Existo porque hay uno que me sueña;
hay uno que duerme, sueña
y me ve obrar y vivir y moverme,
y en este momento sueña
que yo digo todo esto.
Cuando este uno empezó a soñarme,
yo empecé a existir:
cuando se despierte, dejaré de existir.
Me parece que aquel que me sueña
no se espanta de
lo que hace temblar a los demás hombres.
O disfruta con la visión de lo más horrible
o no le da importancia y no se asusta.
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