Visitas al sitio

IL POSTINO

IL POSTINO

viernes, 20 de agosto de 2010

A LA DAMA EN CERA

Yo observaba girar al maniquí,
y admiraba su talle, su busto,
sus cabellos de oro y su carita guasona,
cuando yo vi palpitar su nariz
y su cuello delgado en forma viperina.
- "¡Ella vio pues!" me digo, aterrorizado:
y desde entonces, en todo momento encantado
por un amor que nada puede matar,
tengo miedo y curiosidad
de ver entrar a mi casa a la dama en cera.
.
Por todos los tiempos, bajo un cielo africano,
y bajo la nube inquieta y triste,
como un nadador que persigue un tiburón,
sin poder escapar yo permanezco en su vitrina,
y allí escucho a mi corazón que tamborilea.
Por mucho que me digo: "¡Horror! ¡Locura!"
esto es de las noches de horrible oscuridad,
- ¡tanto yo la evoco y tanto yo la deseo! -
donde concibo la posibilidad
¡de ver entrar a mi casa a la dama en cera!
.
Tal como ella está en vestido de nanquín,
con sus ojos color de aguamarina
y su sonrisa atractiva y pícara,
la giradora en boca purpurina
que dentro de mi cerebro se instala y se burila
me alucino con avidez,
y me hundo, ebrio de extrañeza,
dentro de una niebla que mi razón atormenta,
ya que es mi sueño ardientemente deseado
de ver entrar a mi casa a la dama en cera.


ENVÍO
¡Oh! tú que me visitaste tan a menudo,
¡Satán! viejo rey de la perversidad,
Concédeme el indulto, ¡Oh sulfuroso Señor!,
por un minuto lúgubremente tañido,
¡de ver entrar a mi casa a la dama en cera!

No hay comentarios: