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IL POSTINO

IL POSTINO

martes, 30 de agosto de 2016

COMO EN UN CUENTO DE HADAS (Der Mann ohne Eigenschaften)

"La tentativa más importante

Siempre que Ulrich reflexionaba sobre lo acaecido hasta entonces, meneaba la cabeza, como si se tratara de la transmigración de su alma; no así cuando pensaba en el tercero de sus experimentos. Es comprensible que un ingeniero viva ensimismado en su especialidad en vez de desplegar sus actividades en el libre y vasto mundo del pensamiento, aunque se envíen sus máquinas a todos los confines de la tierra; no se exige que sepa trasladar a su alma privada el espíritu audaz e innovador del alma de su técnica, así como tampoco se exige que una máquina se aplique a sí misma una ecuación infinitesimal. De la matemática no se puede decir lo mismo; en ella está la nueva lógica y el espíritu en su misma esencia, en ella están las fuentes del tiempo y la génesis de una transformación formidable.

Si ejecución de sueños ancestrales es poder volar con los pájaros y navegar con los peces, penetrar como la broca en los cuerpos de montañas gigantes, enviar mensajes a velocidades divinas, divisar lo invisible y percibir lo remoto, oír hablar a los muertos, anegarse en salutíferos sueños milagrosos, ver con ojos vivos el aspecto que tendremos veinte años después de muertos, descubrir en noches resplandecientes mil cosas de encima y de abajo de este mundo que antes nadie conocía; si luz, calor, fuerza, placer, comodidad son los sueños primordiales del hombre, en tal caso las investigaciones actuales no solamente son ciencia, sino también una magia, un rito de poderosísima fuerza sentimental e intelectual que induce a Dios a doblar el uno sobre el otro los pliegues de su manto, una religión cuya dogmática está regida y basada en la dura y valiente lógica de la matemática, aguda y desbocada como la hoja de un cuchillo.

Por lo demás, es indiscutible que todos estos sueños antiquísimos se realizaron, en opinión de los no matemáticos, de muy distinta manera de como lo habían imaginado al principio. El cuerno de Münchhausen era más bonito que una bocina electrónica con el sonido en conserva; las botas de siete leguas, más bonitas que un automóvil; el imperio del rey Laurin, más bonito que un túnel ferroviario, las raíces curativas de la mandrágora más bonitas que un telegrama ilustrado, comer el corazón de la propia madre y entender el lenguaje de las aves más bonito que un estudio zoopsicológico sobre la expresión rítmica del gorjeo de los pájaros. Hemos conquistado la realidad y perdido el sueño. Ya nadie se tiende bajo un árbol a contemplar el cielo a través de los dedos del pie, sino que todo el mundo trabaja; tampoco debe engañar nadie al estómago con idealizaciones, si quiere ser de provecho, más bien tiene que comer chuletas y moverse. Es exactamente como si la vieja inepta humanidad se hubiera dormido sobre un hormiguero, y la nueva se encontrara al despertarse con las hormigas en la sangre; desde entonces se ve, por eso, obligada a realizar las extorsiones más violentas sin conseguir aplacar la frenética comezón de la laboriosidad animal. No es necesario dar muchas vueltas a esto; hoy día aparece evidente a la mayor parte de los hombres que la matemática se ha mezclado como un demonio a todas las facetas de la vida. No todos creen en la historia del diablo al que se puede vender el alma; pero al menos aquellos que entienden algo del asunto, por llevar el título de clérigos, historiadores o artistas y perciben, como tales, buenos beneficios, atestiguan que la matemática les ha arruinado y que ella ha sido el origen de una razón perniciosa que, a la vez que ha proclamado al hombre señor del mundo, lo ha hecho también esclavo de la máquina. La aridez interior, el desmesurado rigorismo en las minucias junto a la indiferencia en el conjunto, el desamparo desolador del hombre en un desierto de individualismos, su inquietud, maldad, la asombrosa apatía del corazón, el afán de dinero, la frialdad y la violencia que caracterizan a nuestro tiempo son, según estos juicios, única y exclusivamente consecuencia del daño que ocasiona al alma la raciocinación lógica y severa. De ahí que ya entonces, cuando Ulrich se dedicó a la matemática, hubo gente que predijo el hundimiento de la cultura europea porque había desaparecido del corazón del hombre la fe, el amor, la sencillez y la bondad; y es significativo que todos ellos habían sido, de estudiantes y en su juventud, pésimos matemáticos. Con ello ha quedado demostrado más tarde que la matemática, madre de las ciencias exactas, abuela de la técnica, fue también matriz de aquel espíritu que engendró los gases asfixiantes y los aviones de combate.
En desconocimiento de estos peligros vivían sólo los matemáticos y sus discípulos: los físicos, a quienes de tales cuestiones les llegaba al alma tan poco como a un ciclista chuparruedas, que aprieta a correr hacia la meta y no ve del mundo más que la circunferencia trasera del contrincante que le precede. De Ulrich, en cambio, se podía asegurar una cosa con certeza, que amaba la matemática en consideración a aquellos que no la podían ver. Estaba enamorado de la ciencia por motivos más humanos que científicos. Veía que ella, en todo cuanto creía de su competencia, discurría de distinto modo que los hombres vulgares. Si se pudiera reemplazar opinión científica por concepto de vida, hipótesis por tentativa, y verdad por hecho, la obra de un buen físico o matemático superaría en intrepidez y fuerza revolucionaria a las mayores proezas de la historia. En el mundo no existía todavía el hombre capaz de decir a sus fieles: robad, asesinad, fornicad... nuestra doctrina es tan poderosa que convierte el pus de vuestros pecados en aguas cristalinas de las montañas; pero en la ciencia ocurre cada dos o tres años que una cosa, considerada hasta entonces como errónea, invierte de improviso los términos, o que una idea humilde y despreciada se transforma en reina y soberana de un nuevo mundo del pensamiento. Tales acontecimientos no son solamente revoluciones, sino que conducen a las alturas como por una escalera celestial. En la ciencia todo se desarrolla vigoroso, obvio y estupendo como en un cuento de hadas. Sólo que los hombres no lo saben, intuyó Ulrich; no tienen ni idea de cómo se puede pensar; si se les pudiera enseñar a empezar a discurrir, vivirían también de otro modo.

