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IL POSTINO

IL POSTINO

miércoles, 30 de diciembre de 2015

LÍMITES

¿Por qué yo he de tener límites?

Los tengo, no me atreveré a ser grosero, dejo abierta la puerta a la reconciliación o nunca por mi parte divulgaré más allá que implique sentirme acorralado, o nombrar al destinatario principal de mis publicaciones, tal vez ni se ha sentido aludido y mi esfuerzo es vano.

Soy pobre, tengo capacidad pero soy aplastado por el Mercado, debido desde luego a haber sufrido dos períodos de esquizofrenia (menores de un año) pero que pulverizaron mi tranquila vida.

No me sorprende lo que leo en "Sumisión" de Houellebecq (hasta donde he avanzado), creo que el matrimonio es una carga muy difícil, los que lo llevan ya no viven para su desarrollo personal, son domados por las preocupaciones de atender a su familia, y no son libres para darse placer a sí mismos. Quizá haya parejas que signifiquen honrosas excepciones, pero la mayoría de matrimonios se mienten a sí mismos y sobreviven en su masoquismo.

Por el azar de mi vida, he cruzado fronteras en el orden de conocer "el bajo mundo", abiertamente he transgredido, no pido aplausos, puesto que he tenido límites, y como toda persona que se ha quedado detenida (la enfermedad me neutralizó en mi escalada a mi Babel) todavía tengo fantasías, y por ello, quisiera terminar "El Acoso de las Fantasías" de Slavoj Zizek, entre otras maravillas que me ha dejado observar a Selen, Laure, Jill, Sydnee.

No he forzado a nadie, también cuando tuve dinero me aproveché de lo que el Mercado te deja disfrutar, y no me la pasé mal, paseamos por el mundo real de Sodoma y Gomorra (no creo como Ignatius que Nueva Orleans -NOLA- sea una ciudad del vicio, más bien creo que Ignatius no ha seguido los consejos de Myrna, y es de comportamiento puritano).

¿Hasta dónde llegué? Hasta donde me impuso límites el Destino en el ascenso de mi Babel. Aunque sigo dándome el lujo de disfrutar con mis recursos, tal vez como el personaje de Huysmans en "Au Rebours" sólo estoy inventándome con la imaginación mis goces, y en realidad, tal vez finjo el sentirme satisfecho cuando mi deseo no se ha colmado. Pero, vayamos más al fondo, vi el film "The Runner" que protagoniza Nicolas Cage, y disfruté la historia, nunca está todo perdido, aún cuando los demás te han enterrado, más allá, creo que el vivir se explica tratando de conseguir un propósito, no hay nada nuevo pero quizá sí logras un cambio profundo, y lo he realizado con las palabras, las imágenes que he posteado en mis blogs, claro, no soy un enterrador de las fantasías del cine o de los artistas, yo disfruto el cine, tan es así que la imagen de "Il Postino" acompaña como sello a mi blog Stay, Spider.

Pero, vayamos siendo concretos, en mi posición tengo fortaleza para decir que simpatizo con Femen, que utiliza una protesta topless para manifestarse políticamente hacia temas difíciles de nuestra sociedad; y apoyo a las mujeres que se han dedicado a la prostitución y se manifiestan en las SlutWalk; y desde luego sigo fervientemente a Pussy Riot tras su injusto encarcelamiento en Rusia, y para mí es muy significativo el acto que realiza Nadezhda Tolokonnikova con la protesta simbólica que realizan desnudos en el Museo de Biología de Moscú (Nadia estaba embarazada entonces), y desde luego, ya después su protesta contra Putin en la Catedral Cristo Salvador de Moscú. Y así yo no satanizo a Selen, Laure, Jill, Sydnee, como Asia Argento en "Scarlet Diva" quisiera ser el compañero de Selen o me gustaría ir a un concierto de Laure que decidió dedicarse a la música, o nuevamente Selen que se casó vestida de blanco y por la Iglesia.

Quizá no digo nada nuevo, pero a pesar de que he dado pasos equivocados, no soy un monstruo aunque ame a la Condesa Bathory y otros seres del imaginario gótico, no atentaré jamás con terrorismo del tipo de bombas y balazos contra gente inocente, y si mi ajedrez les da miedo pues no lean mi blog, puesto que yo sólo he jugado para enfrentar a mi Myrna o provocar a mi Helena de Troya, que por cierto es especialista en las obras de Homero, y pues por ello hace ya tiempo subí el post con el video "Across The Universe" de The Beatles, y ya me es muy tarde para abdicar, he sido, y por ahora lo sigo siendo un buen Odiseo (con Circe y Calipso incluidas).


martes, 29 de diciembre de 2015

UNA NOCHE EN BANGKOK Y EL MUNDO ES TU OSTRA (Chess)



“Chess is war over the board. The object is to crush the opponents mind”

"EL AJEDREZ NO ES COMO LA VIDA, ES LA VIDA MISMA"

"Le moment que je préfère le plus dans une rencontre, c'est celui où je sens que la personnalité de l'adversaire se brise."

One night in Bangkok and the world's your oyster...

CHESS IS BASICALLY A SEARCH FOR TRUTH (La Jugada Maestra)


lunes, 28 de diciembre de 2015

LA TERCERA GUERRA MUNDIAL EN UN JUEGO DE AJEDREZ (La Jugada Maestra)


EL MUNDO ESTÁ OBSERVANDO (La Jugada Maestra)


LA LLAMADA DE KISSINGER (La Jugada Maestra)


"This is the worst player in the world calling the best player in the world,"

LA DAMA ES LA PIEZA MÁS IMPORTANTE (La Jugada Maestra)


THIS GAME, IT'S A RABBIT HOLE (La Jugada Maestra)


JUNTOS EN LA PLAYA DE CALIFORNIA (La Jugada Maestra)


DONNA SIGUIENDO AL CAMPEÓN (La Jugada Maestra)


sábado, 26 de diciembre de 2015

TOCANDO A LA MAESTRA DE PIANO


¡Qué atrevimiento!

Tocar a la maestra,
pero sin duda lo volvería a hacer,
creo que le gusta a la maestra.


Para los seguidores de este blog
se seguirán posteando fragmentos escogidos
de "La Conjura de los Necios"
ambientada en Nueva Orleans (NOLA).

Y seguramente cuando pueda avanzar
en la lectura de "Sumisión" de Houellebecq
prometo mi crítica de este libro.

Mientras tanto, seguiré imaginando
como no ser acusado por la maestra
si la estoy tocando, me puede reprobar...

EL EXILIO DE ESTE MUNDO (L'HISTOIRE D'UNE NÉVROSE)


Mi traducción de la crítica de Maupassant sobre "A Rebours" (Al Revés) de Huysmans, que aparece mencionada en la novela "Soumission" (Sumisión) de Houellebecq.

Felices aquellos que satisfechos en la vida, aquellos que se divierten, aquellos que están contentos.

