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IL POSTINO

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sábado, 20 de agosto de 2016

ZWEIG DESNUDA "EL MUNDO DE AYER"

En "Eros Matutinos", se critica la moral caduca, la sexualidad reprimida y la prostitución explotadora que se vivía en la glamourosa y acaudalada joya de Europa: Viena, bañada por el célebre Danubio Azul (Blue Danube) inmortalizado por el waltz de Johann Strauss.

Pero aquí sólo presento el fragmento referente a la Literatura:

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Por lo menos a la "bella" literatura, como se le llamaba entonces, le estaba permitido arriesgarse a descripciones claras y francas, porque sólo a ella le había sido asignado el dominio de lo bello y lo estético. Mientras que en el siglo anterior el escritor no tenía miedo de pintar un retrato franco y extenso de la cultura de su tiempo, mientras que aún se podían encontrar en Defoe, en el abad Prévost, en Fielding y en Rétif de la Bretonne descripciones no adulteradas de la realidad, aquella época pensaba que sólo podía mostrar su parte "sentimental" y "sublime", pero nunca la auténtica y desagradable. Por ello, de todos los peligros, tinieblas y confusiones de los jóvenes de ciudad, en la literatura del siglo XIX no se encuentra mucho más que un efímero poso. Incluso si un escritor osado mencionaba la prostitución, estaba convencido de que debía ennoblecerla y convertir artificiosamente a la heroína en una "dama de las camelias". Nos hallamos, pues, ante un hecho singular: si un joven de hoy, para saber cómo la juventud de la generación anterior y la de antes se abría camino en la vida, abre las novelas incluso de los grandes maestros de la época, las obras de Dickens y Thackeray, Gottfried, Keller y Björnson, no encuentra descrito en ellas más que hechos sublimados y atemperados (excepto en Tolstoi y Dostoievski, que, como rusos, estaban más allá del pseudoidealismo europeo), pues toda aquella generación estaba inhibida en su libertad de expresión por la presión de la época. Y nada ejemplifica con más claridad la hipersensibilidad casi histérica de esa moral de los antepasados y su atmósfera hoy inimaginable, como el hecho de que ni siquiera bastase con el pudor literario. Pues, ¿se puede entender todavía que una novela como Madame Bovary fuera prohibida por obscena por un tribunal público francés? ¿Y que en la época de mi juventud las novelas de Zola pasasen por pornográficas o un poeta clásico tan sereno como Thomas Hardy provocara tempestades de indignación en Inglaterra y América? Por discretos que fueran estos libros, desvelaban una buena parte de la realidad.
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Y pues, me da gusto Ekaterina Stefanidi de Grecia, país que ha sufrido mucho recientemente, que gana la medalla de oro en salto con garrocha, desde luego, ante la descalificación injusta de la Reina Isinbayeva. Además, como hispano, como latinoamericano, el triunfo en tenis de Mónica Puig de la isla de Puerto Rico, me concede esperanza a que el status de Puerto Rico se solvente dentro o fuera de Estados Unidos, y que en un deporte tan popular, como es el tenis en los Estados Unidos, haya triunfado una hispana, con lo que concluyo que los puertorriqueños (status especial) y todos los demás hispanos de los Estados Unidos demuestran que ya es el turno para un Presidente hispano en los Estados Unidos.

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