***La Corte, en 'El Proceso' de Kafka,
posee la misma existencia puramente
fantasmagórica; su predecesor es el
Castillo Klingsor en 'Parsifal', de Wagner.
Puesto que su control sobre el sujeto
es puramente fantasmático, basta romper
su encanto mediante un gesto de
distanciamiento; la Corte o el Castillo
se derrumban. Allí yace la lección política
de 'Parsifal' o de 'El Proceso' de Welles:
si vamos a sobreponernos al poder social
"efectivo", debemos antes romper el
control fantasmático que ejerce sobre
nosotros.***
posee la misma existencia puramente
fantasmagórica; su predecesor es el
Castillo Klingsor en 'Parsifal', de Wagner.
Puesto que su control sobre el sujeto
es puramente fantasmático, basta romper
su encanto mediante un gesto de
distanciamiento; la Corte o el Castillo
se derrumban. Allí yace la lección política
de 'Parsifal' o de 'El Proceso' de Welles:
si vamos a sobreponernos al poder social
"efectivo", debemos antes romper el
control fantasmático que ejerce sobre
nosotros.***
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