Es de gente que ama todo, que todo encanta. Ellos aman el sol y la lluvia, la nieve y la niebla, las fiestas y la calma de su vivienda, todo eso que ellos ven, todo eso que ellos hacen, todo eso que ellos dicen, todo eso que ellos entienden.
Ellos no se aburren ni los unos, ni los otros.
La vida, para ellos es una especie de espectáculo divertido del que ellos son así mismo actores,una cosa buena y variable que, sin embargo les asombra, les encanta.

Pero de otros hombres, recorriendo un relámpago de pensamiento el círculo estrecho de satisfacciones posibles, se quedan espantados delante de la nada de la felicidad, la monotonía y la pobreza de las alegrías terrestres.
Desde que ellos alcanzan treinta años, todo está acabado para ellos. ¿Qué ellos esperan? Nada les distrae más; ellos hicieron el tour de nuestros magros placeres.

Felices aquellos que no conocen el asco abominable de las mismas acciones siempre repetidas; felices aquellos que tienen la fuerza de recomenzar cada día los mismos trabajos, con los mismos gestos, los mismos muebles, el mismo horizonte, el mismo cielo, de partir por las mismas calles donde ellos se encuentran con las mismas figuras y los mismos animales. Felices aquellos que no se dan cuenta con un inmenso asco que nada cambia, que nada pasa y que todo fatiga.

Hace falta que nosotros tuviéramos el espíritu lento, cerrado y poco exigente para contentarnos de esto que es. Como se hace que el público del mundo no hubiera gritado: "Arriba el telón", ni hubiera solicitado el acto siguiente con otros seres que el hombre, con otras formas, con otras fiestas, con otras plantas, con otros astros, con otras invenciones, con otras aventuras.

Verdaderamente, nadie tiene pues todavía probado el odio del rostro humano siempre parecido, el odio del perro que merodea por las calles, el odio sobre todo del caballo, animal horrible montado sobre cuatro pértigas y del cual las patas se parecen a un champiñón.
Es de frente que se necesita ver a un ser para juzgar la belleza. ¡Observa de frente un caballo, esta cabeza informe, esta cabeza de monstruo plantada sobre dos piernas delgadas, nudosas y grotescas! Y cuando ellas arrastran carruajes amarillos, estas horribles bestias, llegan a ser visiones de pesadilla.

¿Dónde huir para no ver más estas cosas vivientes o inmóviles, para no recomenzar siempre, siempre, todo eso que nosotros hacemos, para no hablar más y para no pensar más?

Verdaderamente nosotros nos contentamos con poco. ¿Es posible que nosotros estuviéramos alegres, saciados? ¿Que nosotros no nos sintiéramos sin cesar locos por un deseo torturante de la novedad, de lo desconocido?

¿Qué nosotros hacemos? ¿A qué se limitan nuestras satisfacciones?

Observemos las mujeres sobre todo. El más grande movimiento de su pensamiento consiste en cambiar los colores y los pliegues de las telas con lo cual ellas ocultan sus cuerpos para volverse deseables. ¡Qué miseria!
Ellas sueñan de amor. Murmurar una palabra, siempre la misma, observando en el fondo de los ojos un hombre.
Y ahí está todo. ¡Qué miseria!

¿Y nosotros que nos hacemos? ¿Cuáles son nuestros placeres?

Esto es, ¿parece ser, delicioso de agarrarse con aplomo sobre el lomo de un caballo que corre, de hacerle saltar encima de los obstáculos, de saberle hacer ejecutar cualesquiera movimientos con presiones de rodilla?
Esto es, ¿parece ser, delicioso de recorrer los bosques y los campos con un fusil en las manos y de matar todos los animales que huyen delante de vuestro paso, las perdices que caen del cielo dejando caer una lluvia de sangre, los corzos con los ojos tan dulces, que amarías acariciar y que lloran como los niños?
Esto es, ¿parece ser, delicioso ganar o perder el dinero intercambiando, con otro hombre, los pequeños cartones de color, siguiendo reglas aceptadas? ¡Nosotros pasamos noches en estos juegos, les amamos de una manera desordenada!
¿Es delicioso saltar en cadencia o girar en compás con una dama entre los brazos? ¿Es delicioso posar su boca sobre los cabellos de esta dama cuando la amamos, o lo mismo sobre el borde de sus vestidos. ¿Ahí están nuestros grandes placeres? ¡Qué miseria!

¡Los otros hombres aman las artes, el Pensamiento! ¡Como si ello cambiaría el pensar de los humanos!

La pintura consiste en reproducir con los colores los monótonos paisajes sin que ellos parezcan así mismos nunca a la naturaleza, en dibujar a los hombres, siempre a los hombres, esforzando, sin nunca conseguir algo, de darles el aspecto de los vivos. Nosotros nos ensañamos así, inútilmente, durante los años, a imitar esto que es; y nosotros llegamos apenas, por esta copia inmóvil y muda de los actos de la vida, a hacer comprender a los ojos ejercitados, esto que quisimos tentar.
¿Por qué estos esfuerzos? ¿Por qué esta imitación vana?
¿Por qué esta reproducción banal de las cosas tan tristes para ellas mismas? ¡Miseria!

Los poetas hacen con las palabras eso que las pinturas ensayan con los matices. ¿Siempre por qué?
Cuando nosotros leímos los cuatro más hábiles, los cuatro más ingeniosos, es inútil de abrir algún otro. Nosotros no sabemos nada más. ¡Ellos no pueden, también ellos, estos hombres, más que imitar al hombre! Ellos se agotan en una labor estéril. Ya que el hombre no cambia, su arte es inmutable.
Desde que se agita nuestro corto pensamiento, el hombre es el mismo; sus sentimientos, sus creencias, sus sensaciones son los mismos, él no registró avance, él no registró retroceso, él no registró movimiento. ¿A qué me sirve de aprender eso que yo soy, de leer eso que yo pienso, de observarme a mí mismo dentro de las banales aventuras de una novela?

¡Ah! Si los poetas pudieran atravesar el espacio, explorar los astros, descubrir otros universos, otros seres, variar sin cesar, para mi espíritu, la naturaleza y la forma de las cosas, me pasearía sin cesar dentro de lo desconocido cambiante y sorprendente, abrir las puertas misteriosas sobre los horizontes no esperados y maravillosos, yo los leería día y noche. Pero ellos no pueden, estos impotentes, más que cambiar el lugar de una palabra, y mostrarme mi imagen, como las pinturas. ¿Cosa buena?

Ya que el pensamiento del hombre es inmóvil.
Los límites precisos, próximos, infranqueables una vez alcanzados, el pensamiento da vueltas como un caballo en un circo, como una mosca dentro de una botella cerrada revoloteando hasta las paredes donde ella se choca siempre. Nosotros estamos aprisionados en nosotros mismos, sin conseguir salir de nosotros, condenados a arrastrar el grillete de nuestro sueño sin desarrollo.
Todo el progreso de nuestro esfuerzo cerebral consiste en constatar los hechos insignificantes usando instrumentos ridículamente imperfectos que suplen sin embargo, un poco a la incapacidad de nuestros órganos. Todos los veinte años, un pobre investigador que muere en la pena, descubre que el aire contiene un gas todavía desconocido, que nosotros liberamos una fuerza imponderable, inexplicable e incalificable frotando la cera sobre el paño, que entre las innombrables estrellas ignoradas, él se encuentra una que nosotros no tenemos todavía señalada dentro de la vecindad de una otra, vista y bautizada desde hace mucho tiempo. ¿Qué importa?