Ahora querrá alguien preguntar si es tan absurda la dirección que lleva el mundo, que ha de estar siempre dando vueltas. Hace ya mucho tiempo que el mundo dio a esto dos respuestas. Desde que existe, la mayor parte de los hombres se ha mostrado partidaria de la revolución en su juventud. Encontró ridículo que los mayores dependieran de lo antiguo y que pensaran con el corazón, un pedazo de carne, y no con el cerebro. Cada nueva generación ha advertido siempre que la necesidad moral de los viejos muestra carencia de nueva capacidad de acomodación; lo mismo puede decirse de su necedad intelectual; la misma moral natural ha sido causa del heroísmo y del cambio. Pero, llegados a la edad de traducir en obras sus ideas, no han sabido ni han querido saber más de ellas. Por eso, muchos matemáticos o físicos de profesión consideran un abuso dedicarse a una ciencia por motivos como los que animaba a Ulrich."

PRIMEROS PASOS HACIA UNA MORAL PROPIA (Der Mann ohne Eigenschaften)

"Segunda tentativa. El hombre sin atributos da los primeros pasos hacia una moral propia

Pero Ulrich cambió solamente de cabalgadura cuando pasó de la caballería a la técnica; el nuevo caballo era de acero y corría diez veces más veloz.

En el mundo de Goethe, el crujido de las telas era aborrecido como un ruido ingrato; en el tiempo de Ulrich comenzaba a hacerse agradable el canto de las máquinas, el de los martillos y el de las sirenas de las fábricas. No se crea que los hombres se dieron en seguida cuenta de que un rascacielos era más alto que un hombre a caballo; al contrario, todavía hoy, cuando se proponen emprender algo extraordinario, no cabalgan montados en un rascacielos sino en un corcel de mucha alzada, corren veloces como el viento y aguzan la vista, no como un reflector gigante, sino como un águila. El sentimiento no ha aprendido todavía a servirse de la razón; entre ambos hay una diversidad de desarrollo casi tan grande como entre el apéndice del intestino y la corteza del cerebro. Significa, pues, no poca suerte, si se consigue caer en la cuenta, como Ulrich al culminar el período álgido de su vida, de que el hombre, frente a todo lo que precia de digno y noble, adopta una actitud menos moderna que las máquinas.

Al entrar Ulrich en las aulas donde se enseñaba la mecánica quedó entusiasmado. ¿Qué importancia tiene el Apolo de Belvedere, cuando se ponen delante de los ojos las formas nuevas de una turbodínamo, o el mecanismo de distribución de una locomotora? ¿A quién puede interesar la milenaria murmuración sobre las acciones buenas o malas, cuando se ha comprobado que no se trata de "valores constantes", sino de "valores funcionales", de modo que la bondad de las obras depende de las circunstancias históricas, y la bondad de los hombres, de la habilidad psicotécnica con la que se devalúan sus aptitudes? El mundo es muy especial, si se le considera desde el punto de vista técnico, privado de practicidad en todas sus relaciones humanas, extremadamente inexacto y antieconómico en sus métodos; y quien está acostumbrado a resolver sus asuntos con la regla de cálculo no puede tomar en serio una buena mitad de las afirmaciones de los hombres. La regla de cálculo consta de dos sistemas de números y rayitas, combinados con extraordinaria precisión: dos tablillas corredizas, barnizadas en blanco, de sección trapezoidal plana, con cuya ayuda se pueden solucionar en un abrir y cerrar de ojos los problemas más complicados, sin perder inútilmente ni un solo pensamiento: es un pequeño símbolo que se lleva en el bolsillo del chaleco y se hace sentir como una raya dura y blanca sobre el corazón. Cuando se posee una regla de cálculo y viene alguien con grandes afirmaciones y sentimientos, se dice: "Un momento, por favor, calculemos primero los límites del error y el valor probabilístico de todo".

