Existe RENUENCIA, hay temor por los efectos del medicamento, y además no se siente un piso firme de realidad para el enfermo que trata de comprobar sus delirios y explicar sus alucinaciones, rompes tu “cogito ergo sum”, tu realidad desaparece y no hay tabla de salvación, prácticamente te encuentras poseído y/o demonizado, ese desajuste interno te hace actuar como el “yo” no lo haría en una acción cotidiana, y sólo los antipsicóticos te pueden recuperar y regresar al mundo real. Desde luego, la cura se establece al ir explicando y razonando los delirios, pero es un viacrucis, y tristemente el medicamento no debe ser abandonado de por vida.
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