¿Nuestras enfermedades vienen de los microbios? Bien. ¿Pero de dónde vienen los microbios? ¿Y las enfermedades de estos invisibles a ellos mismos? ¿Y los soles, de dónde vienen ellos?

Nosotros no sabemos nada, nosotros no vemos nada, nosotros no podemos nada, nosotros no llegamos a ser nada, nosotros no imaginamos nada, nosotros estamos encerrados, aprisionados en nosotros. ¡Y la gente se maravilla del genio humano!

Nuestra memoria no puede por sí misma contener la diezmilésima de las confusas y miserables observaciones hechas por nuestros sabios y registradas dentro de los libros. Nosotros no sabemos así mismo constatar nuestra debilidad y nuestra incapacidad; ya que, no haciendo más que comparar al hombre con el hombre, nosotros medimos mal su impotencia general y definitiva.

No hay remedio. Unos viajan. Ellos no verán nunca otra cosa más que hombres, árboles y animales.
Esto es queriendo ir lejos nosotros comprendemos bien como todo está próximo, y corto y vacío. Esto es buscando lo desconocido nosotros percibimos bien como todo es mediocre y de prisa acabado. Esto es recorriendo la tierra nosotros vemos bien como ella es pequeña y siempre parecida.

¡Felices aquellos del que los apetitos son proporcionados a los medios, que viven satisfechos de su ignorancia y de sus placeres, aquellos que no se levantan dudas sin cesar de los impulsos impetuosos y vanos en contra del más allá, en contra de otras cosas, en contra del inmenso misterio de lo inexplorado!

Felices aquellos que se interesan todavía en la vida, que la pueden amar y soportar.

El novelista J. K. Huysmans, dentro de su libro asombroso, que tiene por título "A Rebours" (Al Revés), viene de analizar y contar, de la manera más ingeniosa y la más imprevista, la enfermedad de uno de estos hastíos.
Su héroe, Jean des Esseintes, habiendo tocado en todos los placeres, en todas las cosas reputadas encantadoras, en todas las artes, en todos los gustos, encontrando insípida la vida, odiosas las horas monótonas y parecidas, se fabrica, a fuerza de imaginación y de fantasía, una existencia absolutamente facticia, absolutamente graciosa, verdaderamente al revés de eso que hacemos ordinariamente.
Para dar la idea del estado del espíritu de este singular personaje:

 - Pensaba simplemente en componerse, para su placer personal y no más para el asombro de los otros, un interior confortable y engalanado de una manera rara, desarrollarse una instalación curiosa y tranquila, apropiada a las necesidades de su futura soledad.
... Cuando él no descansará más que en determinar la disposición del mobiliario, él pasará de la novedad en revista la serie de los colores y de los matices.
Eso que él deseaba, era los colores con los cuales la expresión se afirma a las luces facticias de las lámparas.
... Estos colores desechados, tres permanecen solamente: el rojo, la naranja, el amarillo.
A todos, él prefería el naranja, confirmando así, por su propio ejemplo, la verdad de una teoría que él declaraba de una exactitud casi matemática: saber que una armonía existe entre la naturaleza sensual de un individuo verdaderamente artista y el colorido que sus ojos ven de una manera más especial y más viva.
Desatendiendo en efecto lo común de los hombres del cual las groseras retinas no perciben ni la cadencia propia en cada uno de los colores, ni el encanto misterioso de sus degradaciones y de sus matices; desatendiendo también estos ojos burgueses insensibles en la pompa y en la victoria de los colores vibrantes y fuertes; no conservando más entonces más que la gente en las pupilas refinadas, ejercitadas por la literatura y por el arte, esto le parecía seguro que el ojo de entre ellos que sueña el ideal, que reclama ilusiones, solicita las velas en la puesta de sol, es generalmente acariciado por el azul y sus derivados, tal que el malva, el lila, el gris de perla, dota sin embargo que ellos permanecen enternecidos, y no superan el lindero donde ellos renuncian a su personalidad y se transforman en puros violetas o francos grises.
... En fin, los ojos de la gente débil y nerviosa, del que el apetito sensual busca los realces para los ahumados y las salmueras, los ojos de la gente sobreexcitada y ética aman, casi todos, este color irritante y enfermizo, en los esplendores ficticios, en las fiebres ácidas: el naranja.
Entonces, por una serie de transposiciones, de engaños deseados del ojo, del olfato, del oído, Jean des Esseintes se procuraba una serie de sensaciones desplazadas, al revés, que tenían para él un encanto sutil, refinado, perverso en la desviación misma de los órganos engañados y de los instintos descarriados.
Así "el movimiento le parecía inútil (para viajar) y la imaginación le semejaba poder fácilmente suplir a la vulgar realidad de los hechos".
Del momento que los vinos hábilmente trabajados vendidos dentro de los restaurantes renombrados engañan a los gourmets, al punto que el placer probado por ellos en degustar estos brebajes alterados y facticios es absolutamente idéntico al que ellos gustarían saboreando el vino natural y puro,porque no transporta esta capciosa desviación, esta hábil mentira dentro del dominio del intelecto. Ninguna duda que nosotros podamos entonces, y también fácilmente que dentro del mundo material, gozar quiméricas delicias, parecidas, en todos los puntos a las verdaderas e incluso mucho más seductoras para un espíritu desengañado por eso mismo que ellas son facticias.
"Así pues, en su opinión, era posible de satisfacer los deseos reputados los más difíciles a satisfacer dentro de la vida normal y eso por un ligero subterfugio, por una aproximada sofisticación del objeto perseguido por estos mismos deseos."
Entonces, comienza una serie de experiencias bizarras y graciosas.
 - "Como él lo decía, la naturaleza hizo su tiempo; ella definitivamente se fatigó, por la asquerosa uniformidad de sus paisajes y de sus cielos, la atenta paciencia de los refinados. ¡En el fondo cuál mediocridad de especialista confinado dentro de su especialidad, cuál pequeñez de tendera teniendo tal artículo en la exclusión de tal otro, qué monótono almacén de praderas y de árboles, qué banal agencia de montañas y mares!"
¿Qué el hizo? Él viaja, por ejemplo,al medio de los olores.
"Actualmente, él gustó vagabundear dentro dentro de un sorprendente y variable paisaje y él empezará por una frase sonora, amplia, abriendo todo de golpe una escapada de campos inmensos.
"Con sus vaporizadores, él inyecta dentro de la pieza una esencia formada de ambrosía, de lavanda y de mitcham, de guisante de fragancia, de bouquet, una esencia que, cuando ella es destilada por un artista, amerita el nombre que nosotros le concedemos, 'de extracto de prado flori'; y además, dentro de este prado, él introduce una precisa fusión de nardo, de flor de naranjo y de almendra, y en seguida artificiales lilas nacieron, mientras que las tilas se abanican, abatiendo sobre el sol sus pálidas emanaciones que simulaban el extracto de tilia de Londres..."
Con los olores de productos químicos, él evoca una aldea de fábricas, los puertos de mar con las fragancias marinas y alquitranadas; él recuerda los jardines en flores, cambia de latitud, hace nacer pimientos de los trópicos, los soplidos picantes del sándalo de la China y del hédiosma de la Jamaica en los olores franceses del jazmín, del espino y de la verbena, creciendo a despecho de las estaciones y los climas, los árboles de esencias diversas, las flores en los colores y en las fragancias las más opuestas, creando por la fundición y el choque de todos estos tonos, un perfume general, innominado, extraño, dentro del cual reaparecerían, tal como un obstinado estribillo, la frase decorativa del comienzo, el olor del gran prado abanicado por las lilas y los tilos."