Esto era sin duda una descripción viva de la ingeniería. Constituía el marco de un futuro fascinador, un autorretrato que representaba un hombre de rasgos enérgicos, con una pipa entre los dientes, una gorra sport en la cabeza, y espléndidas botas de montar. de viaje entre Ciudad del Cabo y Canadá, enviado por una casa comercial para realizar grandiosos planes. Entre una cosa y otra puede dedicarse un tiempo a sacar del pensamiento técnico alguna idea para organizar y gobernar el mundo, o para formular sentencias como aquella de Emerson que tuvieron que escribirla sobre las puertas de toda oficina: "Los hombres vagan por el mundo como profecías del futuro y todas sus obras son tentativas y pruebas, pues toda acción puede ser superada por la siguiente". Esta frase, a decir verdad, la compuso Ulrich sirviéndose de otras similares de Emerson.

Es difícil decir por qué los ingenieros  no son como les corresponde. ¿Por qué llevan, por ejemplo, tan frecuentemente un reloj con una cadena que cuelga del bolsillo del chaleco y va hasta el botón más alto describiendo una curva abierta y pendiente, o la dejan festonear la barriga en consonancia ascendente o descendente como si se tratara de una poesía? ¿Por qué les agrada hincar en la corbata broches con dientes de ciervo o pequeñas herraduras? ¿Por qué están construidos sus trajes como los elementos de un automóvil? ¿Por qué, sobre todo, apenas hablan de otra cosa que de su profesión? Y si hablan de otro asunto, ¿por qué lo hacen de un modo tan rígido, raro, externo, sin correlación, y hacia dentro no penetra más allá de la epiglotis? Esto no es naturalmente aplicable a todos, pero sí a muchos, y aquellos a quienes conoció Ulrich cuando prestó sus servicios en la oficina de una fábrica, eran así. Se mostraban hombres pegados a sus tableros, amantes de su oficio, poseedores de una habilidad admirable; pero la insinuación de aplicar la audacia de sus pensamientos a sí mismos, en lugar de destinarlos a las máquinas, la hubieran considerado como la posibilidad de hacer con un martillo una monstruosa arma homicida.

Así terminó rápidamente la segunda y más concienzuda tentativa emprendida por Ulrich para llegar por el camino de la técnica a ser un hombre fuera de lo común."

lunes, 29 de agosto de 2016

SENTIDO DE LA REALIDAD Y SENTIDO DE LA POSIBILIDAD (Der Mann ohne Eigenschaften)

"Si existe el sentido de la realidad, debe existir también el sentido de la posibilidad

Quien quiera pasar despreocupado por puertas abiertas, ha de cerciorarse primero de que dinteles y jambas estén bien ajustados. Este principio, vital para él, es un postulado del sentido de la realidad. Si se da, pues, sentido de la realidad, y nadie dudará que tiene su razón de ser, se tiene que dar por consiguiente algo a lo que se pueda llamar sentido de la posibilidad.

El que lo posee no dice, por ejemplo: aquí ha sucedido esto o aquello, sucederá, tiene que suceder; más bien imagina: aquí podría, debería o tendría que suceder; y si se le demuestra que una cosa es tal como es, entonces piensa: probablemente podría ser también de otra manera. Así cabría definir el sentido de la posibilidad como la facultad de pensar en todo aquello que podría igualmente ser, y de no conceder a lo que es más importancia que a lo que no es. Como se ve, las consecuencias de tal disposición creadora pueden ser notables; es así cómo, por desgracia, aparece no pocas veces falso lo que los hombres admiran, y aquello que prohíben, lícito, o bien ambas cosas como indiferentes. Tales hombres de la posibilidad viven, como se suele decir, en una tesitura más sutil, etérea, ilusoria, fantasmagórica y subjuntiva. Cuando los niños muestran tendencias semejantes se procura enérgicamente hacerlas desaparecer, y ante ellos se califica a esos individuos con los apelativos de ilusos, visionarios, endebles y pedantes o sofistas.

Si se les quiere alabar, a estos locos también se les llama idealistas, pero evidentemente de este modo se alude sólo al tipo débil que no alcanza a ver la realidad o se separa lamentablemente de ella, por lo que entonces la ausencia del sentido de realidad aparece como una auténtica carencia. Lo posible abarca, sin embargo, no sólo los sueños de las personas neurasténicas sino también los designios no decretados de Dios. Una experiencia posible o una posible verdad no equivale a una experiencia real unida a una verdad auténtica, menos el valor de la veracidad, sino que tienen, al menos según la opinión de sus defensores, algo muy divino en sí, un fuego, un vuelo, un espíritu constructor y la utopía consciente que no teme la realidad, sino que la trata mejor como problema y ficción. En definitiva, la tierra no es vieja ni mucho menos y, al parecer, nunca como ahora se ha hallado en estado de tan buena esperanza. Si se quiere distinguir de un modo sencillo entre hombres con sentido de la realidad y hombres con sentido de la posibilidad, no se necesita más que pensar en una determinada cantidad de dinero. Todas las posibilidades que implican, por ejemplo, mil marcos están comprendidas sin duda en ellos, se posean o no; el hecho de que los tenga el señor Yo o el señor Tú les añade tanto como a una rosa o a una mujer. Pero un loco se los guarda bajo el colchón, como dicen los hombres de la realidad, y un sensato los hace producir; aún a la hermosura de una mujer añade o resta algo aquel que la posee. La realidad es la que despierta las posibilidades; nada sería tan absurdo como negarlo. No obstante, en el total o en el promedio permanecerán siempre las mismas posibilidades y se repetirán hasta que venga uno al que las cosas reales no interesen más que las imaginarias. Éste es el que da a las nuevas posibilidades su sentido y su fin y el que las inspira.

