La estructura de laberinto así viene a parecerse a un abismo. De hecho, esto contiene un abismo (si alguna cosa puede ser dicha para “contener” esa figura) para Piranesi quien se para sobre el mero borde del abismo. Bachelard ha notado que el miedo de caer es un primitivo miedo; constituye nuestro miedo elemental de nuestro inconsciente, de la oscuridad. Los poetas imaginan alturas para contrarrestar este miedo; nosotros imaginamos un impulso hacia las alturas y entendemos (sabemos) la caída hacia el fondo. Los poetas que usan imágenes de profundidad como abismos y simas tienen un tremendo miedo de ir cayendo, de ir perdiendo el control y consecuentemente buscan imágenes de nubes, cúspides de montaña –imágenes de gran poder y altura- para contrarrestar este miedo. Aunque uno nunca vea un abismo, uno sabe de un abismo porque uno puede imaginar un abismo, una cima, un golfo, a partir de teniendo una sensación de ir cayendo sin fin y lo reverso es verdadero. Y aquí aún ese “borde” no posee límite porque no hay justo un abismo en este texto sino un número incalculable, uno en el fin de cada nivel”.
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IL POSTINO
jueves, 6 de enero de 2011
EL MIEDO ABISAL
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DE - LECTIVO,
ESQUIZOFRENIA
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