Yo no podía tentar el análisis completo del libro de Huysmans, de este libro extravagante y desternillante, pleno de arte, de fantasía estrafalaria, de estilo penetrante y sutil, de este libro que nosotros podríamos llamar "l'histoire d'une névrose" (la historia de una neurosis).

¿Pero por qué pues esta neurosis me aparecía como el único hombre inteligente, sensato, ingenioso, verdaderamente idealista y poeta del universo, si existiera?

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Recuerdo haber realizado la proeza de traducir "Les Névroses" de Maurice Rollinat,
puedes acceder con el siguiente hipervínculo:
LES NËVROSES

Además me crucé con una frase de Sartre en el prólogo de "Los Condenados de la Tierra":
La condición del indígena es una NEUROSIS introducida y mantenida por el colono entre los colonizados, CON SU CONSENTIMIENTO.


Así que fue muy especial encontrar que Maupassant considera "Au Rebours" 
como "L'histoire d'une névrose".

miércoles, 23 de diciembre de 2015

MAUPASSANT Y "AL REVÉS" (Sumisión, Houellebecq)


"Bienaventurados aquellos a quienes satisface la vida, los que se divierten, los que están contentos", así abre Maupassant el artículo que escribió sobre Al revés en Gil Blas. La historia literaria en general ha sido dura con la escuela naturalista. Huysmans fue glorificado por haberse liberado de su yugo y, sin embargo, el artículo de Maupassant es mucho más profundo y sensible que el que Bloy escribió en la misma época en Le chat noir. Incluso las objeciones de Zola, al releerlas, parecen bastante sensatas; es cierto que Des Esseintes, psicológicamente, es el mismo de la primera a la última página, que en ese libro no ocurre nada y ni siquiera podría ocurrir, que en cierto sentido la acción es nula; no es menos cierto que Huysmans no podía en ningún caso continuar Al revés, que esa obra maestra era un callejón sin salida; ¿pero no es ése el caso de todas las obras maestras? Después de semejante libro, Huysmans ya no podía ser un naturalista y eso fue sobre todo lo que retuvo Zola, al contrario que Maupassant, más artista, que valoraba en primer lugar la obra maestra.

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De "El País":

Desde que descubrí que nada hay tan aburrido como la diversión, evito frecuentar lugares a los que antes iba. Y eso ha ido modelando mi carácter como el mar esculpe una roca. Casi sin darme cuenta me he ido acercando a Des Esseintes, personaje principal de Al revés (À rebours) de Joris-Karl Huysmans, un tipo que descubre un día el inmenso sopor que se esconde detrás de la alegría absurda de toda jarana y decide abandonar su festiva ciudad. Dejarla tiene su mérito, porque vive en el mejor París de todos los tiempos, en el París de finales del siglo XIX, capital en aquellos días del arte y del universo supuestamente más civilizado.
En busca de una vida más intensa, Des Esseintes decide abandonar su Faubourg Saint-Germain (es decir, el mundo) y recluirse en las afueras de la ciudad, en una mansión de Fontenay-aux-Roses, que decora de acuerdo con sus gustos excéntricos y que convierte en un sitio en el que se dedica a explorar toda clase de manifestaciones artísticas (muy especialmente libros, cuadros y perfumes), hasta que algo no previsto clausura su paraíso artificial.
Leí el libro de Huysmans hace años sin que me dejara huella alguna. Creo que no lo entendí porque me fijé sólo en su lado diabólico y en su vistosa afición al reverso, en su voluntad de ira contrapelo. Su relectura, en cambio, me está dejando huella, incluso dejando extrañamente muy animado, como si hubiera conocido de golpe la dimensión depravada de ciertas fiestas privadas. La tercera persona a la que recurre Huysmans para narrar el profundo rechazo y el tedio del egoísta Des Esseintes no es en realidad más que una máscara que encubre al propio autor. Como escribiera en su momento Beatriz Trabarais, "Des Esseintes era simplemente el Mister Hyde del futuro trapense Huysmans, del que sólo podía librarse para salvarse como escritor, y quizá como hombre, expulsándolo fuera de sí mediante la escritura y reconociendo de este modo la presencia fantasmal de su doble". (....)
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Par delà

Heureux ceux que satisfait la vie, ceux qui s’amusent, ceux qui sont contents.
Il est des gens qui aiment tout, que tout enchante. Ils aiment le soleil et la pluie, la neige et le brouillard, les fêtes et le calme de leur logis, tout ce qu’ils voient, tout ce qu’ils font, tout ce qu’ils disent, tout ce qu’ils entendent.
Ceux-ci mènent une existence douce, tranquille et satisfaite au milieu des enfants. Ceux-là ont une existence agitée de plaisirs et de distractions.
Ils ne s’ennuient ni les uns, ni les autres.
La vie, pour eux est une sorte de spectacle amusant dont ils sont eux-mêmes acteurs, une chose bonne et changeante qui, sans trop les étonner, les ravit.
Mais d’autres hommes, parcourant d’un éclair de pensée le cercle étroit des satisfactions possibles, demeurent atterrés devant le néant du bonheur, la monotonie et la pauvreté des joies terrestres.
Dès qu’ils touchent à trente ans, tout est fini pour eux. Qu’attendraient-ils? Rien ne les distrait plus; ils ont fait le tour de nos maigres plaisirs.
Heureux ceux qui ne connaissent pas l’écoeurement abominable des mêmes actions toujours répétées; heureux ceux qui ont la force de recommencer chaque jour les mêmes besognes, avec les mêmes gestes, les mêmes meubles, le même horizon, le même ciel, de sortir par les mêmes rues où ils rencontrent les mêmes figures et les même animaux. Heureux ceux qui ne s’aperçoivent pas avec un immense dégoût que rien change, que rien ne passe et que tout lasse.
Faut-il que nous ayons l’esprit lent, fermé et peu exigeant pour nous contenter de ce qui est. Comment se fait-il que le public du monde n’ait pas encore crié: « Au rideau ! », n’ait pas demandé l’acte suivant avec d’autres êtres que l’homme, d’autres formes, d’autres fêtes, d’autres plantes, d’autres astres, d’autres inventions, d’autres aventures.
Vraiment, personne n’a donc encore éprouvé la haine du visage humain toujours pareil, la haine du chien qui rôde par les rues, la haine surtout du cheval, animal horrible monté sur quatre perches et dont les pieds ressemblent à un champignon.
C’est de face qu’il faut voir un être pour en juger la plastique. Regardez de face un cheval, cette tête informe, cette tête de monstre plantée sur deux jambes minces, noueuses et grotesques! Et quand elles traînent des fiacres jaunes, ces affreuses bêtes, elles deviennent des visions de cauchemar.
Où fuir pour ne plus voir ces choses vivantes ou immobiles, pour ne pas recommencer toujours, toujours, tout ce que nous faisons, pour ne plus parler et pour ne plus penser?
*
*       *
Vraiment nous nous contentons de peu. Est-ce possible que nous soyons joyeux, rassasiés? Que nous ne nous sentions pas sans cesse ravagés par un torturant désir de nouveau, d’inconnu?
Que faisons-nous? A quoi se bornent nos satisfactions?
Regardons les femmes surtout. Le plus grand mouvement de leur pensée consiste à combiner les couleurs et les plis des étoffes dont elles cacheront leur corps pour le rendre désirable. Quelle misère!
Elles rêvent d’amour. Murmurer un mot, toujours le même, en regardant au fond des yeux un homme. Et voilà tout. Quelle misère!
Et nous que faisons-nous? Quels sont nos plaisirs?
Il est, paraît-il, délicieux de se tenir d’aplomb sur le dos d’un cheval qui court, de le faire sauter au-dessus des barrières, de savoir lui faire exécuter des mouvements quelconques avec des pressions de genou?
Il est, paraît-il, délicieux de parcourir les bois et les champs avec un fusil dans les mains, et de tuer tous les animaux qui s’enfuient devant vos pas, les perdrix qui tombent du ciel en semant une pluie de sang, les chevreuils aux yeux si doux, qu’on aimerait caresser, et qui pleurent comme des enfants?
Il est, paraît-il, délicieux de gagner ou de perdre de l’argent en échangeant, avec un autre homme, des petits cartons de couleur, suivant des règles acceptées? On passe des nuits à ces jeux, on les aime d’une façon désordonnée!
Il est délicieux de sauter en cadence ou de tourner en mesure avec une femme entre les bras? Il est délicieux de poser sa bouche sur les cheveux de cette femme quand on l’aime, ou même sur le bord de ses vêtements. Voilà tous nos grands plaisirs? Quelle misère!
*
*       *
D’autres hommes aiment les arts, la Pensée! Comme si elle changeait la pensée humaine!
La peinture consiste à reproduire avec des couleurs les monotones paysages sans qu’ils ressemblent même jamais à la nature, à dessiner des hommes, toujours des hommes, en s’efforçant, sans y jamais parvenir, de leur donner l’aspect des vivants. On s’acharne ainsi, inutilement, pendant des années, à imiter ce qui est; et on arrive à peine, par cette copie immobile et muette des actes de la vie, à faire comprendre aux yeux exercés, ce qu’on a voulu tenter.
Pourquoi ces efforts ? Pourquoi cette imitation vaine ? Pourquoi cette reproduction banale des choses si tristes par elle-mêmes? Misère !
Les poètes font avec des mots ce que les peintres essayent avec des nuances. Toujours pourquoi ?
Quand on a lu les quatre plus habiles, les quatre plus ingénieux, il est inutile d’en ouvrir un autre. Et on ne sait rien de plus. Ils ne peuvent, eux aussi, ces hommes, qu’imiter l’homme ! Ils s’épuisent en un labeur stérile. Car l’homme ne changeant pas, leur art est immuable. Depuis que s’agite notre courte pensée, l’homme est le même; ses sentiments, ses croyances, ses sensations sont les mêmes, il n’a point avancé, il n’a point reculé, il n’a point remué. A quoi me sert d’apprendre ce que je suis, de lire ce que je pense, de me regarder moi-même dans les banales aventures d’un roman ?
Ah! si les poètes pouvaient traverser l’espace, explorer les astres, découvrir d’autres univers, d’autres êtres, varier sans cesse, pour mon esprit, la nature et la forme des choses, me promener sans cesse dans un inconnu changeant et surprenant, ouvrir des portes mystérieuses sur des horizons inattendus et merveilleux, je les lirais jour et nuit. Mais ils ne peuvent, ces impuissants, que changer la place d’un mot, et me montrer mon image, comme les peintres. A quoi bon?
Car la pensée de l’homme est immobile.
Les limites précises, proches, infranchissables une fois atteintes, elle tourne comme un cheval dans un cirque, comme une mouche dans une bouteille fermée voletant jusqu’aux parois où elle se heurte toujours. Nous sommes emprisonnés en nous-mêmes, sans parvenir à sortir de nous, condamnés à traîner le boulet de notre rêve sans essor.
Tout le progrès de notre effort cérébral consiste à constater des faits insignifiants au moyen d’instruments ridiculement imparfaits qui suppléent cependant, un peu à l’incapacité de nos organes. Tous les vingt ans, un pauvre chercheur qui meurt à la peine, découvre que l’air contient un gaz encore inconnu, qu’on dégage une force impondérable, inexplicable et inqualifiable en frottant de la cire sur du drap, que parmi les innombrables étoiles ignorées, il s’en trouve une qu’on n’avait pas encore signalée dans le voisinage d’une autre, vue et baptisée depuis longtemps. Qu’importe ?
Nos maladies viennent de microbes ? Fort bien. Mais d’où viennent les microbes ? Et les maladies de ces invisibles eux-mêmes? Et les soleils, d’où viennent-ils ?
Nous ne savons rien, nous ne voyons rien, nous ne pouvons rien, nous ne devinons rien, nous n’imaginons rien, nous sommes enfermés, emprisonnés en nous. Et des gens s’émerveillent du génie humain !
Notre mémoire ne peut même pas contenir le dix-millième des confuses et misérables observations faites par nos savants et enregistrées dans des livres. Nous ne savons même pas constater notre faiblesse et notre incapacité; car, ne faisant que comparer l’homme à l’homme, nous mesurons mal son impuissance générale et définitive.
Il n’est pas de remède. Les uns voyagent. Ils ne veront jamais autre chose que des hommes, des arbres et des animaux.
C’est en voulant aller loin qu’on comprend bien comme tout est proche, et court et vide. C’est en cherchant l’inconnu qu’on s’aperçoit bien comme tout est médiocre et vite fini. C’est en parcourant la terre qu’on voit bien comme elle est petite et toujours pareille.
Heureux ceux dont les appétits sont proportionnés aux moyens, qui vivent satisfaits de leur ignorance et de leur plaisirs, ceux que ne soulèvent point sans cesse des élans impétueux et vains vers l’au-delà, vers d’autres choses, vers l’immense mystère de l’inexploré !
Heureux ceux qui s’intéressent encore à la vie, qui la peuvent aimer ou supporter.
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Le romancier J.-K. Huysmans, dans son livre stupéfiant, qui a pour titre A Rebours, vient d’analyser et de raconter, de la façon la plus ingénieuse et la plus imprévue, la maladie d’un de ces dégoûtés.
Son héros, Jean des Esseintes, ayant touché à tous les plaisirs, à toutes les choses réputées charmantes, à tous les arts, à tous les goûts, trouvant insipide la vie, odieuses les heures monotones et semblables, se fabrique, à force d’imagination et de fantaisie, une existence absolument factice, absolument cocasse, vraiment à rebours de tout ce qu’on fait ordinairement.
Voici d’abord, pour donner l’idée de l’état d’esprit de ce singulier personnage:
— Il songeait simplement à se composer, pour son plaisir personnel, et non plus pour l’étonnement des autres, un intérieur confortable et paré néanmoins d’une façon rare, à se façonner une installation curieuse et calme, appropriée aux besoins de sa future solitude.
...Lorsqu’il ne resta plus qu’à déterminer l’ordonnance de l’ameublement et du décor, il passa de nouveau en revue la série des couleurs et des nuances.
Ce qu’il voulait, c’étaient des couleurs dont l’expression s’affirmât aux lumières factices des lampes...
Lentement, il tira, un à un, les tons.
...Ces couleurs écartées, trois demeuraient seulement: le rouge, l’orangé, le jaune.
A toutes, il préférait l’orangé, confirmant ainsi, par son propre exemple, la vérité d’une théorie qu’il déclarait d’une exactitude presque mathématique: à savoir qu’une harmonie existe entre la nature sensuelle d’un individu vraiment artiste et la couleur que ses yeux voient d’une façon plus spéciale et plus vive.
En négligeant en effet le commun des hommes dont les grossières rétines ne perçoivent ni la cadence propre à chacune des couleurs, ni le charme mystérieux de leurs dégradations et de leurs nuances; en négligeant aussi ces yeux bourgeois insensibles à la pompe et à la victoire des teintes vibrantes et fortes; en ne conservant plus alors que les gens aux pupilles raffinées, exercées par la littérature et par l’art, il lui semblait certain que l’oeil de celui d’entre eux qui rêve d’idéal, qui réclame des illusions, sollicite des voiles dans le coucher, est généralement caressé par le bleu et ses dérivés, tels que le mauve, le lilas, le gris de perle, pourvu toutefois qu’ils demeurent attendris, et ne dépassent pas la lisière où iIs aliènent leur personnalité et se transforment en de purs violets ou de francs gris.
...Enfin, les yeux des gens affaiblis et nerveux, dont l’appétit sensuel quête des mets relevés par les fumages et les saumures, les yeux des gens surexcités et étiques chérissent, presque tous, cette couleur irritante et maladive, aux splendeurs fictives, aux fièvres acides: l’orangé
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Alors, par une suite de transpositions, de tromperies voulues de l’oeil, de l’odorat, de l’ouïe, Jean des Esseintes se procurait une série de sensations déplacées, à rebours, qui prenaient pour lui un charme subtil, raffiné, pervers dans la déviation même des organes trompés et des instincts dévoyés.
Ainsi « le mouvement lui paraissait inutile (pour voyager) et l’imagination lui semblait pouvoir aisément suppléer à la vulgaire réalité des faits ».
Du moment que les vins habilement travaillés vendus dans les restaurants renommés trompent les gourmets, au point que le plaisir éprouvé par eux en dégustant ces breuvages altérés et factices est absolument identique à celui qu’ils goûteraient en savourant le vin naturel et pur, pourquoi ne pas transporter cette captieuse déviation, cet adroit mensonge dans le domaine de l’intellect. Nul doute qu’on ne puisse alors, et aussi facilement que dans le monde matériel, jouir de chimériques délices, semblables, en tous points aux vraies, et même beaucoup plus séduisantes pour un esprit désabusé par cela même qu’elles sont factices.
« Donc, à son avis, il était possible de contenter les désirs réputés les plus difficiles à satisfaire dans la vie normale et cela par un léger subterfuge, par une approximative sophistication de l’objet poursuivi par ces désirs mêmes. »
Alors, commence une série d’expériences bizarres et cocasses.
— « Comme il le disait, la nature a fait son temps ; elle a définitivement lassé, par la dégoûtante uniformité de ses paysages et de ses ciels, l’attentive patience des raffinés. Au fond quelle platitude de spécialiste confiné dans sa partie, quelle petitesse de boutiquière tenant tel article à l’exclusion de tel autre, quel monotone magasin de prairies et d’arbres, quelle banale agence de montagnes et de mers  ! »
Que fait-il  ? Il voyage, par exemple, au moyen des odeurs :
« Actuellement, il voulut vagabonder dans un surprenant et variable paysage et il débuta par une phrase sonore, ample, ouvrant tout à coup une échappée de campagnes immenses.
« Avec ses vaporisateurs, il injecta dans la pièce une essence formée d’ambroisie, de lavande, de mitcham, de pois de senteur, de bouquet, une essence qui, lorsqu’elle est distillée par un artiste, mérite le nom qu’on lui décerne, ’d’extrait de pré fleuri’; puis, dans ce pré, il introduisit une précise fusion de tubéreuse, de fleur d’oranger et d’amande, et aussitôt d’artificiels lilas naquirent, tandis que des tilleuls s’éventèrent, rabattant sur le sol leurs pâles émanations que simulait l’extrait de tilia de Londres... »
Avec des odeurs de produits chimiques, il évoque une ville d’usines, des ports de mer avec des senteurs marines et goudronneuses ; il rappelle les jardins en fleurs, change de latitude, fait naître en sa pensée « une nature démente et sublimée, pas vraie et charmante, toute paradoxale, réunissant les piments des tropiques, les souffles poivrés du santal de la Chine et de l’hédiosma de la Jamaïque aux odeurs françaises du jasmin, de l’aubépine et de la verveine, poussant en dépit des saisons et des climats, des arbres d’essences diverses, des fleurs aux couleurs et aux fragrances les plus opposées, créant par la fonte et le heurt de tous ces tons, un parfum général, innomé, étrange, dans lequel reparaissait, tel qu’un obstiné refrain, la phrase décorative du commencement, l’odeur du grand pré éventé par les lilas et les tilleuls. »
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Je ne pourrais tenter l’analyse complète du livre de Huysmans, de ce livre extravagant et désopilant, plein d’art, de fantaisie bizarre, de style pénétrant et subtil, de ce livre qu’on pourrait appeler « l’histoire d’une névrose ».
Mais pourquoi donc ce névrosé m’apparaîtrait comme le seul homme intelligent, sage, ingénieux, vraiment Idéaliste et poète de l’univers, s’il existait  ?

