Visitas al sitio

IL POSTINO

IL POSTINO

lunes, 22 de noviembre de 2010

LEVANA Y NUESTRAS DAMAS DEL PESAR, de Quincey

Con frecuencia en Oxford yo vi a Levana en mis sueños. La conocí por sus símbolos romanos. ¿Quién es Levana? Lector, no pretenda tener mucho ocio para mucha erudición, no estarás enojado conmigo por contarte. Levana era la diosa romana que desarrolló para el infante recién nacido la más prematura oficina para ennoblecer la bondad, -típica, por su modo, de esa grandeza la cual pertenece al hombre en algún lugar, de esa benignidad en poderes invisible la cual aún en mundos paganos algunas veces desciende para preservarlo. En el momento de su nacimiento, tanto como el infante prueba por vez primera la atmósfera de nuestro planeta aquejado de problemas, era puesto sobre la tierra. Pero inmediatamente, no sea que por grande una criatura debería humillarse allá por más que un instante, cualquiera sea la mano paterna, como representante para la diosa Levana, o algún familiar cercano, como representante del padre, levantado el bebé en vertical, ofrecido él mira erecto como el rey de todo este mundo, y presentada su frente a las estrellas, diciendo, quizá, en su corazón, “¡Contemplen que es más grandioso que ustedes mismos!”. El acto simbólico representaba la función de Levana. Y esa dama misteriosa, quien nunca reveló su cara (excepto a mí en sueños), pero siempre actuaba por delegación, tuvo su nombre del verbo latino (como todavía es el verbo italiano) levare, levantar en el aire.
.
Esta es la explicación de Levana, y de ahí ha surgido que mucha gente ha entendido por Levana el poder tutelar que controla la educación de la guardería. Ella, que no sufriría en su nacimiento aún una degradación prefigurativa o mímica por su terrible pupilo, mucho menos podría esperarse para sufrir la real degradación que acompaña el no desarrollo de sus poderes. Ella ahí cuida la educación humana. Ahora la palabra educo, con la penúltima corta, era derivada (por un proceso frecuentemente ejemplificado en la cristalización de los lenguajes) de la palabra educo, con la penúltima larga. Cualquiera educes, o desarrolla, educates. Con la educación de Levana, por consiguiente, es significado, -no la pobre maquinaria que se mueve por la ortografía-, libros y gramáticas, pero por ese poderoso sistema de fuerzas centrales ocultas en el profundo seno de la vida humana, el cual por pasión, por disputa, por tentación, por las energías de resistencia, trabajos para siempre encima de los niños, -no descansando noche o día, algo más que la rueda poderosa del día y la noche a ellos mismos, como inquietos rayos, está vislumbrando por siempre como ellos giran.
.
Si, entonces, estos son los ministerios por los cuales Levana trabaja, como profundamente debe ella reverenciar las agencias de profunda pena. Pero tú, ¡lector! piensa, -esos niños no son responsables a tan profunda pena como la mía. Hay dos sentidos en el mundo generalmente -el sentido de Euclides, donde esto significa universalmente (o dentro de la extensión completa del genus), y dentro de un estúpido sentido de este mundo, donde esto significa usualmente. Ahora, estoy lejos de decir que los niños universalmente son capaces de profunda pena como la mía. Pero hay más de lo que tú alguna vez oíste de quien muere de profunda pena en esta isla de nosotros. Te contaré un caso común. El reglamento de Eton requiere que un muchacho para la fundación debería estar allá a los doce años; él está declarado obsoleto a los dieciocho, consecuentemente él debe venir en seis. Los niños arrancados en esa edad de madres y hermanas no infrecuentemente mueren. Hablo de lo que se. El reclamo no es inscrito por el secretario de admisiones pero ese es. Profunda pena de esta clase, y en esa era, ha matado más que los que han sido alguna vez contados entre sus mártires.
.
Así es que Levana frecuentemente comulga con los poderes que agitan un corazón humano: por lo tanto es eso lo que ella adora en profunda pena. “Estas damas,” decía yo suavemente a mí mismo, viendo a los ministros con los cuales Levana estaba conversando, “estas son los Pesares; y ellas son tres en número, como las Gracias son tres, que visten la vida del hombre con belleza; las Parcas son tres, quienes tejen el tapete oscuro de la vida del hombre en su misterioso telar, siempre con colores tristes en parte, algunas veces enojadas con trágico carmesí y negro; las Furias son tres, que visitan con retribución llamada del otro lado de la tumba delitos que caminan en esto; y una vez incluso las Musas eran tres, quienes ajustan el arpa, la trompeta o el laúd, a las grandes cargas de las creaciones apasionadas del hombre. Estas son los Pesares, las tres de las cuales yo se”.
.
Las últimas palabras que yo digo ahora; pero en Oxford yo dije, “Uno de quien yo se, y los otros también seguramente yo debo saber”. Para ya, en mi ferviente juventud, yo vi (sutilmente tranquilizado en el oscuro antecedente de mis sueños) los imperfectos rasgos de las hermanas terribles. Estas hermanas -¿por qué nombre nosotros las debemos llamar? Si yo digo simplemente “Los Pesares”, habrá una oportunidad de equivocarse en el término; esto sería entendido de pesar individual, -separar casos de pesar,- mientras que quiero un término expresando las abstracciones poderosas que encarnan ellas mismas en todos los sufrimientos individuales del corazón humano; y deseo tener estas abstracciones presentadas como suplantaciones, que es, como arropada con atributos humanos de vida, y con funciones señalando a la carne. Llamémoslas, así, Nuestras Damas del Pesar. Las conozco a fondo, y he caminado en todos sus reinos. Tres hermanas ellas son, de una misteriosa casa; y sus rutas son con bastante espacio entre ellas, pero de su dominio no hay fin. A ellas yo vi frecuentemente conversando con Levana, y algunas veces acerca de mí mismo. ¿Ellas hablan, entonces? ¡Oh, no! Fantasmas poderosos como estos desdeñan las debilidades del lenguaje. Ellas pueden lanzar voces a través de los órganos humanos cuando ellas moran en los corazones humanos, pero entre mismas no hay voz ni sonido; el silencio eterno reina en sus reinos. Ellas no hablaban, como ellas hablaban con Levana; ellas no cuchicheaban; ellas no cantaban; aunque algunas veces me parece a mí que ellas han cantado, para mí sobre la tierra hube oído sus misterios algunas veces descifrados por el arpa y la pandereta, por la cítara y el órgano. Como Dios, de quien sirvientes ellas son, pronuncian su placer, no por sonidos que perecen, o por palabras que se pierden, sino por señales en el cielo, cambios en la tierra, pulsaciones en ríos secretos, heráldicas pintadas en la oscuridad, y jeroglíficos escritos sobre las placas del cerebro. Ellas dan vueltas en laberintos; yo anunciaba los pasos. Ellas telegrafiaban de lejos; yo leí las señales. Ellas conspiraban juntas; y sobre los espejos de la oscuridad mi ojo trazaba las conspiraciones. Suyas eran los símbolos; mías eran las palabras.
.
¿Qué es eso que las hermanas son? ¿Qué es eso que ellas hacen? Déjame describir su forma, y su presencia; si la forma era eso que todavía fluctuaba en su contorno, o la presencia era eso que para siempre avanzaba al frente, o siempre se retiraba entre sombras.
.
La más vieja de las tres era llamada Mater Lacrimarum, Nuestra Dama de las Lágrimas. Ella es esa noche y día que delira y gime, llamando por rostros desaparecidos. Ella se levantó en Rama, donde una voz era oída de lamentación, -Raquel llorando por sus niños, y rechazando ser consolada. Ella era eso que se paró en Belén en la noche cuando la espada de Herodes acabó con la vida de los niños Inocentes, y los pequeños pies eran almidonados por siempre, la cual, oía a veces como ellos se tambaleaban a lo largo de los pisos por encima de la cabeza, despertó pulsaciones de amor en los corazones de hogares que no estaban sin nombre en el cielo.
.
