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IL POSTINO

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martes, 12 de mayo de 2009

AMORÍO EN SCHLINK Y DINERO EN CANETTI: LAS ANALFABETAS

AMORÍO EN SCHLINK Y DINERO EN CANETTI: LAS ANALFABETAS

Con buena estrella, me he cruzado con dos libros alemanes, uno es ‘Die Blendung’, literalmente es como ‘El Deslumbramiento’, en países de habla española se vende como ‘Auto de Fe’, el otro libro es ‘Der Vorleser’, conocido en estas fechas por la adaptación al cine de la bellísima actriz Kate Winslet quien hace el papel de la analfabeta en ‘El Lector’.

Quiero mostrar que existe una asombrosa predilección tanto de Schlink como de Canetti por las analfabetas como personajes principales de sus respectivas novelas. Y antes de seguir adelante, habría que demostrar por lógica que es analfabeta quien no sabe leer como quien no gusta leer aunque pueda hacerlo. En la novela de Schlink, Hanna le dice a su joven amante: ‘No vuelvas aquí si no te pones a estudiar’ y el joven amante sabe que Hanna está contenta con él si gusta de leerle libros en la cama. Cuando te casas en esta modernidad, uno de los sacrificios que la pareja hace es dejar de leer porque parece envidioso el goce personal e individual de tomar un libro aunque se conviva con alguien más en esa casa de recién casados, prácticamente se tiene la idea de que se debe servir a los cónyuges, y uno se casa para obedientemente complacer lo que quiere la pareja, ¿y el individuo’ ¿y la persona? Nos encontramos ante mujeres (ú hombres) de Stepford, unas simples máquinas que se complacen en cuidar la casa, vehículos o niños como si se tratase de una condena de un Gulag, pero hasta que no despiertan esa libertad que debe existir entre cada individuo, no entienden que la cadena, la ceguera, el deslumbramiento, está en su propia actitud medieval o trasnochada de creer que se sostiene la relación por el servicio a la doncella del caballero, o por la agresividad del macho que sojuzga a la criada, en cualquier caso uno de los cónyuges se tiene que poner el mandil, y sacrifica sus hábitos buenos, como pueden ser leer. Un gusto placentero al ver el film de El Lector, es las ganas, emoción que muestra la analfabeta con la lectura de cada libro, ella vive los libros y se pone a comentar la actuación de los personajes.

Pero, desde luego, un erudito como el sinólogo Kien, debió haber quedado en celibato, de pronto se enamora de una criada porque ella trata mejor los libros que él, es decir, los limpia, los consiente, los apapacha, pero no sabe el por qué de los libros, es ahí donde se engaña Kien, él quiere quien proteja sus libros, pero querría alguien que los apreciara, Teresa la criada, futura esposa de Kien, no aprecia los libros, ella quiere dinero, porque para ella el dinero significa sueños con el “Señor Guarro”, porque entonces tendría muebles en casa y no el montón de libros que atiborra la vivienda de Kien. Para Teresa un hombre significa alguien que tiene contenta a la esposa, alguien que le suelta el dinero a su esposa, alguien que tiene la delicadeza de atender una noche a su esposa, como un hombre verdadero. Pero el erudito Kien ama sus libros, él no debió casarse, porque entonces le da el lugar de uno a uno, a Teresa la dichosa esposa, y lo único que quiere Teresa es que haga su testamento para que no deje a su esposa sin dinero, y ya si se muere ella irá con el “Señor Guarro” y le compartirá la dicha del dinero. Es obvio, que Teresa no dejara trabajar a Kien, son uno a uno, ella quiere que sea hombre y le cumpla en sus noches, ella quiere dinero cada día porque falta esto y falta aquello. Así el asolado Kien no podrá encontrar su refugio ante la realidad: sus libros y él son puestos en guerra contra la invasión de Teresa que quiere todo el dinero posible, porque sino para qué se casa uno.

