Visitas al sitio

IL POSTINO

IL POSTINO

sábado, 7 de noviembre de 2009

AJEDRECISTA DA JAQUE MATE

Pereira, ese hombre gris que corre con su maletín, toma el tranvía, va a dar clases en una escuela, compra pescado para llevar a su casa, parece tener una vida predestinada a nada.

Pero nunca ha desesperado, pacientemente por las tardes, recibe en su casa a su contrincante en el ajedrez, y se disponen a jugar las partidas que les permita el tiempo, es un jugador que siempre está abierto a iniciar el juego, tal parece que no hay tentación al abandono, pecado mayor en el ajedrez, pues es admitir la derrota de antemano, quizá porque la señal de poderío es nula o limitada, no se encuentra ante la posibilidad de arremeter y conseguir la victoria.

El ajedrez, juego de mentes que conquistan espacios y en la ventaja dominan al oponente, ¿qué hacer si te encuentras ante un pelotón de fusilamiento? Nada salva de ser fusilado. ¿qué hacer si te encuentras a punto de pegarle al Gordo? Pasadle la factura al Gordo.

Un jugador de ajedrez tiene que comer, y no cualquier bazofia, desde luego que no gusta de ver quejándose a su esposa por una enfermedad, además no soporta a su entrometida suegra opinando que todo lo que hace está mal, no se diga que no debe vestir un traje raído y unos zapatos de pobretón.

Un jugador de ajedrez tiene su dignidad, y si está es pisoteada lo orillan a pasadle la factura al Gordo, a tumbar al Rey, lo convierten en un hombre sin miramientos.

Desconfiad de quién no crees que debes desconfiar, porque el azar es así, el obuz o la escopeta lo puede tener un niño como en el film Babel, y el disparo es letal.

Hasta dónde debe controlar el Gordo su pánico a ser reventado, pues es sabido que quién se crea una escenografía de fantasías, no se percata quién lo detesta o quién lo odia. En el film El Padrino dicen que los enemigos se mantienen cerca, porque cuando se les pierde la mirada, la situación es ingobernable, es como esos señores de la guerra que desde un búnker o un sótano o quizá desde una mansión lujosa o complejo empresarial no dan la cara pero si dan los golpes desde su posición oculta para golpear intereses. Porque el que apuesta al fracaso de otro no tiene nada que perder más que seguir tramando, urdiendo, hasta que consigue la meta.

El ajedrecista puede aparentar ser un Don Nadie, pero él sabe que es buen jugador, mueve en avanzada sus piezas, o espera el error del contrario con una buena defensa, por lo que nadie anticipa qué planea su mente hasta que las circunstancias se presentan: le dan una pistola y lo ponen frente al Gordo. Todavía el Gordo en su trono donde reparte dádivas, le quiere regalar unos chicles por haber representado para su felicidad la vanagloria de una obra artística, pero el fogonazo es directo al talón de Aquiles: no hay salvavidas contra un ajedrecista, va a matar al rey jugada por jugada, hasta que se presente el error, cuando tome ventaja sobre el contrincante.

¡Adiós al Gordo! parafraseando a Gabriel Zaid.

No hay comentarios: