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IL POSTINO

IL POSTINO

domingo, 15 de agosto de 2010

YA NO HAY GATO EMPAREDADO

Una injusticia de las peores es condenar a la muerte siendo enterrado con vida, se lucha con desesperación por asirse a la vida que se va perdiendo y ningún grito es escuchado porque lo han matado aunque se encuentre vivo, el afectado busca dar señas de vida, en vano lo intenta, le han cerrado la tapa del ataúd, enterrado con vida.
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En el relato "El gato negro" de Poe, el asesino emparedó a sus víctimas, se creyó invulnerable tapando con un muro sus crímenes, cuando la Justicia se presenta, se escucha un lamento detrás del muro, había un ser vivo pidiendo salir del encierro tras el muro, era un gato negro.
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Sigue el fragmento de Poe de esta historia de pesadilla:
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"Sobre su cabeza, con la roja boca abierta y el único ojo como de fuego, estaba agazapada la horrible bestia cuya astucia me había inducido al asesinato y cuya voz delatadora me entregaba al verdugo. ¡Había emparedado al monstruo en la tumba!"
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"Upon its head, with red extended mouth and solitary eye of fire, sat the hideous beast whose craft had seduced me into murder, and whose informing voice had consigned me to the hangman. I had walled the monster up within the tomb!"
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"Sur sa tête, avec la gueule rouge dilatée et l’oeil unique flamboyant, était perchée la hideuse bête dont l’astuce m’avait induit à l’assassinat, et dont la voix révélatrice m’avait livré au bourreau. J’avais muré le monstre dans la tombe!"
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Y se reproduce el poema "El enterrado vivo" sobre alguién que si fue dejado morir teniendo todavía vida dentro del oscuro ataúd.
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- "¡Hombre! imagínate que después de una tarde de orgía
tú regresas a tu casa, muy alegre:
duermes, y en la mañana, dejándose caer en letargo,
tú apareces muerto a todos los ojos.
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Tu chiquilla se contempla, y tu esposa falsea,
boca burlona y frente baja,
reflexiona: "se va pues al fin a meterlo dentro de su fosa;
¡de prisa un jirón y media vieja!"
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Sobre la mesa de noche se pone un cirio sucio,
se te revuelca sobre la mortaja.
Y mientras que cada uno da vueltas y va dentro de la sala,
tú yaces dentro de un rincón, pálido y sólo.
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A verla, tu ama, reza una oración
con un aire hastiado donde el aburrimiento se pinta;
el obrero lleva mesura y propone un ataúd
de buen roble o de buen abeto.
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Mientras que tu primo optará por el roble:
Él gritará, tu niño tan querido,
que para ganar veinte centavos necesita que se le encadene:
¡El abeto es ya demasiado caro!
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En resumen, se te vestirá de un álamo tan tierno
que se tendrá pena a clavarlo;
y sobre los postigos, tu hijo, sin más esperar,
escribirá: Casa se alquila.
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Y además, equipaje oblongo, tropezando rampa y muralla,
por la escalera tú bajarás;
a las miradas de la calle egoísta que se burla
leñosamente tú te tenderás;
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Y los cargadores socarrones, bajo la nube en hoguera
calcinando los techos y el suelo,
mascullarán: "Tú vas a fermentar a tu gusto
y pudrir dentro de tu fenol."
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El sacerdote habiendo vociferado: "¡Bah! ¡morir, eso es renacer!"
poco pagado, rogará indolentemente;
y aquellos que te verán pasar de su ventana
dirán: "¡Qué pobre entierro!"
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El coche fúnebre, con las lentitudes de cochinilla,
reptará pesado, chirriante, repugnante;
como puede llegar que el caballo se irrite
y parta tu ataúd en dos.
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Dentro de la iglesia, un borracho sonando tus tañidos sombríos
despertará a los grandes búhos
que rozarán tu caja con sus alas de sombras
y vendrán a posarse en los extremos.
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Entre los hombres vestidos de negro con el rostro puntiagudo
un pobre portará tu cruz;
y más de uno pensará: "Esta escena me mata,
podría esquivarme, creo"
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Y ahí está que se llega a tu fosa abierta de par en par,
oscura como el porvenir:
Ella está allí, boca fiera, irónica y gigante,
esperando la hora de acabar de una vez.
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Sobre un corto Libera que el sacerdote te otorga
se te mete y tú resbalas... ¡Pum!
Después, de un movimiento brusco se vuelve a traer la cuerda
y tú te aplastaste dentro del agujero.
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Se toma el hisopo eclesial con las manos enguantadas,
se te rocía de prisa temblando;
y se le echa la tierra, a llenas paladas,
sobre tu abrigo de madera blanca.
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Un sepulturero, presuroso de acabar su trabajo,
hunde tu cruz como un rincón,
y los dos de la funeraria ríendo sarcásticamente sin vergüenza
van a beber a la taberna de la esquina.
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Ahora bien, todo eso se rompe en tu sueño mágico,
como el oleaje contra el obstáculo;
pero tu ojo va a abrirse para un despertar trágico
dentro de la horrible noche del ataúd.
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Entonces, apretadamente pegados contra tus caderas,
tus delgados brazos sepultados
irán estirándose a cargar contra las tablas
bajo el gran sudario con los largos pliegues.
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Mientras que tus rodillas se opondrán a tu tapadera
con un estremecimiento de furor,
tu espíritu enloquecido rodará dentro de un círculo
de atrocidades y de horror.
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Un olor de madera nueva, de arcilla y de vieja ropa
te hostigará sin piedad:
La asfixia en los pulmones, la neurosis en las meninges,
tú aullarás, muerto a medias.
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Tus sordos gemidos permanecerán sin respuesta;
¡más los ecos bajo tu repugnante techo
que, esponjoso y blando como la piedra pómez,
dejará el agua rezumar sobre tí!
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Dentro del horrible segundo donde tu vida agotada
luchará menos contra la muerte,
tú creerás ver tu carne ya descompuesta;
tú sentirás el gusano que muerde.
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Contrición tardía y vanas conjeturas,
todos estos espectros con los dientes de hierro
punzarán tu alma duplicándose tus torturas
que te harán creer en el infierno.
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Mientras que tu familia ingrata y cínica
discutirá tu testamento,
y que, con la pluma en los dedos, un viejo notario inicuo
ensanchará el embrollo,
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Tú, estarás muy sólo encerrado dentro de tu caja,
pobre cadáver anticipado,
sin aliento, sin voz, sin miradas, el cuerpo húmedo,
boca abierta y el puño tenso.
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Al fin, tus miembros fríos se alargarán bajo tierra
dentro de la monótona rigidez,
y tu último suspiro, atroz de misterio,
se fugará hacia la eternidad."
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- Tal es la profecía espantosa de odio
que un gran fantasma con la nariz chata,
me hizo, la otra noche, sobre un trono de ébano,
a la mitad de una negra pesadilla.

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