Schlink en un argumento diferente, nos muestra a una mujer valiente que ha sufrido la pobreza de ser trabajadora en fábricas, que se ha vuelto esa mujer que ordena, que condena en el bando de los nefastos nazis, y que al ser perdedora en la guerra vive huyendo de ese pasado que le recrimina la maldad, es una mujer de pocas palabras, una mujer que a pesar de todo, se atrevió a cobijar al pequeño Michael cuando lo vio desamparado, y cuando supo que leía la dicha creció. Hanna trabaja en un tranvía, que la aísla del contacto con la realidad, porque ella sólo vende y da los boletos de los viajes a los pasajeros, y ella vive escondida ahí, refugiada ahí, porque ahí se siente segura, el vacío barullo de afuera no le interesa, ella gusta de estar vigilante en su posición de boletera del tranvía, ella gusta de ordenar y mandar, y gusta del uniforme que le proporcionan. Ella se asombra de las personas que tienen la dicha de leer, ¡qué maravilloso refugio! ¡todos los sueños que se pueden realizar con la mente! Ella sabe la dicha de aquel que te puede leer historias fabulosas, historias que te transportan de un mundo hostil donde los héroes son generalmente vencidos y no son comprendidos, y llegar por medio de la fantasía a conocer las razones de todos los personajes, a saber cuál fue el traspiés de los personajes que sufren o hasta llegan a fallecer, conocer que existen amores que traspasan las páginas, conocer que un héroe no tiene que ganar para poder ser recordado, y que generalmente la gentuza –esa que no lee- es esa gente que gusta vestir elegante copiando a los aristócratas, y que solo piensa en ganar y ganar dinero, y para la cual los libros son una distracción peligrosa y material para el ocioso, porque lo que rige en este mundo es el jugoso dinerillo dice Teresa.

Así la crítica de Canetti es contra esa masa que piensa en comprar y comprar, porque se debe uno vestir con las mejores ropillas que aparezcan en la temporada, porque siempre hacen falta muebles, casas, carros y negocios, porque el dinero es el bien escaso en este mundo economista, y dinero llama dinero, y como no volverse perverso como Teresa cuando se olisquea dinero, porque por el dinero se hace todo no vaya a ser que el día de mañana se quede uno sin dinero, y Teresa es capaz de meter tanto miedo con la intromisión de su vida en la antes apacible vida del erudito Kien, porque si no tiene dinero para que se casó, porque si no le muestra dinero cómo se calma el perro, porque sí le muestra dinero el perro quiere ganárselo y arrebatárselo, porque a una esposa se le cumple con todas las comodidades que tienen las otras esposas, pero Kien no tiene un control remoto como el que utilizaban con las mujeres de Stepford, y él tiene que huir, no le será difícil transportar una biblioteca imaginaria en su cabeza, y volver a comenzar, sin la insolencia de que lo busquen a cada rato con el engorroso dinero.

Hanna no tiene dinero más que el que gana trabajando como boletera en el tranvía, fue quizá su sufrimiento espiritual de ser una perdedora o de ajustarse al régimen de sometimiento, lo que la volvió una persona cerrada, con tensiones y enojos, alguien que quisiera aislarse del contacto humano, pero que el chiquillo Michael no la contravenga en nada porque ella lo expulsara de su vida, quién es ese chiquillo para saber qué la molesta, qué la irrita, que se rebaja a pedirle perdón cada vez que ella juzgue que la ha molestado, porque para ella su superioridad es sin discusión, el chiquillo no sabe lo que ella ha sufrido, para ella el chiquillo no es más que un muñequito que le da placer con el sexo y con la lectura de libros, que no transgreda el límite de tratar de conocer quién es, el chiquillo Michael no entendería nada, y ella no le daría lujo de enterarse de nada, la rabia de Hanna era muy de Hanna, y el chiquillo sólo debía darle placer, y ya que traiga más libros, y ya que haga el amor con más intensidad, porque ella para eso quiere al chiquillo, por fin una vida sin complicaciones para ella.

Hanna y Teresa son analfabetas, un amorío para Hanna y dinero para Teresa, Hanna aprecia a los libros y quisiera leerlos, Teresa los quiere vender, y ya llevó unos a la casa de empeño Theresianum. “Auto de Fe” y “El Lector” dos novelas que aguijonean a esa sociedad que no gusta de leer y sólo acumular dinero.

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