Un individuo semejante no es en modo alguno un asunto muy inequívoco. Dado que sus ideas, mientras no degeneren en vanas quimeras, no son otra cosa que realidades todavía no nacidas, también él tiene, como es natural, sentido de la realidad; pero es un sentido para la realidad posible y da en el blanco mucho más tarde que el sentido, congénito en la mayor parte de los hombres, para las posibilidades verdaderas. Prefiere, por decirlo así, el bosque a los árboles; el bosque es algo difícil de definir, mientras que los árboles significan tantos y tantos metros cúbicos de madera de determinada calidad. Quizá se pueda expresar esto mejor diciendo que el hombre con sentido normal de la realidad se asemeja a un pez que muerde el cebo y no ve el sedal, en tanto que el hombre con ese sentido de la realidad al que también se puede llamar sentido de la posibilidad, lanza el anzuelo al agua sin saber si le ha puesto cebo. Lo que para el pececillo que mordería resulta de extraordinaria indiferencia es, en cambio, para el otro, peligro de pescar un aburrimiento desesperante. Un hombre inepto para la vida práctica -que no solamente lo parece, sino que de hecho lo es- no sirve ni se le puede confiar cosa alguna en las relaciones humanas. Emprenderá acciones que significarán para él algo distinto que para los demás, pero pronto se dará por satisfecho, en cuanto consiga reducirlo todo a una idea rara. De poseer lógica también está lejos. Es además muy  posible que  un delito con daños a terceras personas lo considere como una frustración social, y no culpe al delincuente, sino a la institución de la sociedad. No está tan claro, por otra parte, si al recibir una bofetada le parecerá nada más que una afrenta a la sociedad o, en todo caso, tan impersonal como la dentellada de un perro; probablemente devolverá primero la bofetada y luego reflexionará para deducir que ha cometido una acción indebida. Y cuánto menos podrá prescindir de la realidad del hecho y restablecerse con un sentimiento nuevo y repentizado si a alguien se le ocurre raptarle una querida. Este desarrollo está actualmente en gestación y representa para cada uno de los hombres tanto una debilidad como una fuerza.

Y puesto que el disfrutar de atributos presupone una cierta deleitación en su realidad, es lícito prever  que a alguno, que para sí mismo tiene sentido de la realidad, le llegue un día el que tenga que reconocerse hombre sin atributos."

sábado, 27 de agosto de 2016

UNEXPECTED SEQUENCE (Der Mann ohne Eigenschaften)

Hoy me prestaron el extenso libro del austriaco Robert Musil: "El Hombre Sin Atributos", como hace un instante concluí la lectura de la autobiografía de Zweig: "El Mundo de Ayer", ahora me destinaré a concluir pronto la lectura de este libro. Desde hace mucho, tenía la intención de poder conseguir la novela de Musil, particularmente porque yo disfrutaba de las Matemáticas, y el personaje principal Ulrich es un matemático idealista.

SELIGE SEHNSUCHT (Goethe)

DESEO BENDECIDO

Cuéntalo el sabio solo, para cuando
La multitud cesará de la burla !
A él yo elogiaría de los hombres vivientes
Quien anhela una ardiente muerte para morir.

En la frialdad de estas noches de amor
Las cuales tú engendraste, ofrecí tú engendras,
Extrañas incitaciones despertaron en ti y actúas,
Mientras la calma candela destella todavía.

No más en oscuridad tú puedes descansar,
Esperado allí ciego por las sombras,
Un nuevo deseo te ha poseído
Para procrear alegrías del tipo idealista.

La distancia no puede dificultar tu vuelo,
Exiliado, tú buscaste un punto iluminado;
Y, al final, enamorado de la luz,
Un arte de mariposa negra en la llama consumida.

Y mientras tú desdeñas en lo mejor,
De quien palabra es "Muere y sé renacido"
Tú esperas el momento pero llega un confuso visitante
sobre una tierra que sabes no verás mañana.


viernes, 26 de agosto de 2016

UN ILLUSTRE INCONNU

Sigo sin poder ver "Olivier, Olivier"
creo que tratan sobre suplantación de identidad,
como yo te referí el caso de "Majestic",
una película de las que se podían exhibir en mi país.
Es absurdo que con un mercado más abierto
no pueda conseguir el film de Agnieska Holland,
como también, comento, no se distribuyó en español
el film de Faenza:
"Someday this pain will be useful to you"...