Sus ojos eran dulces y sutiles, salvajes y somnolientos, por turnos; frecuentemente subiendo a las nubes, algunas veces retando a los cielos. Ella llevaba una diadema rodeando su cabeza. Y supe por memorias infantiles que ella podía ir al exterior por encima de los vientos, cuando ella oía los sollozos de las letanías o el retumbar de los órganos, y cuando ella contemplaba la reunión de las nubes de verano. Esta hermana, la más vieja, es la que carga las llaves más que pontificias en su faja, las cuales abren todas las casitas y todos los palacios. Ella, a mi saber, se sentó todo el pasado verano por la cabecera del ciego mendigo, a él con quien tan frecuente y tan contento yo platicaba, de quien la hija piadosa, de ocho años de edad, con el rostro soleado, resistía las tentaciones de jugar y el júbilo del pueblo para viajar a lo largo del día sobre los caminos polvorientos hasta con su desgraciado padre. Por esto Dios quiso enviar a ella una gran recompensa. En el tiempo de la primavera de ese año, y mientras todavía su propia Primavera estaba echando brotes, él la volvió a llamar para él mismo. Pero su padre ciego se lamentaba para siempre con ella; todavía él sueña a la medianoche que la pequeña mano guía está fundida dentro de su propia mano; y todavía él despierta a una oscuridad que está ahora dentro de una segunda y una más profunda oscuridad. Esta Mater Lacrimarum ha estado algo sentándose todo este invierno de 1844-5 dentro de la cama del alcoba del Zar, trayendo ante sus ojos una hija (no menos piadosa) que desapareció a Dios no menos repentinamente, y dejó atrás de ella una oscuridad no menos profunda. Por el poder de las llaves es que Nuestra Dama de las lágrimas desliza un intruso fantasmalmente hacia los cuartos de hombres insomnes, mujeres insomnes, niños insomnes, del Ganges al Nilo, del Nilo al Mississippi. Y ella, porque es la primera en nacer de su casa, y tiene el más amplio imperio, démosle el honor con el título de “¡Madonna!”.
.
La segunda hermana es llamada Mater Suspiriorum – Nuestra Dama de los Suspiros. Ella nunca escala a las nubes, ni camina al exterior por encima de las nubes. Ella no lleva diadema. Y sus ojos, si ellos fueron alguna vez vistos, tampoco serían dulces ni sutiles; ningún hombre podía leer su relato; ellos serían encontrados llenos con sueños malditos, y con restos de delirium olvidado. Pero ella no alza sus ojos; su cabeza, sobre la cual sienta un turbante deteriorado, se marchita por siempre, por siempre se sujeta sobre el polvo. Ella no llora. Ella no gime. Pero ella suspira inaudiblemente por intervalos. Su hermana, Madonna, es frecuentemente tempestuosa y frenética, rugiendo en lo más alto en contra del cielo, y demandando de regreso a sus queridos. Pero Nuestra Dama de los Suspiros nunca clama, nunca desafía, no sueña con aspiraciones de rebeldía. Ella es humilde hasta la abyección. A ella es la docilidad que pertenece al desesperado. Susurra que ella puede, pero está en su sueño. Susurra que ella puede, pero está a sí misma en la penumbra; hablar entre dientes ella lo hace a veces, pero es en los lugares solitarios que son sombríos como ella está desolada, en ciudades en ruinas, y cuando el sol ha ido abajo a su descanso. Esta hermana es la visitante de los Paria, de los Judíos, del fiador al remo en las galeras mediterráneas; y del criminal inglés en la isla Norfolk, tachado de los libros de remembranza en la dulce Inglaterra remota; del desconcertado penitente volviendo sus ojos para siempre por encima de una tumba solitaria, la cual parece a él el altar derrocado de algún pasado y sangriento sacrificio, sobre cual altar ninguna de las oblaciones puede ahora estar aprovechándose, si hacia el perdón que él imploraría, o hacia la reparación que él intentaría. Todos los esclavos que al mediodía alzan la vista al sol tropical con tímido reproche, como él señala con una mano a la tierra, nuestra madre general, pero para él una madrastra, -como él señala con la otra mano a la Biblia, nuestro maestro general, pero en contra de él sellada y aislada-; -todas las mujeres sentándose en la oscuridad, sin amor para refugiar su cabeza, o esperanza para iluminar su soledad, porque los instintos de origen celestial encendiendo en sus principios de afectos sagrados los cuales Dios implantó en su seno femenino, habiendo sido contenidos por necesidades sociales, ahora quemados hoscamente hasta echarse a perder, como lámparas