menos en las nubes.”
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IL POSTINO
martes, 4 de enero de 2011
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