Pero en mi caso he dado visos de autenticidad,
soy el mismo escritor que
escribió sobre Moonstruck en una tarea,
soy el mismo que se divirtió mucho
cuando genialmente mis palabras en el escrito
provocaron tu reacción de
hacerme levantar este trabajo del mismo suelo,
y era tu elección,
quizá mandé un mensaje cifrado,
una especie de declaración de amor,
y soy Romeo, nunca aprendí
que hubiera fronteras para los sueños.

miércoles, 24 de agosto de 2016

SUPERSTICIONES (Die Welt von Gestern)

"El lector comprenderá mis pocos ánimos para persistir en el arte dramático y el recelo que sentía cada vez que entregaba una nueva pieza a un teatro. El hecho de que los dos mejores actores de Alemania hubiesen muerto poco después de haber ensayado mis versos, los últimos que leían, me volvió supersticioso; no me avergüenza confesarlo. Habrían de pasar algunos años antes de que me animará a volver a escribir para la escena y cuando el nuevo director del Burgtheater, Alfred Baron Berger, eminente experto en el campo teatral y maestro de la declamación, aceptó mi drama al instante, examiné casi con miedo la lista de actores elegidos y, con un paradójico suspiro de alivio, exclamé: "¡Gracias a Dios no hay ninguno de primera fila!" En esta ocasión la fatalidad no tenía a nadie a quien acometer. Y, a pesar de todo, lo improbable ocurrió. Cuando cerramos la puerta a una casualidad, ésta se nos desliza por otra. Yo había pensado sólo en los actores, no en el director, quien se había reservado la dirección de mi tragedia. La casa a orillas del mar y ya tenía concebida su puesta en escena: Alfred Bacon Berger. Y, en efecto, quince días antes de los primeros ensayos, estaba muerto. La maldición que parecía cernerse sobre mis obras dramáticas conservaba toda su fuerza; no me sentí seguro ni siquiera cuando, diez años después, terminada la Guerra Mundial, Jeremías y Volpone subieron a los escenarios en todas las lenguas imaginables. Y actué conscientemente en contra de mis intereses cuando, en el año 1931, terminé una nueva pieza, El Cordero de los Pobres. Un día, cuando ya había mandado el manuscrito a mi amigo Alexander Moissi, recibí un telegrama suyo en el que me pedía que le reservara el papel principal. Moissi, que había traído de su patria italiana al escenario alemán una sensual armonía del lenguaje, era entonces el gran sucesor de Josef Kainz. De aspecto encantador, inteligente, vivaz y, además, persona bondadosa y capaz de entusiasmarse, entregaba a cada obra una parte de su encanto personal; no habría podido desear un intérprete mejor para el papel. Sin embargo, cuando me hizo la propuesta, despertó en mí el recuerdo de Matkowsky y de Kainz y rechacé a Moissi con un pretexto, sin revelarle el auténtico motivo. Sabía que había heredado de Kainz el llamado anillo de Iffland, que el mejor actor de Alemania legaba a su mejor sucesor. ¿Iba a heredar también el destino final de Kainz? Sea como sea, yo, por mi parte, no quería ser por tercera vez el desencadenante de la fatalidad para el mejor actor de Alemania. Renuncié, pues, por superstición y por amor hacia él, a una representación perfecta que hubiera podido ser decisiva para mi obra. Y, sin embargo, ni mi renuncia pudo protegerlo, a pesar de que le negué el papel y de que, a partir de entonces, no he vuelto a dar otra pieza a los escenarios. Es como si, sin tener en absoluto la culpa, siempre me tuviera que ver envuelto en el destino de otros."