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El derecho a canibalizar la vida de los demás
En un artículo publicado por Maupassant en junio de 1883 en Gil Blas,inédito hasta hoy en español y recientemente recuperado en una antología de textos, se comenta cierta cuestión que, casi ciento cincuenta años después, no sólo no ha perdido su vigencia sino que parece haber sido escrita al hilo de los acontecimientos más recientes. El diario alemán Bild destapaba el caso haciendo saber que a uno de los mineros chilenos se le había hecho llegar (cuando aún estaba bajo tierra) un contrato por valor de 40.000 dólares a cambio de la exclusividad de sus declaraciones durante 72 horas. La cultura, dice Maupassant, como no podía ser de otra forma, siempre se ha alimentado caníbalmente de las vidas ajenas. Y no digamos los medios. Nuestra fascinación por el biopic, por los poemas (un tanto chuscos) y póstumos de Marilyn, por la confesión, nuestra sed de intimidad ajena, de secreto ajeno, del porno ajeno, pone de manifiesto dos cuestiones claras y en cierto modo contrapuestas; por un lado, que todos nos sentimos con derecho a juzgar y, por otro, que nadie parece saber vivir a derechas su propia vida y necesita devorar cómo otras personas, en el cerco privado de su intimidad, han resuelto lo que no hemos sabido resolver nosotros; el amor, la enfermedad, la soledad o la muerte. Más aún si esas personas han tenido una dimensión pública. Y más aún si se han demostrado poco solventes en esas lides.
Es curioso que Maupassant abogue tan sanamente por el derecho al canibalismo de la cultura. El artista tiene derecho a servirse de todo, a canibalizarlo todo. Cosa muy distinta es que tenga derecho a juzgarlo todo. Misterioso resulta también comprobar que la tan pintoneada sociedad laica, lejos de liberalizar los juicios, los haya promovido con tanta furia. Parece un contrasentido que cuanto más laicos nos hemos vuelto, más se haya desarrollado en nosotros, como sociedad y en todas sus manifestaciones (política, cultural y mediática), una vena moralista. Y como cada vez nos sentimos más acogotados entre lo que es conveniente y no decir, cada vez nos sentimos con más derecho a lapidar en la plaza pública a quien no ha dicho lo conveniente o a quien se ha reído de lo que no debía. "El día que sea posible representar en escena a un obrero deshonesto el teatro francés habrá demostrado su mayoría de edad", escribió Flaubert a Colette. Tanto se podría decir del cine español. El día en el que un artista español no tenga miedo de crear un personaje femenino que haya sufrido maltrato de género y sea, a la vez, una mala persona, habremos dado un paso de gigante, ya no estaremos representando discursos, sino personas. Canibalicemos pues la vida ajena como artistas, pero sin juzgarla, como exige Maupassant, y sin hacer entrar en nuestros libros la realidad a patadas en tres tópicos maltrechos. El canibalismo, tratado así, bien puede convertirse en una de las bellas artes.

