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IL POSTINO

IL POSTINO

viernes, 18 de diciembre de 2009

LOS SACERDOTES SAGRADOS DEL DIOS DEL VINO

Ojala no hubiera ido nunca a vuestras escuelas,

pues en ellas es donde me volví tan razonable,

donde aprendí a diferenciarme de manera fundamental

de lo que me rodea;

ahora estoy aislado entre la hermosura del mundo,

he sido así expulsado del jardín de la naturaleza,

donde crecía y florecía,

y me agosto al sol del mediodía.

¡Oh, sí! El hombre es un dios cuando sueña

y un mendigo cuando reflexiona


Pero amigo! llegamos demasiado tarde. En verdad viven los dioses,
Pero sobre la cabeza allá arriba en otro mundo.
Sin fin actúan allí y parecen no prestar atención
Si nosotros vivimos, con tanto cuidado nos tratan los celestes.
Pues no siempre puede darles cabida una vasija débil,
Solamente en ciertos tiempos soporta el hombre la plenitud divina.
Un sueño de ellos es después la vida. Pero la sala de los desvariados
Ayuda, como adormecimiento, y la necesidad fortalece y la noche,
Hasta que héroes suficientes hayan crecido en la cuna de hierro,
Los corazones son en su fortaleza,
como antes, semejantes a los celestes.
Tronando vienen entonces ellos después.
Mientras tanto pienso a menudo
Que mejor es dormir, que estar así sin compañeros,
Que aguantar así, y qué hacer entre tanto y qué decir,
No lo sé, y para qué poetas en tiempo escaso.
Pero ellos son, dices tú,
como los sacerdotes sagrados del dios del vino,
Los que fueron de un país a otro en noche sagrada.


Pan es el fruto de la tierra, pero es bendito por la luz,
Y del dios tronador viene la alegría del vino.
Por eso pensamos también nosotros en los celestes, los que ya
Han estado y vuelven en tiempo oportuno.
Por eso cantan también con seriedad los cantores,
al dios del vino
Y la alabanza no les suena vanidosa a los antepasados.

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