"Ser consciente de que puedo ser sospechoso de estar narrando una historia de fantasmas. Los casos de Matkowsky y de Kainz pueden llegar a explicarse por una triste casualidad. Pero ¿y el posterior de Moissi, puesto que le había negado el papel y no había escrito otro drama? He aquí lo que sucedió: unos años después, en el verano de 1935 (me adelanto ahora en el tiempo de mi crónica), yo estaba en Zürich, sin sospechar nada, cuando de repente recibí un telegrama de Alexander Moissi desde Milán, me anunciaba que llegaba aquella misma noche exclusivamente para verme y me rogaba que le esperase sin falta. Qué extraño, pensé. ¿Qué puede ser tan urgente? No he vuelto a escribir ninguna obra dramática y, desde hace años, el teatro me resulta del todo indiferente. Por supuesto lo esperé con alegría, porque quería como a un verdadero hermano a aquel hombre cariñoso y cordial. Saltó del vagón y se arrojó sobre mí; nos abrazamos al estilo italiano y, ya en el coche, me contó, con su deliciosa impaciencia, lo que yo podía hacer por él. Me quería pedir un favor, un gran favor. Pirandello le había hecho el gran honor de encargarle el estreno de su nueva obra Non sí sá maí, y no se trataba sólo del estreno en Italia, sino a escala mundial: tendría lugar en Viena y en alemán. Era la primera vez que un gran maestro italiano de esta talla daba la preferencia al extranjero con una obra suya; ni siquiera se había decidido por París. Pues bien, Pirandello, que temía que la musicalidad y las vibraciones de su prosa se perdieran en la traducción, albergaba en su corazón un deseo muy especial: quería que no fuera un traductor cualquiera, sino yo, cuyo arte literario apreciaba desde hacía tiempo, quien tradujera la obra al alemán. Huelga decir que Pirandello había dudado en hacerme ¡perder el tiempo con traducciones! Era el motivo por lo que él personalmente, Moissi, tenía el encargo de transmitirme la petición de Pirandello. Cierto que no me dedicaba a traducir desde hacía años, pero admiraba demasiado a Pirandello, con quien había tenido algunos encuentros agradables, como para decepcionarlo y, sobre todo, para mí era un motivo de alegría el poder ofrecer una muestra de camaradería a un amigo tan íntimo como Moissi. Dejé mis propios trabajos durante una o dos semanas; al cabo de unos días se anunciaba en Viena el estreno internacional de la obra de Pirandello en mi traducción y, además, se le quería dar un relieve especial debido a razones políticas ocultas. Pirandello había prometido asistir a la función, y como Mussolini era considerado todavía el santo patrón de Austria, todos los círculos oficiales con el canciller a la cabeza, anunciaron su presencia en el acto. La velada debía ser al mismo tiempo una manifestación política de la amistad austro-italiana (en realidad, del protectorado de Italia sobre Austria).
Por una casualidad, también yo me encontraba en Viena en los días en los días en que debían empezar los primeros ensayos. Me alegraba la perspectiva de volver a ver a Pirandello y sentía curiosidad por oír las palabras de mi traducción pronunciadas por la voz musical de Moissi. Pero con un fantasmal semejanza se repitió, al cabo de un cuarto de siglo, el mismo suceso. Cuando abrí un periódico, a primera hora, leí que Moissi había llegado de Suiza con una gripe muy fuerte y que a causa de la enfermedad los ensayos se aplazaban. Una gripe, pensé, no puede ser cosa muy grave. Pero el corazón me latía deprisa mientras me acercaba al hotel (¡gracias, me consolé, no era el Sacher sino el Grand Hotel!) para visitar a mi amigo enfermo; el recuerdo de aquella inútil visita a Kainz afloró en mi piel como un escalofrío. Y, al cabo de más de un cuarto de siglo, se repitió exactamente lo mismo en la persona del mejor actor de la época. Ya no me permitieron ver a Moissi: presa de la fiebre, había empezado a delirar. Dos días más tarde me encontraba, como en el caso de Kainz, no en el ensayo, sino ante su ataúd."

CURIOSIDAD POR EL DESTINO (Die Welt von Gestern)

"De todos modos, ese drama anunciaba  ya un cierto rasgo característico de mi manera de pensar: es que nunca, infaliblemente, tomo partido a favor del "héroe", sino que sólo veo la parte trágica del vencido. En mis narraciones cortas, quien me atrae es siempre aquel que sucumbe al destino; en las biografías es la figura de alguien que tiene razón no en el campo real del éxito, sino única y exclusivamente en el moral: Erasmo y no Lutero, María Estuardo y no Isabel, Castellio y no Calvino; y así, en aquella ocasión no escogí a Aquiles como figura heroica, sino al más insignificante de sus adversarios, Tersites, al hombre doliente en lugar del que causa dolor a los demás con su fuerza y su determinación. Una vez terminado, no lo mostré a ningún actor, ni siquiera a un  amigo, porque tenía la suficiente experiencia como para saber que los dramas en verso blanco y con vestuario griego, aunque sean de Sófocles o de Shakespeare, no son lo más indicados para "hacer taquilla" en los teatros reales."






Seré fantasma, si así lo quiere la Providencia...


"Quiero ser la Providencia, pues lo más hermoso, lo más grande y lo más sublime del mundo que conozco es recompensar y castigar"


sábado, 20 de agosto de 2016

ZWEIG DESNUDA "EL MUNDO DE AYER"

En "Eros Matutinos", se critica la moral caduca, la sexualidad reprimida y la prostitución explotadora que se vivía en la glamourosa y acaudalada joya de Europa: Viena, bañada por el célebre Danubio Azul (Blue Danube) inmortalizado por el waltz de Johann Strauss.

Pero aquí sólo presento el fragmento referente a la Literatura:

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Por lo menos a la "bella" literatura, como se le llamaba entonces, le estaba permitido arriesgarse a descripciones claras y francas, porque sólo a ella le había sido asignado el dominio de lo bello y lo estético. Mientras que en el siglo anterior el escritor no tenía miedo de pintar un retrato franco y extenso de la cultura de su tiempo, mientras que aún se podían encontrar en Defoe, en el abad Prévost, en Fielding y en Rétif de la Bretonne descripciones no adulteradas de la realidad, aquella época pensaba que sólo podía mostrar su parte "sentimental" y "sublime", pero nunca la auténtica y desagradable. Por ello, de todos los peligros, tinieblas y confusiones de los jóvenes de ciudad, en la literatura del siglo XIX no se encuentra mucho más que un efímero poso. Incluso si un escritor osado mencionaba la prostitución, estaba convencido de que debía ennoblecerla y convertir artificiosamente a la heroína en una "dama de las camelias". Nos hallamos, pues, ante un hecho singular: si un joven de hoy, para saber cómo la juventud de la generación anterior y la de antes se abría camino en la vida, abre las novelas incluso de los grandes maestros de la época, las obras de Dickens y Thackeray, Gottfried, Keller y Björnson, no encuentra descrito en ellas más que hechos sublimados y atemperados (excepto en Tolstoi y Dostoievski, que, como rusos, estaban más allá del pseudoidealismo europeo), pues toda aquella generación estaba inhibida en su libertad de expresión por la presión de la época. Y nada ejemplifica con más claridad la hipersensibilidad casi histérica de esa moral de los antepasados y su atmósfera hoy inimaginable, como el hecho de que ni siquiera bastase con el pudor literario. Pues, ¿se puede entender todavía que una novela como Madame Bovary fuera prohibida por obscena por un tribunal público francés? ¿Y que en la época de mi juventud las novelas de Zola pasasen por pornográficas o un poeta clásico tan sereno como Thomas Hardy provocara tempestades de indignación en Inglaterra y América? Por discretos que fueran estos libros, desvelaban una buena parte de la realidad.
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Y pues, me da gusto Ekaterina Stefanidi de Grecia, país que ha sufrido mucho recientemente, que gana la medalla de oro en salto con garrocha, desde luego, ante la descalificación injusta de la Reina Isinbayeva. Además, como hispano, como latinoamericano, el triunfo en tenis de Mónica Puig de la isla de Puerto Rico, me concede esperanza a que el status de Puerto Rico se solvente dentro o fuera de Estados Unidos, y que en un deporte tan popular, como es el tenis en los Estados Unidos, haya triunfado una hispana, con lo que concluyo que los puertorriqueños (status especial) y todos los demás hispanos de los Estados Unidos demuestran que ya es el turno para un Presidente hispano en los Estados Unidos.

jueves, 18 de agosto de 2016

I FORGOT MY NEW TOYS

Con esta frase de Kate McKinnon en "Ghostbusters"

que recuerdo después de ver a las cazafantasmas,
con un toque de mujeres, allá, cruzando la frontera del río Bravo,
sigo persiguiendo el horizonte todavía...


I saw a man pursuing the horizon;
Round and round they sped.
I was disturbed at this;
I accosted the man.
“It is futile," I said,
“You can never—"

“You lie," he cried,
And ran on.


En vano entre la sombra mis brazos, siempre abiertos,
asir quieren su imagen con ilusorio afán.
¡Qué noche tan callada, qué limbos tan inciertos!¡
Oh! Padre de los vivos, ¿a dónde van los muertos,
a dónde van los muertos, Señor, a donde van? 


Muy vasta, muy distante, muy honda, si muy honda,
¡pero muy honda!, debe ser, ¡ay!, la negra onda
en que navega su alma como un tímido albor,
para que aquella madre tan buena no responda
ni se estremezca al grito de mi infinito amor. 


Glacial, sin duda, es esa zona que hiende. Fría,
¡oh, si!, muy fría, pero muy fría debe estar,
para que no la mueva la voz de mi agonía, 
para que todo el fuego de la ternura mía
su corazón piadoso no llegue a deshelar. 


Acaso en una playa remota y desolada,
enfrente de un océano sin límites, que está
convulso a todas horas, mi ausente idolatrada
los torvos horizontes escruta con mirada
febril, buscando un barco de luz que no vendrá. 


¡Quién sabe por qué abismos hostiles y encubiertos
sus blancas alas trémulas el vuelo tenderán!
¡Quién sabe por qué espacios brumosos y desiertos!
Oh, Padre de los vivos, ¿a dónde van los muertos,
a donde van los muertos, Señor, a dónde van? 


Tal vez en un planeta bañado de penumbra
sin fin, que un sol opaco, ya casi extinto, alumbra,
cuitada peregrina mirando en rededor
ilógicos aspectos de seres y de cosas,
absurdas perspectivas, creaciones misteriosas,
que causan extrañeza sutil y vago horror.


Acaso está muy sola. Tal vez mientras yo pienso
en ella, está muy triste: quizá con miedo esté.
Tal vez se abre a sus ojos algún arcano inmenso.
¡Quién sabe lo que siente, quién sabe lo que ve!
Quizá me grita: ¡Hijo!, buscando en mí un escudo
(¡mi celo tantas veces en vida la amparó!),
y advierte con espanto que todo se halla mudo,
que hay algo en las tinieblas, fatídico y sañudo,
que nadie la protege ni le respondo yo. 