lunes, 21 de diciembre de 2015

LES ENFANTS DU SIECLE (La Conjura de los Necios, NOLA)


Deberías haber visto usted la chica que eligió él en la universidad. Me dije: "Bueno, en fin, puede que Ignatius se case y se vaya." Me equivocaba. Se pasaban la vida sentados en la habitación de él. Y todas las noches organizaban conciertos y discusiones. ¡Las cosas que he oído desde mi ventana! "Bájate esa falda" y "Sal de mi cama" y "Cómo te atreves. Soy virgen". Era horroroso. Tenía que tomar aspirinas las veinticuatro horas del día. En fin, la chica acabó yéndose. No es que la culpe. Tenía que ser un poco rara, de todos modos, para estar con él.

TENÍA UN SMARTPHONE (La Conjura de los Necios, NOLA)


Ignatius llevaba puesta una capa grande, como Supermán, y había velas encendidas, muchas velas.

QUÉ MEJOR PRUEBA DE SU LOCURA (La Conjura de los Necios, NOLA)


-Dígame una cosa, usted conoce bien al señor Reilly, ¿cree usted que es muy irresponsable, o incluso peligroso?

-¿Qué quiere usted de él? -Los lúgubres ojos de la señorita Annie se achicaron-. ¿Se ha metido en otro lío?

-Me llamo Gus Levy. El señor Reilly trabajó para mí.

-¿Sí? No me diga. Ese loco de Ignatius estaba orgullosísimo del trabajo que tenía en ese sitio. Yo le oí decirle a su mamá que le iban muy bien las cosas, sí, le iban muy bien. Y, al cabo de unas semanas, le echaron. En fin, si trabajó para usted, le conocerá bien.

-¿Es posible que aquel pobre chiflado de Reilly estuviera realmente orgulloso de trabajar en Levy Pants? Siempre lo había dicho, desde luego. Qué mejor prueba de su locura.

-Dígame, ha tenido problemas con la policía, ¿verdad? Tiene antecedentes.

ASYLUM (La Conjura de los Necios, NOLA)


-¿Sabe usted dónde está el señor Reilly? -preguntó el señor Levy.

-Yo lo único que sé es que ha salido en el periódico de la mañana. Debería estar en el manicomio. Tengo los nervios destrozados. Cuando me vine a vivir aquí, firmé mi sentencia de muerte.

-¿Él vive solo aquí? Una vez que llamé, me contestó una mujer,

-Debía ser su mamá. Tiene también los nervios destrozados. Tendría que meterle en el hospital o donde fuera.

LA PALOMA DE LA PAZ (La Conjura de los Necios, NOLA)


El señor Levy subió las escaleras y leyó el letrero "Paz a cualquier precio", fijado con una chincheta a una de las columnas del porche y el otro, el de "Paz a los hombres de buena voluntad", que estaba clavado con chinchetas en la fachada de la casa, Aquél era el lugar, no había duda.

LOCURA TRAS LOCURA (La Conjura de los Necios, NOLA)


Por fin, entraron atronando en la ciudad, y el señor Levy aceleraba a medida que percibía que se aproximaba a aquel chiflado de Reilly. De juerga con aquella gente por el Barrio Francés... Dios sabe cómo sería la vida personal de aquel Reilly. Un incidente disparatado tras otro, locura tras locura.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

FREUD EN EL MAPA (La Conjura de los Necios, NOLA)


-No me dejas hacer siquiera una obra buena. Tú carácter ni siquiera está catalogado en los libros de psicología. Deberías ir a ver de una vez al médico de Lenny, por su bien. En cuanto apareciese tu caso en las publicaciones psiquiátricas le invitarían a ir a hablar a Viena. Le harás famoso, lo mismo que aquella chica lisiada o algo así, que fue quien situó a Freud en el mapa.

NO PODRÁS ACUSAR DE NADA AL JOVEN IDEALISTA (La Conjura de los Necios, NOLA)


-Qué decisión. No puedo creerlo. Pero no te molestes, no podrás acusar de nada al joven idealista. Es demasiado listo. Se burlará otra vez de ti. Ya verás. Será otro viaje en vano. Será como volver a Mandeville. Pero esta vez te detendrán; un hombre ya maduro conduciendo ese juguetito, un coche deportivo de estudiante.

DESEANDO QUE LLEGUE EL JUICIO (La Conjura de los Necios, NOLA)


-Sabes, creo que estás deseando que llegue el juicio. En realidad, quieres verme arruinado, aunque te hundas conmigo.

martes, 15 de diciembre de 2015

LOS BAJOS FONDOS (La Conjura de los Necios, NOLA)


La señora Levy contempló a las dos mujeres, al pájaro, al sonriente portero.

