1. LA PARADOJA DEL
TODO Y SUS PARTES.
Lo
esencial de esta paradoja se refiere a cuando la tecnología es sacada de su
nicho para ser introducida en otra cultura.
A
mí me gustan los pájaros, sé que libres viven en las copas de los árboles y se
alimentan de lo que les da la naturaleza. A mí me gusta cuidarlos más, por lo
que se encuentran en jaulas para que no les falte alimentación, y aunque el
espacio es pequeño y se pueden sentir confinados, pueden volar en el espacio
que tienen en la jaula. Sé que un pájaro se puede morir por estar en jaula, me
ha pasado, pero sé que es triste también que el pájaro vuele de un lugar a otro
y no encuentre comida. Aunque el nicho para un pájaro, es estar libre en contacto con la naturaleza, y
uno por el gusto de oírlo cantar y alimentarlo todos los días acostumbra
tenerlo prisionero. El pájaro es una parte de la naturaleza que es el todo,
pero lo que determina a un pájaro es la naturaleza donde existe, es decir, “las
partes tienen su origen en el conjunto que pertenecen”.
El
autor nos refiere acerca de “la complejidad de la tecnología, el medio ambiente
en el que funciona, la historia de la cual surge”. Por lo cual, podemos decir
que los ancestros de mi pájaro cautivo vivieron en copas de los árboles e
hicieron sus nidos allí y buscaban sus propios alimentos, pero el pájaro en la
jaula es alimentado por mí, yo le preparo su nido y se tiene que adaptar al
espacio de su jaula para vivir. Dice el autor que “la tecnología es universal,
en contraste con las características locales y particulares”, y puede ser que
el pájaro se acostumbre a vivir en la jaula como si tuviera libertad, pero
además si queda libre como está acostumbrado a que le den todo, puede perecer
por no saber proveerse por sí mismo. Para mí, el pájaro en la naturaleza puede
sobrevivir si sigue haciendo lo que hicieron sus ancestros, pero el pájaro en
la jaula es vulnerable ya que depende de que alguien le alimente y le limpie su
hogar, así como le consiga pareja y le ponga su nido. Vivir en libertad en la
naturaleza o vivir prisionero en una jaula, implica problemas para la
subsistencia del pájaro. El autor resume que “las diferencias en la cultura
también plantean problemas”, por lo que concluimos con los mexicanos que salen
de su país para vivir el “sueño americano” en los Estados Unidos, si se quedan
en México vivirán como en una jaula, pero si escapan y se atreven a vivir y
ganar dinero como en Estados Unidos, pueden acostumbrarse o regresar derrotados
de no haberse adaptado a los Estados Unidos, ya que se aplica el refrán “aunque
la jaula sea de oro no deja ser prisión”.
LA PARADOJA DE
LO OBVIO.
La
idea principal es que lo más obvio está más oculto. Las arañas no saben que
tejen, sin embargo, hacen su telaraña, que le sirve para atrapar insectos para
alimentarse, y es una función que realizan por encontrarse con que producen el
hilo de su telaraña. Por lo que menciona el autor, nosotros vemos la telaraña
de la araña, pero no vemos cómo la fabricó, y la importancia que tiene para
ella, que es atrapar los insectos que caigan en la telaraña y que son su
alimento. Por lo que cuando cruzamos con una telaraña nos molesta y se las
quitamos.
Como
ejemplo, a mí me gusta tejer, al tener manos cualquier persona podría tejer
como yo, y el hecho de tener manos no implica que todos podamos tejer. Yo sólo
tejo, pero no me había puesto a pensar por qué tejo. Lo que me motivo a tejer
fue mi entorno, mis antepasados tejían, y en el pueblo donde viví era un
pasatiempo y una actividad para conseguir un poco de dinero. Tuve contacto con
muchas tejedoras, me enseñaron a tejer, y ahora saco las puntadas que veo y me
gustan. Le tomé gusto al tejer, pero tengo que reconocer una historia previa
con otras tejedoras, para poder ser la tejedora que soy, que tejo con agujas,
con los dedos y con los brazos. Un observador me ve tejer y sacar bonitas
muestras, pero no conoce que yo empecé a tejer viendo a otras tejedoras y que
el objeto de mis tejidos es dar un obsequio a las personas que quiero. La
función de tejer incluye haber aprendido y dar satisfacción a mis seres
queridos, lo que no resulta obvio porque se encuentra oculto.
3
LA PARADOJA DEL
ORIGEN.
El
autor nos refiere que “nuestro olvido también nos ciega ante la historia de los
objetos técnicos”. Le relato la historia de mi primera elaboración de una sopa
de fideos:
Cuando
joven, mi mamá me pidió que le hiciera la sopa de fideos, sin tener
conocimiento de cómo hacerla, puse un sartén, le puse aceite, le agregué la
pasta sin dorarla, le puse tomate, cebolla y poco caldo de pollo, le puse sal.
Cuando vi que la sopa estaba blanda, la quité del fuego y la tapé. Cuando la
serví para comer era un engrudo (una masa).
De ahí en adelante, me dijeron que la sopa se doraba antes, y la podía hacer seca o caldosa, pero tenía que freírla en aceite, antes de cocerla. En la Escuela de Gastronomía ya me han enseñado a hacer sopas cocidas o doradas primero, y de las dos formas me salen bien. Pero no se me olvida la oportunidad que me dio mi madre para empezar a cocinar las pastas. Aunque “la presencia del pasado en el presente pasa inadvertida para nosotros”, desde luego si alguien quiere saber cómo aprendí a cocinar y a perder el miedo para cocinar lo que yo quiera, tengo que regresar a esa primera experiencia con mi sopa de fideos y a los regaños de mi madre.
El tener las bases para cocinar, es algo que parece innato, dentro de una escuela de cocina encaja muy bien alguien que sabe de que le hablan sobre cocina, y mucho mejor que se atreve a poner en práctica lo que enseñan en las clases de cocina. El autor menciona “la oclusión de la historia contribuye al olvido del todo al que pertenece”. Con lo cual mencionamos, que en efecto, la escuela de gastronomía nos perfecciona en la cocina, pero como la gran mayoría de los estudiantes las bases de la cocina las aprendimos en la casa de nuestros padres. El autor resume esta paradoja así: “Detrás de todo lo racional se encuentra una historia olvidada”. Y esto es, que estudiamos una licenciatura en gastronomía con los conocimientos más modernos, pero las bases de la cocina las encontramos en las primeras lecciones de nuestros padres.
De ahí en adelante, me dijeron que la sopa se doraba antes, y la podía hacer seca o caldosa, pero tenía que freírla en aceite, antes de cocerla. En la Escuela de Gastronomía ya me han enseñado a hacer sopas cocidas o doradas primero, y de las dos formas me salen bien. Pero no se me olvida la oportunidad que me dio mi madre para empezar a cocinar las pastas. Aunque “la presencia del pasado en el presente pasa inadvertida para nosotros”, desde luego si alguien quiere saber cómo aprendí a cocinar y a perder el miedo para cocinar lo que yo quiera, tengo que regresar a esa primera experiencia con mi sopa de fideos y a los regaños de mi madre.
El tener las bases para cocinar, es algo que parece innato, dentro de una escuela de cocina encaja muy bien alguien que sabe de que le hablan sobre cocina, y mucho mejor que se atreve a poner en práctica lo que enseñan en las clases de cocina. El autor menciona “la oclusión de la historia contribuye al olvido del todo al que pertenece”. Con lo cual mencionamos, que en efecto, la escuela de gastronomía nos perfecciona en la cocina, pero como la gran mayoría de los estudiantes las bases de la cocina las aprendimos en la casa de nuestros padres. El autor resume esta paradoja así: “Detrás de todo lo racional se encuentra una historia olvidada”. Y esto es, que estudiamos una licenciatura en gastronomía con los conocimientos más modernos, pero las bases de la cocina las encontramos en las primeras lecciones de nuestros padres.
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