¡Oh, Dios! ¡me quiso mucho; sus brazos siempre abiertos,
como un gran nido, tuvo para mi loco afán!
Guiad hacia la Vida sus pobres pies inciertos...
¡Piedad para mi muerta! ¡Piedad para los muertos!
¿a dónde van los muertos, Señor, a dónde van?

miércoles, 10 de agosto de 2016

JEDERMANN (CADA CUAL)

De la mano de Zweig se recorre Viena
con el recuerdo de las mujeres austriacas
como Sissi y María Antonieta,
hasta Romy Schneider y Elfriede Jelinek.

JEDER - GÖTTIN 

Espero avanzar la lectura de "El Mundo de Ayer",
subtitulado "Memorias de un Europeo",
y descubrir joyas de la gloriosa Viena.

lunes, 8 de agosto de 2016

JUICIO INELUDIBLE

LA HISTORIA QUE SE SEGUIRÁ DESARROLLANDO ES LA QUE AL FINAL JUZGA LO QUE HACEN Y DEJAN DE HACER CADA CUAL.

De la banda sonora de "The Dreamers" del director Bertolucci, con una joven Eva Green en el reparto:



Errores, desaciertos, tal vez los tuve, pero el mundo no es monolítico, y Non, je ne regrette rien.

sábado, 6 de agosto de 2016

LAETITIA

"No recuerdas si te fue aplicada una anestesia que te produjo sueño, pero te encontrabas en otro mundo, notabas el silencio y que estabas regresando de una hibernación. ¿Cuánto tiempo dormiste?, no lo sabes, pero te encontrabas descansando en un lecho acondicionado a una temperatura agradable, se percibían olores frutales, te sentías muy descansado, tu vitalidad era evidente, te sentías como después de un entrenamiento exhaustivo, preparado para cumplir cualquier misión. De pronto, aparece una científica que te tomaba el pulso, y te indicó que te serían servidos los alimentos en un instante. Fue entonces que le dirigiste la palabra: 'Hola, ¿cómo se llama?', ella sorprendida al escucharte, con mucha satisfacción y sonriendo dijo: 'Soy Laetitia', aprovechando la circunstancia pues querías evadirte de este lugar aunque fuera el Cielo, le dijiste: 'Laetitia, ¿se me permitirá salir para dar un paseo para reconocer los alrededores?'."
-fragmento de "El Malestar Extraterrestre (¿Cómo Librarse del Monolito?)"-


"Al otro día despertaste, y cuando llegó Laetitia a revisar tu cuadro vital, le preguntaste: '¿Y usted con qué persona gustaría tener una cita?'
Laetitia sin titubear te dice: 'Con alguien que viaje mucho o con quien lleva una disciplina deportiva.'
Entonces tú dijiste: '¿Y no le gustaría salir conmigo que estoy sujeto a la no nada especial purificación del alma?'
Responde Laetitia sonriendo: ´No, nunca, sinceramente lo que busca una mujer es respirar lo que la Naturaleza nos proporciona, no encerrarse a complicarse la existencia con discusiones espirituales o con soñadores trasnochados, es cuestión de placer, es lo que no entienden los poetas como usted, no se puede vivir sólo de apariencias y de frases bonitas que pierden su sentido al respirar la realidad.'
Mirando a Laetitia dijiste: 'Lo sabía, usted requiere de un hombre exitoso, con recursos económicos a disponer, que sepa darse mucho tiempo libre, es una muy rara especie.'
Inmediatamente Laetitia te dijo: 'Sólo debe tener mucho ingenio, y no me aburrirá.'"
-fragmento de "El Malestar Extraterrestre (¿Cómo Librarse del Monolito?)"-

À LA RECHERCHE DU PASSÉ

"Pero no dejarías de efectuar tus hábitos de subsistencia, no te pondrías en huelga de hambre, o dejarías de ir a trabajar, porque por tu experiencia sabías que entre mayor notoriedad tuviera un asunto, no podrías desligarte de la presión que se ejercería para enderezar tus pasos y conducirte por el camino de la normalidad. El acto desesperado te conminaba a que explicaras, a que convencieras, la causa de tu actitud extraña, y esto te obligaba a descubrir lo que mantenías en secreto, y con ello las implicaciones de afectación que no querías a proporcionar a esos allegados tuyos, y tú no deseabas que se encontraran nadando en el mar tempestuoso donde bregabas."
-fragmento de "El Malestar Extraterrestre (¿Cómo Librarse del Monolito?)"-


"Un habitante de Belicoso concluía: 'Más que un monstruo como Frankenstein, somos como el hermano mayor a quien los padres ya dejan ir a las fiestas, ya le facilitan un carro, y ya lo dejan tener una novia, así nos encontramos con qué les falta crecer a nuestros menores para darse los lujos que nosotros tenemos.'"
-fragmento de "El Malestar Extraterrestre (¿Cómo Librarse del Monolito?)"-

No he encontrado la frase que relaciona al film "Left Luggage" con el título asignado a México: "Nunca te vayas sin decir te quiero"...

viernes, 5 de agosto de 2016

A SPECTRE IS HAUNTING RÍO

ISINBAYEVA, THE QUEEN WITHOUT OLYMPIC GAMES


ISINBAYEVA, THE GOLD MEDAL OF FEMENINE BEAUTY