-¿Y él dónde está? No veo ningún idealista. -El señor Levy señaló la vaca herida de la calle-. ¿Es ése? ¿En el arroyo? Oh, es trágico. Juerga, borrachera, desesperación, convertido ya en un vagabundo deforme. Anótalo en tu libro, junto a la señorita Trixie y junto a mí, como otra vida que has destrozado.

-Un pájaro le picó en la oreja o algún disparate así. Mira, fíjate en la colección de personajes de los bajos fondos que aparecen en esta foto. Ya te dije yo que tenía antecedentes. Esa gente son sus compinches. Bailarinas de striptease y chulos y pornógrafos.

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En la imagen, una actriz checa ganadora del Hot D'Or celebrado en Cannes.

CONDECORACIÓN A JOVEN IDEALISTA (La Conjura de los Necios, NOLA)


-Acabo de encontrar al señor Reilly.

-Supongo que estarás contento.

-¿Tú no? Mira, sale en el periódico.

-¿De veras? Enséñamelo, ven aquí. Siempre tuve curiosidad por saber qué habría sido de ese joven idealista. Supongo que le habrán concedido alguna condecoración.

-Pero si el otro día decías que era un psicópata.

-Si fue lo bastante listo para hacernos ir a Mandeville como dos imbéciles, no puede ser un psicópata. Hay que ver: hasta alguien como ese idealista puede burlarse de ti.

CONSEJOS A HOOVER DEL FBI (La Conjura de los Necios, NOLA)


Mejor sería que le dieses esos consejos a Hoover. Deberías ir a decirle que cambiara su apellido por el de Schlemiel.


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Schlemiel: an awkward and unlucky person for whom things never turn out right.

FOTO BENDECIDA POR LA IGLESIA (La Conjura de los Necios, NOLA)


-Y aquella cabrona de la Lee que tenía una foto suya metía en aquel armarito. El patrullero Mancuso se quedó mirando las fotos y casi se le caen los ojos al suelo.


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En la imagen la diva italiana Luce Caponegro alias "Selen", que compartimos previamente en el post: ATAVÍO PIRATA (La Conjura de los Necios, NOLA)

Selen trabajó con Asia Argento en Scarlet Diva, pueden checar una imagen del film en el post: PASEAR MIS SALCHICHAS POR SODOMA Y GOMORRA (La Conjura de los Necios, NOLA)

domingo, 13 de diciembre de 2015

GORDO EXPLOSIVO (La Conjura de los Necios, NOLA)


¿Comprendes? Usas a un tipo como ese gordo desgraciao pa hacé sabotaje y resulta que luego hay mucha gente inocente como Darlene que acaba jodía. Como decía siempre la señorita Lee, aquel gordo chiflao es capaz de arruiná la inversión de tós. Darlene y su águila voladora probablemente deben estar mirándose ahora y diciendo: "¡Jua! Qué fracaso de noche de estreno!" ¡Sí, señó! ¡Vaya noche de estreno! Siento muchísimo que el sabotaje perjudicara a Darlene, pero cuando vi a aquel gordo desgraciao, no pude remedialo. Sabía que organizaría una explosión en el Noche de Alegría. Sí, señó. Y explotó de verdá. ¡Sí, señó!

EL VAGABUNDO MÁS FAMOSO (La Conjura de los Necios, NOLA)


Voy a sé el vagabundo más famoso de la ciudá.

FOTO EN PRIMERA PÁGINA (La Conjura de los Necios, NOLA)


¿Quién dice que un tipo de coló no puede conseguí que pongan su foto en primera página?

ES UNA BOMBA NUCLEAR (La Conjura de los Necios, NOLA)


Jones extendió el periódico sobre la barra del Mattie's Ramble Inn y echó una bocanada de humo sobre él.

-¡Juaaaa! -le dijo al señor Watson-. Me dio usté una buena idea con esa mierda del sabotaje. Ahora el sabotaje me lo hice a mí, que me veo otra ve vagabundo. ¡Sí, señó!

-Parece que este sabotaje estalló como una bomba nucular.

-Ese gordo chiflao es una bomba nucular garantizá al cien por cien. Mierda. Se lo echas encima a alguien y resulta que to el mundo queda cogío en la lluvia radiactiva, le vuela el culo a to el mundo. Sí, señó. El Noche de Alegría anoche era un verdadero zoo. Primero el pájaro, luego aquel gordo desgraciao y luego tres tipas que parecían recién escapás del gimnasio. Mierda. Tós allí peleando y arañando y chillando y aquel gordo chiflao grandote tirao en la calle como si estuviera muerto, la gente peleando y maldiciendo y dando vuelta alrededó de aquel tipo gordo desmayao allí en la calle. Parecía una pelea de una película del Oeste, una pelea de una banda. Se juntó un gentío tremendo allí en la calle Bourbon. Parecía que teníamos un partido de fútbol. Y al final apareció la policía y agarró a aquella desgraciá de la Lee. ¡Sí, señó! Resulta que ella no tenía ningún amigo en la comisaría. Puede que detengan también a alguno de aquellos huérfanos a los que ella ayudaba. ¡Juaaa! Y aquel periódico envió un montón de tipos allí a tomá fotos y me preguntaron lo que había pasao.

EL BESO DE LA FEMME FATALE (La Conjura de los Necios, NOLA)


Darlene contempló el aro dorado que había traído a casa la cacatúa. Lana había acertado en lo que había dicho. Aquel loco gordo era realmente el beso de la muerte.

LE PRIX DE LA LUXURE (La Conjura de los Necios, NOLA)



Lana Lee estaba retirada de la circulación, Aquella Lana. Posando para fotos francesas. Por dinero era capaz de cualquier cosa.

POR LO MENOS HABÍA CONSEGUIDO PUBLICIDAD (La Conjura de los Necios, NOLA)


Darlene recortó su fotografía del periódico y la puso en la mesa de la cocina. Vaya noche de estreno. En fin, por lo menos había conseguido publicidad.

PUBLICIDAD EN LOS PERIÓDICOS (La Conjura de los Necios, NOLA)


Dorian recogió una bota vaquera que tenía el tacón roto y la tiró a la papelera, preguntándose si aquel absurdo Ignatius J. Reilly se encontraría bien. Algunas personas eran sencillamente insoportables. La dulce madre de la Reina Gitana debía de estar deshecha del disgusto, con toda aquella publicidad horrible en los periódicos.

LAS TRES CHICAS (La Conjura de los Necios, NOLA)


-Sáqueme de este maldito agujero -chilló Lana Lee a la matrona-. No puedo aguantar ni un momento más con estos tres vampiros.

-Eh -dijo Frieda a sus dos compañeras de apartamento-. A esta muñeca no le gustamos.

-Es la gente como vosotras la que estropea el Barrio Francés -dijo Lana a Frieda.

-Cállate -le dijo Liz.

-Basta ya, queridas -dijo Betty.

-Sáqueme de aquí -gritó Lana, a través de las rejas-. He pasado una noche infernal con estos tres bichos. Tengo mis derechos. No pueden dejarme aquí.