sepulcrales entre los antiguos; todas las monjas defraudaron de ella no regresando en el mes de Mayo por el pariente malvado, a quien Dios juzgará; todos los cautivos en todos los calabozos; todos esos son traicionados y todos esos que son rechazados como parias por la ley tradicional y los niños de desgracia hereditaria, - todos esos caminan con Nuestra Dama de los Suspiros. Ella algo carga una llave, pero ella la necesita poco. Por su reino está principalmente entre las tiendas de Set, y los vagabundos sin casa de todo clima. Todavía en los más altos caminos humanos ella encuentra templos dedicados a ella; y aún en la gloriosa Inglaterra hay algo de eso, al mundo, que carga sus cabezas tan orgullosamente como el reno, quienes todavía secretamente han recibido su marca por encima de sus frentes. Pero la tercera hermana, ¡quien es algo la más joven!- ¡Silencio, susurro mientras nosotros hablamos de ella! Su reino no es grande sino ninguna carne debería vivir; pero dentro de ese reino todo poder es suyo. Su cabeza, coronada por un torreón como la de Cibeles, crece casi más allá de la altura de la vista. Ella no se marchita; y sus ojos alzando tan altos estarían ocultos por la distancia; pero, siendo que ellos están ocultos, que ellos no pueden estar ocultos; a través del velo triple de banda negra el cual ella lleva, la luz violenta de una abrasadora miseria, que descansa no para los amaneceres o para los anocheceres, para el mediodía o para la medianoche, para marea bajando o marea creciendo, puede ser leído de lo más profundo. Ella es la que desafía a Dios. Ella es algo la madre de las locuras, y la mujer que sugiere los suicidios. Profunda mentira las raíces de su poder; pero limitada es la nación que ella rige. Para ella pueden acercarse solo esos en los cuales una profunda naturaleza ha sido levantada por convulsiones centrales; en los cuales el corazón tiembla, y el cerebro se balancea bajo conspiraciones de tempestad proveniente sin y de tempestad proveniente con. Madonna mueve con pasos inciertos, veloces o lentos, pero todavía con gracia trágica. Nuestra Dama de los Suspiros se arrastra tímida y furtivamente. Pero la más joven hermana se mueve con incalculables movimientos, enlazando y con saltos de tigre. Ella no carga llave; para, sin embargo, venir raramente entre los humanos, ella irrumpe todas las puertas en las cuales ella es permitida entrar. Y su nombre es Mater Tenebrarum – Nuestra Dama de la Oscuridad.
.
Estas eran las Semnai Theai o Diosas Sublimes, estas eran las Euménides, o las Diosas Graciosas, (tan llamadas por la antigüedad en la propiciación estremecedora), de mis sueños de Oxford. Madonna habló. Ella habló por su misteriosa mano. Tocando mi cabeza, ella dijó a Nuestra Dama de los Suspiros; y qué ella habló, traducido fuera de las signos los cuales (excepto en sueños) ningún hombre lee, era esto: -
.
“¡Lo! Aquí está él, de quien en la niñez yo dedicaba a mis altares. Esto es él que una vez yo hice mi querido. A él yo llevé por mal camino, a él yo seduje, y del cielo yo robé fuera su corazón joven al mío. A través de mí él llegó a ser idólatra; y a través de mí esto era, por deseos languidecientes, eso que él adoraba al gusano, y rezaba a la tierra engusanada. Lo sagrado era la tierra para él; lo adorable era su oscuridad; santamente su corrupción. A él, este joven idólatra, yo he sazonado para ti, ¡querida dulce Hermana de los Suspiros! Tú lo tomas ahora para tu corazón y lo preparas para nuestra terrible hermana. Y a ti, “-girando a la Mater Tenebrarum, ella dijo, - malvada hermana, eso que es más tentador y lo que más odias, tú tomas a él de ella. Ve que tu cetro caiga pesado sobre su cabeza. Que no sufra mujer y su ternura para sentarlo en la oscuridad de él. Destierra las debilidades de la esperanza, marchita la pérdida de fuerza del amor, abrasa la fuente de las lágrimas, embrújalo como solo tú puedes embrujarlo. De modo que, él será llevado a cabo en la caldera, de modo que él verá las cosas que no deben ser vistas, visiones que son abominables y secretos que son indecibles, impronunciables. De modo que él leerá las más viejas verdades, verdades tristes, verdades magníficas, verdades temibles. De modo que él crecerá otra vez antes que él muera, y de modo que nuestra comisión será consumada la cual de Dios nosotros tuvimos, - asediar su corazón hasta que nosotros hubiéramos abierto las capacidades de su espíritu.”

No hay comentarios: